Ramón Franco
La rebelión «comunista» del hermano de Franco 

En 1930, el hermano pequeño de Francisco Franco, Ramón, dirigió una insurrección de militares republicanos contra el Gobierno de Berenguer, sobrevolando Madrid y arrojando proclamas

Israel Viana, Madrid
16.12.2010

Hace hoy 80 años, España despertaba con la noticia de que un grupo de militares de la base aérea de Cuatro Vientos se había sublevado contra el Gobierno de Dámaso Berenguer: «El carácter del movimiento es marcadamente comunista», declaraba la nota de prensa entregada por el ministro de Gobernación, Leopoldo Matos, que aseguraba que sus promotores, entre los que se encontraba el hermano pequeño del futuro dictador, Ramón Franco, eran «agitadores conocidos que descubren el carácter de aquel (comunismo) por el texto de las proclamas por todas partes repartidas y por sus firman estampadas en muchas de ellas». 
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Ramón no era un desconocido. Su fama igualaba a la de su hermano mayor, en una época en la que los Franco ocupaban bastantes páginas en la prensa: Francisco como el general más joven de Europa y Ramón como el primer piloto español que cruzó el Atlántico, a bordo del hidroavión «Plus Ultra», en compañía de otros tres compañeros. Muchos historiadores coinciden en que el posterior Caudillo vivió a la sombra de su hermano Ramón hasta el alzamiento del 36: era el hermano aventurero, popular, irresistible para las mujeres y el hombre que le acomplejaba con sus continuos éxitos.
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Pero el 15 de diciembre de 1930, junto a Queipo de Llano –el general que dirigiría en el 36 el golpe militar en Sevilla y que ejecutó una durísima represión tanto en la capital hispalense como en Málaga–, encabezó la rebelión que, en apenas unas horas, se iba convertir en uno de los mayores fracasos de su vida como militar y aviador.

«Sublevada guarnición de Madrid»
En las primeras horas de la mañana de ayer se tuvo noticia por el Gobierno de que se habían sublevado los aviadores de Cuatro Vientos, del que se elevaron tres aparatos, que comenzaron a volar sobre Madrid a muy poca altura, arrojando proclamas. Al paso de los aparatos sediciosos sobre algunos cuarteles fueron tiroteados por la fuerzas adictas al Gobierno, que obligaron a alejarse a los rebeldes», contaba ABC. «Sublevada guarnición de Madrid; proclamada República, toque diana», se escuchó en la estación de radio del aeródromo poco antes de que despegaran los aviones.
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Queipo de Llano y el legendario aviador se hacían momentáneamente con el control del aeródromo militar madrileño, pero no recibieron prácticamente ningún apoyo y tuvieron que huir rápidamente em sus aviones a Portugal. 
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Fue una acción extremadamente temeraria, pues en sus previsiones contaban con la mayor colaboración del ejército y el apoyo simultáneo de una huelga general. Pero las posturas políticas de la mayoría de los jefes y oficiales del ejército eran, a esas alturas, bastante moderadas, por lo que los conspiradores republicanos lograron un apoyo casi testimonial. Y, además, no se produjo la huelga general. 
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Por ello, en apenas unas horas, la revuelta era reprimida. «A las doce y quince, los rebeldes de Aviación han levantado bandera blanca y se han rendido. Las tropas leales ocupan el aeródromo y la Guardia Civil persigue a los fugitivos», informaba el periódico. Al día siguiente, Queipo y Franco fueron hechos presos en Lisboa y Galán y García Hernández (responsables de la rebelión de Jaca tres días antes) juzgados en consejo de Guerra y fusilados. 

Estado de guerra
A la vista de la sublevación de Jaca y Cuatro Vientos, el Gobierno declaraba el estado de guerra en toda España hasta que se restableciera el orden. Eran años de inestabilidad, entre la dictadura y la II República, que lo españoles, hábiles siempre a la hora de poner nombres, no tardaron en bautizar al régimen de Berenguer como la «Dictablanda». 
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La dimisión de Primo de Rivera y la lentitud con que el nuevo presidente llevó a cabo la construcción de un nuevo aparato de Gobierno produjo una sensación de vacío de poder que fue creciendo con el paso de los días, acentuando la desconfianza y las críticas hacia su persona. A esto hubo que sumar la fuerte crisis económica, con una fuerte reducción del gasto público y un aumento del desempleo (en Andalucía se hablaba ya de 100.000 parados), y el creciente número de desórdenes, huelgas, actos de violencia e intentonas republicanas como la protagonizada por Ramón Franco. 
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Seis años después de aquel foco revolucionario, del que hoy se cumplen ocho décadas, Francisco Franco nombró a su hermano Ramón jefe de la base aérea de Baleares, siguiendo la tradición de nepotismo de muchos dictadores. La noticia fue mal acogida entre los franquistas, que recordaba sin duda los hechos de Cuatro Vientos, pi.diéndole al Caudillo que su hermano no sirviera en la aviación.
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Alegaban, entre otras cosas, que había «sido comunista», según escribió el máximo responsable de aviación, Alfredo Kindelán, en una durísima carta al Caudillo. Pero el Generalísimo no hizo caso. La familia era la familia.