«La crisis agudiza la diferencia entre tener casa y tener hogar»

Paul Auster

En su último libro, «Sunset Park», cuenta la historia de tres generaciones, abuelos, padres y nietos, «con un gran sentido del aquí y el ahora»

Anna Grau, Nueva York
20.12.2010

Lo siento por los que aún no hayan leído «Sunset Park», lo último de Paul Auster; porque no saben lo que se pierden (es su obra más neta y más redonda en años) y porque en esta conversación con el autor vamos a desvelar alguna clave de la trama (no todas). ¿Cómo abrir un regalo sin romper parte del envoltorio? Además, el mismo Auster nos provoca cuando en el libro leemos esta frase: «Los escritores no deberían hablar con periodistas. La entrevista es una forma literaria degradada que sólo sirve para simplificar aquello que nunca debería simplificarse».
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- Tiene usted más razón que un santo. Por ejemplo: la acción empieza en noviembre de 2008. ¿Es esta su visión de la América de Obama?
- Es verdad que esta novela, a diferencia de otras, está muy pegada al presente. Creo recordar que empecé a escribirla en la primavera de 2009. Pero en todo el texto Obama sólo sale mencionado una vez, que es cuando le preguntan al protagonista si se siente feliz porque haya sido elegido. Eso es todo.
(Duda: ¿es la periodista simplificadora y no la amante de la literatura y la complejidad la que se siente tentada de insistir en el posible sustrato político, quizás subconsciente, de «Sunset Park»? La novela empieza con el protagonista tomando fotos de casas vacías de desahuciados por la crisis. Lleva casi ocho años desconectado de su familia y de su mundo purgando íntimas culpas, quizás crímenes. Volverá al amor y a la vida al enamorarse de una chica de ascendencia cubana. Un cuñado de esta chica es sargento en Irak. Otro de los personajes está escribiendo una tesis sobre «Los mejores años de nuestra vida», oscarizada película de William Wyler sobre veteranos de la Segunda Guerra Mundial con problemas para volver a la vida civil)
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- Pero quedamos en que esto no es una novela política.
- No es eso lo que buscaba, sino contar la historia de tres generaciones, abuelos, padres y nietos, y a la vez con un gran sentido del momento, del aquí y el ahora. El colapso económico sí se deja sentir mucho en los personajes, es algo que por ejemplo influye en la diferencia entre una casa y un hogar, la casa es un espacio físico, un edificio, el hogar es donde están tu familia y tu centro.
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- Miles se pasa la novela diciendo que no tiene otro hogar que su novia, menor de edad y medio cubana. Por cierto, ¿por qué cubana?
- El personaje me salió así, supongo que porque me interesa la mezcla de culturas, por lo demás la chica desciende de cubanos pero ella es totalmente americana…
(Y se llama Pilar Sánchez, ¿quizás por El Pilar, el barco cubano de Hemingway? Y es muy atractiva pero delgadita y con poco pecho, justo lo contrario del voluptuoso cliché latino en los Estados Unidos. Y es una devoradora de libros mucho más que de hombres)
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- ¿Le cuento un secreto, señor Auster? Cuando yo era adolescente y aún no había leído a Nabokov, yo creía que su Lolita era así, que la atracción que inspiraba en un hombre adulto se basaba en la precocidad intelectual tanto o más que en la física. Qué sorpresa me llevé cuando leí la novela y vi que Lolita era una hortera y Humbert Humbert se sentía atraído por… otra cosa. Al fin alguien «escribe» una Lolita como la que yo soñé.
- Ah, pues me alegro de oír eso, porque con este personaje me he encontrado malas reacciones de algunas periodistas americanas, siempre mujeres. No les gusta que la novia de Miles sea mucho más joven que él y menor de edad.
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- Pero por favor, que Pilar tiene diecisiete años, no diez…
- Tampoco lo entiendo, Susan Sontag se casó a los 17 con un hombre de 38.
- Qué cosas.
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(Es gratificante sentirse superior a las periodistas americanas. Liberados del yugo del puritanismo y de la simplificación nos lanzamos a revisar los caracteres femeninos más impactantes de la novela, y alguno fuera de ella)
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- Está Angela, la siniestra hermana mayor de Pilar, la que amenaza y chantajea a Miles hasta un punto increíble…¿no se le ha ido un poco la mano con este personaje? Yo no sé si conozco a nadie así.
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- ¿No conoce a ningún ser verdaderamente egoísta?
- Egoísta sí, pero… ¿de un egoísmo tan burdo, tan grosero?
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- Bueno, al ser la hermana mayor y la más guapa Angela no entiende cómo Miles se siente atraído por Pilar y no por ella, vive esto como un rechazo, y por eso hay como una termita de odio que carcome toda su relación.
- Muy femenino. En cambio me gusta mucho el personaje de la madre de Miles, Mary-Lee, que abandonó a su hijo de seis meses para priorizar su carrera de actriz.
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- (Auster se pone muy contento) ¡Es uno de mis personajes favoritos! Es muy orgánico, sabe que cometió un gran error, lo lamenta y lo asume y en lugar de mortificarse trata de arreglarlo, de ser positiva.
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- Esta novela está llena de gente fascinantemente imperfecta. En un momento nos enteramos de que Miles, siendo un niño, leyó «Matar a un ruiseñor» en la escuela y se fijó en que todos los protagonistas deese libro tenían alguna herida. Miles llega a la conclusión de que «hace falta estar herido para ser un hombre».
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-¿No es impresionante? Pues se le ocurrió a mi hija Sophie cuando estaba en sexto grado. Me quedé de piedra ante la posibilidad de que una persona tan joven, una niña, pudiera hacer una lectura así.
Arriba Lolita.