Mostrando postagens com marcador literatura italiana. Mostrar todas as postagens
Mostrando postagens com marcador literatura italiana. Mostrar todas as postagens
Italia, crónica negra


Italia sigue hoy en el punto de mira
de los escritores 'negros'


Laura Fernández, Barcelona
17/03/2011
Foto - Graffiti con el símbolo de las Brigadas Rojas.- Ivory Press

Dice Massimo Carlotto, un rudo escritor de novela negra que no acaba de encajar el aspecto de parque de atracciones para infractores de la ley que tiene la política de su país (Italia), que los periodistas en el 'reino' de Berlusconi no dicen lo que piensan. Y que por eso, es hoy "más necesaria que nunca" la novela negra. El propio Carlotto, condenado a 18 años de cárcel por un asesinato que no cometió, se considera un chivo expiatorio de la corrupción policial y judicial de su 'cara' Italia. Ha creado al incombustible Marco Buratti, 'El Caimán', un detective que pasó siete años en la cárcel por culpa de un error judicial. Ama el blues y el calvados y se dio a conocer en la electrizante y algo autobiográfica 'La verdad del caimán' (editada en España por Barataria).

¿Tiene Carlotto razón y es hoy más necesaria que nunca la novela negra en Italia? A juzgar por su historia, lo ha sido desde el principio de los tiempos. La mafia, que arrancó en Sicilia (prácticamente en la época feudal, cuando surgió la figura del recaudador de impuestos en la isla) y que siempre ha mantenido una interesada relación con el Gobierno (a finales del XIX se encargó de aplastar movimientos obreros y consiguió la 'paz' para una Sicilia que sólo luchaba por sus derechos, invitando a abandonar el país a muchos compatriotas), ha dado clásicos de la talla de 'El Padrino' (1969). Mario Puzo, su autor, no era italiano sino norteamericano, y masticó para el gran público la compleja organización fraternocriminal a través del entrañable señor que acariciaba gatos y cumplía deseos (Don Vito Corleone).


El escritor 'noir', Massimo Carlotto, condenado a 18 años de cárcel por un asesinato que no cometió, se considera un chivo expiatorio de la corrupción policial y judicial.


Puzo inauguró con su obra magna un subgénero de la novela criminal que, sin embargo, no ha sido excesivamente cultivado. Son muchísimas más las obras de no ficción que se han publicado al respecto que las de ficción. El último y más destacado (y brutal) ejemplo es el de 'Gomorra', de Roberto Saviano, un exhaustivo ensayo (escrito a pie de calle, o, mejor dicho, dentro del camión que saca la mercancía ilegal del puerto) sobre el tema que le ha valido a su joven autor la necesidad de ir siempre acompañado de un par de guardaespaldas. Como diría Don Vito Corleone, nunca te pongas del lado de nadie que vaya contra la familia. O consigue un par de guardaespaldas si estás dispuesto a hacerlo.

Los libros de Saviano demuestran que la corrupción en Italia sigue estando ahí, de la misma manera que la Plaza San Marco nunca se moverá de Venecia. El diario (altamente recomendable) del oficial del Servicio de Inteligencia británico Norman Lewis ('Nápoles, 1944') denunció en su momento la mala manera en que los italianos aceptaron su derrota en la Segunda Guerra Mundial y cómo, pese a los esfuerzos de los aliados, no pudo hacerse nada por detener la imposición de la ley del más fuerte. Lewis narra en su libro cómo, con el desembarco de los aliados en Salerno, el 8 de septiembre de 1943 dio comienzo lo que se creyó el principio del fin de la guerra. Un principio del fin que no supuso el reestablecimiento del orden y la paz en las zonas reconquistadas. Un orden y una paz que nunca llegaron.

La misión de la unidad de Lewis era garantizar la seguridad en la zona de Nápoles. Pero el agente se dio cuenta enseguida que la mayoría de las denuncias que recibía no respondían a motivos fundados, sino a venganzas personales y antiguas rivalidades de familias. Todos parecían querer engañar a los soldados norteamericanos para lograr sus favores. Además, Lewis se encuentra en una zona dominada por la Camorra (una de las mafias), que incluso ha conseguido que muchos de los soldados norteamericanos que se encuentran en la zona sean de origen italiano y, por supuesto, les hagan todo tipo de favores. Ni que decir tiene que la omertá lo silencia todo. Nadie ha visto ni ha dicho nada malo.


Los libros de Roberto Saviano demuestran que la corrupción en Italia sigue estando ahí, de la misma manera que la Plaza San Marco nunca se moverá de Venecia.


Pero volviendo al caso de Carlotto, hemos olvidado mencionar que, cuando el futuro escritor de novela negra encontró el cadáver de Margherita Magello (por cuyo asesinato fue condenado) en el portal del bloque en el que vivía su hermana (y tratando de socorrerla, cometió el error de tocar el cuerpo y luego huir: la chica tenía 25 años y 59 puñaladas), corría el año 1976 y EL futuro escritor militaba en un grupo de extrema izquierda, Lotta Continua. Carlotto, que por entonces sólo pensaba en ser farmacéutico y tal vez soñara con que la corrupción política en su país se convirtiera algún día en pasado, era un miembro destacado del partido, y se dedicaba a reunir información de la Policía y de los grupos de extrema derecha de Padua (su ciudad) vinculados al tráfico de drogas. El padre de El Caimán ha estado siempre convencido de que la falsa acusación fue una trampa tendida por la Policía y dichos grupos.

Y es que en la década de los 70, Italia era una bomba política a punto de explotar. La crisis social provocó la aparición de grupos armados como las Brigadas Rojas, que acabaron con la vida del líder cristianodemócrata Aldo Moro en 1978. En este punto es necesario señalar la importancia que Leonardo Sciascia ha tenido en la historia de la literatura de su país. Empeñado en denunciar (como todo escritor italiano que se precie) la corrupción, Sciascia tonteó con el Partido Comunista pero finalmente se quedó con el Partido Radical y se refugió (en esos delicados años 70) en la novela negra (debutó en el género en 1961, con 'El día de la lechuza', la novela que anticipó 'El Padrino' de Puzo).

No fue hasta la década de los 90, cuando Sciascia ya había fallecido, que surgió el ingenioso Andrea Camilleri. Fuertemente influido por Manuel Vázquez Montalbán, Camilleri (nacido en Sicilia) se estrenó en 1994 con el primer caso del inspector Montalbano, 'La forma del agua', novela en la que la corrupción es más un ruido de fondo que otra cosa. Pero sigue estando ahí. Aunque infiltrado, el comisario Brunetti, creado por la dama del crimen de Nueva Jersey afincada en Venecia Donna Leon, también tiene que vérselas con un jefe que rinde más cuentas a los criminales que a la ciudad que la ha tocado proteger. Italia también es así.

www.elmundo.es/

16.12. 2010

Due di narrativa, tre di saggistica, un giallo, un noir e una ristampa. E ancora: un’inattesa riscoperta e un gustoso Meridiano. Ogni anno, in Italia, vengono pubblicati circa 60.000 libri. E il 2010, in questo senso, non si è smentito. Nella messe di volumi che grandi, piccoli e piccolissimi editori stampano a ritmo continuo e per 365 giorni l’anno, proviamo allora a segnalare dieci libri che – si spera – resteranno negli annali e soprattutto nella memoria di chi li ha letti.
.
Partiamo da un outsider, Paolo Sorrentino. Il suo debutto letterario, Hanno tutti ragione, ha diviso la critica ma ha conquistato il pubblico, arrivando persino nella cinquina del premio Strega. Successo meritato: la storia del cantante neomelodico Tony Pagoda è, a suo modo, un unicum, almeno alle nostre latitudini. Un libro denso, ironico e a tratti caustico, che ha il coraggio di non fare il verso alla solita narrativa ombelicale italiana. Le prime 200 pagine meritano 9; le ultime 100 arrivano alla sufficienza. In ogni caso, la sentenza è già scritta: Pagoda – anello nel mignolo a parte – è il ritratto del vero intellettuale postmoderno. E il romanzo di cui è protagonista è certamente uno dei migliori dell’anno, sicuramente il migliore, insieme a quello di Pennacchi, della cinquina arrivata al Ninfeo di Villa Giulia.
.
Restiamo nella narrativa, e facciamo il nome di un autore pressoché sconosciuto al pubblico nostrano. Si chiama David Albahari, è uno scrittore serbo e in Italia è pubblicato da Zandonai. Ludwig, di cui abbiamo avuto modo di parlare qualche giorno fa, è uno straordinario apologo sull’odio, con protagonisti due scrittori. Un romanzo stringato, breve ma molto intenso, in grado di scorticare la storia controversa di un’amicizia fino a svelare lo stato, triste e pietoso, di un rancore atavico e insopprimibile.
.
Impossibile non farsi un giro tra i classici. Qualche mese fa, Einaudi ha mandato in libreria una nuova e più accurata traduzione del capolavoro di Jaroslav Haŝek: Il buon soldato Sc’vèik, che, dopo la cura di Giuseppe Dierna, si intitola più propriamente Le vicende del bravo soldato Sc’vèik. L’edizione è di quelle di pregio, pubblicata nella preziosissima collana I millenni, ma lo sforzo economico è tutto ripagato. Sia per chi lo legge, sia per chi lo rilegge. La curatela di Dierna ridà ulteriore lucentezza narrativa a uno dei pesi massimi della letteratura europea del secolo scorso, valorizzando ancora di più la vena ironica e digressiva che accosta Haŝek a scrittori del calibro di Cervantes e Sterne.
.
Passiamo ai gialli. Un nome su tutti: Giorgio Scerbanenco. Sellerio continua la pubblicazione dei suoi romanzi del periodo fascista, ormai sepolti da sessant’anni di oblio. La casa editrice che fu di donna Elvira, ha mandato quest’anno in libreria L’antro dei filosofi, quarta avventura del timidissimo archivista americano Arthur Jelling. Durante il ventennio, Scerbanenco è stato uno dei pochi autori nostrani a pubblicare noir  nella collana ad hoc edita da Mondadori e poi, quando è stata soppressa, nei “Romanzi della Palma”. Con un unico, invalicabile limite: ambientare le storie fuori dalla Penisola perché il regime non poteva tollerare sequestri e ammazzatine che portassero la firma di banditi e criminali italiani. Un divieto, che in questo libro Sellerio, diventa un vantaggio. Scerbanenco abbozza solo l’ambientazione; poi - penna alla mano - si concentra nello scavo dei personaggi. Il risultato? Un giallo profondo e tutto in prospettiva, in grado di incollarvi alla sedia per tutte le duecento e passa pagine.
.
A proposito di fascismo: di saggi sul ventennio, ne escono a bizzeffe. Quello di Giovanni Sedita, Gli intellettuali di Mussolini, però è piuttosto singolare per due ragioni. Lo storico racconta il rapporto controverso e perverso tra gli intellos e il Duce, e in questo non fa altro che battere una strada già arata da molti altri. Per farlo, però (ed è qui che sta la novità) non usa doppiopesismi, come pure è capitato in passato. Piuttosto, si limita a elencare cifre e prebende di chi si è nutrito nella greppia dei gerarchi. Un quadro impietoso, con tanta storia e poco moralismo.
.
Entriamo nella zona franca tra narrativa e saggistica. Nella top ten deve entrare senz’altro L’attesa è magnifica di Gregor von Rezzori. Un libro a metà tra un memoire e un saggio, firmato da uno degli intellettuali più sottovalutati degli ultimi anni. Rezzori ha la dote rara della “sprezzatura”, e in questo libro lo dimostra bene. Un condensato di giudizi e ricordi rimasti sempre in minoranza nell’Europa del secolo scorso, che sfugge alla griglia rigida delle solite classificazioni editoriali.
.
In Germania è stato un caso editoriale. In Italia è stato accolto con curiosità, ma ha raggiunto solo in parte il pubblico di lettori che avrebbe invece potuto conquistare. Peccato. Un colpo di vento di Ferdinand von Schirach è un altro di quei libri che si vedono in giro raramente. Von Schirach, che di mestiere fa il penalista, ha raccontato undici casi in cui il crinale labile che separa un’esistenza decorosa da un assassinio efferato viene superato con una facilità inattesa. Un saggio scritto con la forza narrativa di un giallo e molto più credibile dei tanti noir che si sfornano ogni mese.
.
Chi volesse leggere un vero noir, preferendo però virare oltreoceano, può invece indirizzarsi verso uno dei capofila dell’hard-boiled, da poco tradotto in Italia da Rizzoli. Si intitola Cieco con la pistola. A firmarlo Chester Himes, uno che già di suo – provate a leggere la biografia raccontata in appendice al volume – merita l’acquisto del libro. Cieco con la pistola è un noir corale, ambientato da una folla turbolenta di personaggi, che il suo autore muove in una Harlem gremita da “fighette” isteriche, suore di colore, mormoni centenari con assoluta facilità, e senza mai farle cadere in alcuna contraddizione.
.
Gli ultimi due titoli di questo 2010 sono un Meridiano e una biografia. Partiamo dal primo. Meglio, dai primi due. A tanto ammontano i volumi che Mondadori ha deciso di dedicare ad Alberto Arbasino. Una scelta sacrosanta, che raccoglie tutto il meglio della produzione narrativa dello scrittore di Voghera: dalle Piccole vacanze fino a Specchio delle mie brame, passando per l’Anonimo lombardo e Fratelli d’Italia. Due volumi gustosi che alternano una folgorante chiacchera salottiera a satire esplosive della borghesia italiana.
.
Last but not least, l’ultimo libro di Matteo Collura. Si intitola Il gioco delle parti e racconta “la vita straordinaria di Luigi Pirandello”. Una decina di anni fa, Collura aveva scritto la più bella biografia di Leonardo Sciascia (Il Maestro di Regalpetra). Dopo anni di studi e di ricerche ha deciso di bissare, dedicandosi stavolta al premio Nobel siciliano. Un saggio denso, documentatissimo, che unisce il rigore filologico a una straordinaria forza narrativa. Si legge come un romanzo, ma non è affatto un romanzo. Buona lettura.