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Sombras sobre Assange.
Firmado: un examigo


El exportavoz de Wikileaks, Daniel Domscheit-Berg, retrata en un libro recién publicado el lado oscuro de las finanzas, gestión y personalidad del editor australiano durante la etapa en la que trabajaron juntos


ÓSCAR GUTIÉRREZ
24.02.2011


Trata de justificar una cosa y demostrar otra. Justificar que la actitud de Julian Assange le llevó a dejar Wikileaks; y demostrar que, junto al australiano, fue el sostén de la web de filtraciones desde 2007. "Creíamos en los mismos ideales" se confiesa Daniel Domscheit-Berg (Alemania, 1978) estirando la memoria para acercar al lector a su primer encuentro con Assange en las páginas de Dentro de Wikileaks: Mi etapa con Julian Assange en la web más peligrosa del mundo (Crown Publishing). "Eramos iguales", "un equipo increíble", prosigue el otrora portavoz y número dos de Wikileaks en un tono de admiración hacia el hombre que le hizo dejar su empleo, coger el petate y tirar millas por media Europa; el individuo con el que compartió techo en Wiesbaden (Alemania), también en Islandia; el que creyó "amigo", pero sobre el que ahora levanta una sombra que llega al manejo de las finanzas, de los documentos, sus tics dictatoriales y su vida personal.


Cada uno de los episodios en los que aparece Assange, el hombre que ha puesto en jaque al Pentágono a través de la revelación de cientos de miles de documentos secretos, reaviva el interés de la lectura, poco mimada por la escritura (su versión original esta redactada en alemán y editada por el sello Econ Verlag). Sobre el carácter paranoico y autoritario del editor australiano ya habían corrido ríos de tinta desde que Washington le pusiera en la diana. Domscheit-Berg, que pese a todas sus reticencias a la manía persecutoria de Assange cambió su apellido por Schmitt, redunda en este apartado del carácter del exhacker con palabras para definirle como "dictador", "autócrata", "emperador" y "tratante de esclavos". Le compara incluso con el creador de la cienciología, Ron Hubbard, escritor de ciencia ficción que "acabó creyéndose sus historias". Y repite una frase que Assange le hizo llegar en abril de 2010, principio del fin de su relación: "Si la jodes, te perseguiré y mataré".


Amores y desamores al margen -sobra señalar que el libro construye la versión de una de las partes-, Dentro de Wikileaks destapa algunas medio verdades sin duda reveladoras de puño y letra de Domscheit-Berg. El informático alemán, en las páginas dedicadas a las finanzas de la organización, afirma que "nadie supo cuánto dinero fue depositado en Moneybookers -firma británica en la que Wikileaks tenía una cuenta para donaciones- y para qué se utilizó". Domscheit-Berg cuenta además que Assange abrió una segunda cuenta a su nombre a la que se podía acceder desde el apartado de donaciones de la web. Esta fue cerrada posteriormente, según relata el libro, por una investigación sobre blanqueo de dinero. El diario The Guardian -esto no lo cuenta Domscheit-Berg- publicó la correspondencia enviada por Moneybookers al australiano en la que se justificaba el cierre de la cuenta por encontrarse Wikileaks en una lista negra de EE UU.


"Nuestra primera pelea seria de verdad fue por dinero", reconoce el alemán quien, una vez que el grifo de las donaciones empezó a fluir, pidió a su entonces compañero de batalla que accediese a pagar sueldos a través de la Wau Holland Foundation. "Le expliqué a Julian -narra Domscheit-Berg- que no sería el único en tener acceso a los fondos (...) Me habría conformado con 2.500 euros brutos al mes". El australiano se negó a que Domscheit-Berg y los dos técnicos que trabajaban a tiempo completo en Wikileaks cobraran un salario. Y es aquí donde el informático destapa otra medio verdad: ¿Quién estaba detrás de Wikileaks? Assange -más pseudónimos como Jay Lim-, Domscheit-Berg, un técnico y el que llamaban "el arquitecto", un programador informático que también ha abandonado la organización. ¿Quiénes eran entonces esos miles de voluntarios de los que habló a este periódico en una entrevista en abril de 2010? "Ese número -revela el autor en el libro- incluía a cualquiera que hubiera firmado nuestra lista de correo. Gente que estaba en contacto con nosotros con la promesa de apoyar el proyecto. Pero no hicieron nada. Eran solo nombres. Ni siquiera nombres, solo números".

El pasado año, no obstante, Wikileaks unió a su lista de colaboradores nombres como Birgitta Jónsdóttir, Kristinn Hrafsson, Rop Gonggrijp, Herbert Snorrason... Solo Hrafsson sigue en la organización.

Domscheit-Berg, inmerso ahora en su nuevo proyecto, Openleaks, no muestra en su relato un ápice de duda sobre la veracidad de los documentos. Sí se sobrecoge, sin embargo, cuando recuerda la edición de los Papeles de Afganistán. El equipo, según la narración del alemán, fue consciente de que había que borrar por seguridad nombres citados en los documentos (91.000) solo cuatro días antes de su revelación, el 26 de julio pasado.

Domscheit-Berg se enteró durante una comida con dos periodistas, pero Assange evitó darle explicaciones a través del chat. Solución: trabajo contra el reloj y omisión de 14.000 informes delicados. Resultado: 100 nombres que debían haber sido tachados fueron publicados; Washington acusó a Wikileaks de tener "las manos manchadas de sangre", y la atención se desvió del contenido de los papeles.

Negligencias como esta, argumenta Domscheit-Berg, fueron las que abrieron las puertas a su salida. No sin antes llevarse consigo el sistema de recepción encriptada de documentos y los que entonces había en la plataforma esperando a ver la luz.

http://www.elpais.com/
La rica heredera dispuesta
a todo por Julian Assange 

Con una fortuna familiar de más de 2.500 millones de euros, Jemina Khan se ha convertido en la portavoz de un «establishment antisistema» 

M. Bianchi, Madrid
15.12.2010 

«Es una gran noticia. Puedo oír a todos celebrando fuera», confesó ayer una emocionada Jemina Khan desde los juzgados de Westminster, pocos minutos después de que el juez Howard Riddle otorgara la libertad bajo fianza a Julian Assange. «Hurra, fianza concedida», escribió en su cuenta de Twitter, donde la siguen más de 31.100 personas (solo ayer ganó más de 1.000 adeptos). 

Jemina Khan en los juzgados de Westminster, pidiendo la libertad de Assange AFP







Acompañada por Bianca Jagger, Fatima Bhutto —sobrina de Benazir Bhutto— y la baronesa Helena Kennedy, entre otras damas de la sociedad inglesa, Khan se ha convertido en «noticia dentro de la noticia» desde que la semana pasada declarara que está dispuesta a «pagar la suma que sea necesaria» para ver al fundador de WikiLeaks fuera de la cárcel. Desde entonces, esta rica heredera de 36 años, activista, defensora de múltiples causas filantrópicas y periodista a tiempo parcial, es una pieza clave de esa élite liberal que apoya ciegamente la labor del portal de filtraciones. 

El domingo, Khan publicó una extensa carta en The Guardian, explicando las razones por las que defiende a quien, según los lectores de la revista Time, es el «hombre del año». «Incluso mi madre me ha preguntado por qué defiendo con tanta firmeza a un supuesto violador», comienza la misiva.
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Según cuenta, el día del arresto de Assange, el pasado 7 de diciembre, envió un e-mail de apoyo al abogado Mark Stephens, el defensor del creador de WikiLeaks. Casi inmediatamente recibió una respuesta del letrado, quien le preguntó si estaba dispuesta a presentarse en la corte como «depositaria» de la fianza. «Estaba nerviosa por el inevitable circo mediático, pero sentí que era lo correcto para ayudar», explica esta experta en los circos que monta la prensa desde que sufriera la incesante persecución de los «paparazzi» durante sus tres años de noviazgo con el actor Hugh Grant. 
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¿Pero qué lleva a una aristócrata mimada a ofrecer su dinero a un perfecto desconocido? «Estaba allí porque creo que esto se trata de censura e intimidación. El momento de estas acusaciones refritas es sumamente sospechoso, coincidiendo con las recientes revelaciones de WikiLeaks», responde en su carta abierta.
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Y denuncia: «Hay rumores fiables de que este es un cargo de agarre mientras se prepara una acusación formal para su arresto y extradición a Estados Unidos». ¿Y qué opina sobre las acusaciones de violación? «Son el chiste por excelencia», dice. «Mientras no se pruebe lo contrario, Assange no ha hecho nada ilegal, y aún así permanece tras las rejas». 
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Contra Pakistán y EE.UU.
Hija del difunto Sir James Goldsmith, uno de los banqueros más poderosas de Europa, y de Lady Annabel Vane-Tempest-Stewart -descendiente de un influyente clan unionista del Ulster-, Jemina estuvo casada durante una década con Imran Khan Niazi, el jugador de cricket paquistaní devenido en opositor político del ex presidente de ese país, Pervez Musharraf. Por él se convirtió al Islam cuando tenía 21 años, fe en la que es experta (cursó un máster en «tendencias modernas» de esa religión) y en la que educa a sus dos hijos.
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Alguna vez incluso llegó a confesar que conserva el Khan para no tener un apellido diferente al de sus niños. «Tengo un interés personal en las revelaciones sobre Pakistán», agrega en la carta. «Destacan lo que muchos de nosotros temimos tanto: que, contra las afirmaciones de los lideres paquistaníes, Estados Unidos está totalmente instalado allí, con bases y fuerzas especiales, que han habido muertes de civiles que no se informaron, y que la guerra en Afganistán se está esparciendo en la frontera», remarca. En sus tiempos de periodista, entrevistó al general Musharraf para el periódico «The Independent» y cuando su marido fue encarcelado por éste, no dudó en hablar con grandes periodistas británicos como Sir David Frost para ejercer presión en Islamabad.
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Desde las páginas del Guardian, Khan también arremetió contra Estados Unidos. «Por un lado, está orgulloso de su Primera Enmienda y de su largo compromiso con la libertad de expresión. Pero por el otro, está evaluando formas para tomar acciones legales contra Assange, que es de hecho el editor del primer medio sin fronteras en el mundo», djo esta heredera de una fortuna familiar estimada en 2.500 millones de euros.
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En nombre de otras celebridades amigas - escritores, activistas, periodistas -, ella afirma que WikiLeaks es una nueva forma de periodismo de investigación, porque «las grandes historias siempre han comenzado con una filtración». Sin quererlo, Khan se ha convertido en la portavoz de un «establishment» antisistema.

ENTREVISTA

EL ENEMIGO NÚMERO UNO DEL EJÉRCITO DE EEUU

Julian Assange fundador y editor de 'wikileaks'

Cita secreta con el hombre que hace temblar al Pentágono

Es la pesadilla de la todopoderosa inteligencia militar de EE UU. Se llama Julian Assange, tiene 39 años y una profesión: reventar a escala mundial los mayores secretos oficiales

Por Joseba Elola
24.10.2010
Foto - Julian Assange, en un callejón al norte de Londres, el día de la entrevista que mantuvo con EL PAÍS.- Carmen Valiño

El Pentágono ha desplegado un equipo de 120 personas para frenar sus filtraciones. Suecia, el país al que acudió a refugiarse, le ha negado el permiso de residencia. El hombre que destapa los documentos silenciados, el enemigo de las verdades oficiales, volvió a asestar ayer un nuevo golpe. Se llama Julian Assange. Tiene 39 años. Nos concedió una cita secreta en Londres
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Julian Assange vive en un universo de secretos. Secretos eran los 400.000 documentos sobre la guerra de Irak que liberó ayer. Secretos son los 30 envíos que cada día recibe el portal que dirige, inagotable fuente de denuncia a escala planetaria. Secretas procuran ser sus comunicaciones, sus entradas y salidas. Su organización también vive envuelta en el más absoluto de los secretos.
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Secreta por tanto tenía que ser la cita con el hombre que se ha convertido en serio enemigo del todopoderoso Pentágono. El hombre que fundó en diciembre de 2006 un sitio web también es la pesadilla de grandes bancos, multinacionales y gobiernos. Ciento veinte personas, pertenecientes al llamado gabinete de crisis Wikileaks, trabajan en los alrededores del Pentágono para contrarrestar los efectos de las filtraciones del combativo portal.
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Pregunta. Leí un titular que ponía en su boca la frase: "Soy un periodista activista". ¿Lo es?
Respuesta. Yo soy un editor. Y como editor, también dirijo, y soy portavoz de mi, nuestra, publicación. He estado involucrado en periodismo desde que tenía 25 años, cuando cofirmé el libro Underground, y actualmente, dado el estado de impotencia del periodismo, me parecería ofensivo que me llamaran periodista.
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P. ¿Por qué?
R. Por los abusos del periodismo.
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P. ¿A qué abusos se refiere?
R. El mayor abuso es la guerra contada por los periodistas. Periodistas que participan en la creación de guerras a través de su falta de cuestionamiento, su falta de integridad y su cobarde peloteo a las fuentes gubernamentales.
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Assange y los suyos publicaron ayer la que es considerada la mayor filtración de documentos secretos en la historia del Ejército de EEUU, los papeles de Irak. En abril liberaron los papeles de Afganistán, 77.000 documentos desclasificados que destapaban la muerte de cerca de 20.000 afganos. Denunciaron ejecuciones extrajudiciales en Kenia y se llevaron por ello un premio de Amnistía Internacional. También pusieron en jaque al mayor banco islandés, The New Kaupthing, destapando un documento oficial que evidenciaba la irresponsable gestión de sus administradores, que meses después sufrieron penas de cárcel. Y sacaron a la luz manuales secretos de la Iglesia de la cienciología.
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Secretos. También está llena de secretos la investigación de la que está siendo objeto Assange. Dos chicas le denunciaron en una misma semana de finales de agosto por acoso sexual en Suecia. El lunes se conocía que el país escandinavo, al que había acudido a protegerse dado su régimen garantista para la prensa, le ha denegado el permiso de residencia. Assange nos dice que está pensando instalarse en algún sitio de Sudamérica.
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Cita amarrada, hora concreta, lugar secreto. El lunes, en Londres, a las 12.00. Así de escueta es la información del mensaje que nos entra en el móvil y que anuncia que por fin podremos hablar con el hombre que ha estado y está en el ojo del huracán informativo.
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El verano de Assange ha sido fino. Esta entrevista fue solicitada por primera vez el 19 de julio pasado. El propio Assange respondía tres días más tarde, el 22, emoticono incluido: "Sorry. no time for a few weeks" (lo siento, sin tiempo por unas cuantas semanas); emoticono de pena.
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La noche previa al encuentro recibimos un mensaje con la dirección de un restaurante al norte de Londres. Allí nos recibe a las 12.00 en punto la persona que le lleva las relaciones con la prensa. Nos conduce a un callejón y nos sube a unas oficinas. Un retrato de Nelson Mandela preside esta sala con largas mesas rectangulares de trabajo y paredes en tonos verde claro.
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Julian Assange no está. No ha llegado. Se le espera. Preguntamos si hay algún otro miembro de la organización con el que podamos hablar. Al poco, por la puerta entra un hombre alto y fornido, chaqueta y pantalón negros, jersey gris de cuello alto, ojos azules, pelo canoso. Es Kristinn Hrafnson, periodista islandés que trabajó durante 20 años en la televisión estatal y que se ha enrolado en el pelotón de Assange: "Tenía ganas de trabajar en historias que crean grandes olas en el mundo", explica. Hrafnson participó durante cinco meses en la elaboración de Collateral Murder -Asesinato colateral-, el vídeo que dio la vuelta al mundo y que generó 3.000 titulares de prensa en 48 horas. Fue visto por más de cuatro millones de internautas en las 72 horas posteriores a su publicación en YouTube.
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Seguramente recuerden ustedes las escalofriantes imágenes. Dieron la vuelta al mundo a principios de abril. Un helicóptero Apache del Ejército de Estados Unidos sobrevuela un suburbio de Bagdad. Se ve a varias personas andando por la calle, una de ellas, fotógrafo de Reuters, lleva una cámara al hombro. Los militares piensan que es un arma de fuego. Desde el Apache se dispara a todos los que por allí pasan en ese momento. La secuencia es espeluznante. "Keep shooting -sigue disparando-". Ráfaga. "Keep shooting". Ráfaga. "Keep shooting".
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Personas que caen fulminadas al suelo. Otras que huyen de los disparos. Dos hombres que intentan auxiliar al fotógrafo herido. El Apache dispara contra ellos. Y contra la furgoneta, en cuyo interior hay dos niños.
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Balance: doce personas fulminadas. La frialdad de la guerra expuesta. Las risas del soldado que acaba de disparar. La grosera conversación entre los soldados. El insulto a los que yacen muertos. "Bastards". Y en el suelo, las víctimas del tiro al bulto, eso que en estos tiempos modernos se ha dado en llamar "daños colaterales".
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Llega Assange. El pelo aplastado y pegado a la cabeza; el casco de la moto bajo el brazo. Entra en la sala y Hrafnson le comenta algo. Se disculpan y se retiran a una sala contigua, asuntos urgentes, asuntos secretos. "Disculpe, esto siempre es así", dice cariacontecido el solícito hombre de prensa.
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Assange se sienta por fin frente a la grabadora. Es un hombre muy alto, fuerte, magnético. Su antaño pelo largo totalmente blanco, que este verano dio paso al pelo corto castaño claro, es ahora una mezcla de esas dos fases. A sus 39 años, desprende un carisma indiscutible. Dos personas que han trabajado con él y que no quieren
identificarse le describen como un hombre extremadamente inteligente. ¿Más calificativos?: Valiente; trabajador; divertido. El último héroe del periodismo combativo elige sentarse en la mesa que le permite tener el retrato de Mandela detrás de él: "Es importante tener bien guardadas las espaldas", bromea.


P. Su actividad en Wikileaks le está granjeando una creciente colección de enemigos. ¿Cuál es en estos momentos su peor enemigo?
R. En términos de recursos dedicados a seguir nuestros pasos, el Ejército de Estados Unidos. Dicho lo cual, tenemos buenos amigos allí, hay gente buena. Y también mala. Hay un equipo, supuestamente, de 120 personas en el llamado Wikileaks warroom -equipo de crisis/de combate- dedicado 24 horas al día a ocuparse de nosotros. Están dirigidos por un señor nombrado por Gates -secretario de Defensa norteamericano-. Son, predominantemente, miembros de la agencia de inteligencia militar y del FBI.
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P. ¿Qué otros enemigos tiene?
R. Bancos. La mayor parte de los ataques legales que hemos recibido son de bancos. También los ha habido procedentes de China poco después de liberar material crítico sobre determinadas actividades del Gobierno. También hemos recibido ataques de cultos, de sectas abusivas, como la Iglesia de la cienciología, los mormones...
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P. Esos enemigos que tiene ¿hacen que tema usted por su vida?
R. Alguna gente, como Daniel Ellsberg - el hombre que desveló en 1971 los papeles del Pentágono sobre la guerra de Vietnam-, ha sostenido que mi vida está en peligro.
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P. ¿Y usted qué cree?
R. Creo que hay un pequeño, pero no insignificante riesgo, sí. Lo que hay es un peligro significativo de procesamiento y de detención. Están intentando crear un caso de espionaje contra mí y otros miembros de la organización, y contra gente que ha tenido relación con nosotros en Estados Unidos.
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El analista de inteligencia del Ejército de Estados Unidos Bradley Manning fue detenido por la filtración del vídeo de la matanza de Bagdad. "El FBI ha visitado a gente en Boston y otras ciudades americanas conectadas con Bradley Manning o nosotros", explica Assange. "Según mis fuentes, el fiscal general del Estado australiano aprobó permisos para interceptar las comunicaciones de nuestra gente en Australia. El Gobierno de Suecia ha sido presionado a nivel de inteligencia por Estados Unidos, según dicen mis fuentes en inteligencia. El Gobierno de Islandia también ha sido presionado por Estados Unidos, según mis fuentes en Islandia y en el Senado norteamericano; y al embajador de Islandia llegaron a preguntarle si ya se habían dado pasos para asegurarse de que Islandia no se convierta en un refugio para Julian Assange".
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Assange habla de él en tercera persona. Es un hombre que mide las palabras como nadie. No dice nada sin habérselo pensado cuatro veces. Habla despacio, con continuas pausas que invitan al entrevistador a colar una pregunta que él nunca responde porque sigue con su largamente articulada respuesta. Assange, no habla: dicta. Le gusta tener el control.
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El adalid del periodismo combativo continúa relatando la persecución de la que ha sido objeto la organización que, con pulso firme, dirige. Un miembro de Wikileaks sufrió una emboscada en un parking de Luxemburgo en 2008. Dos abogados defensores de los derechos humanos que trabajaron con Wikileaks en Kenia fueron asesinados en marzo de 2009.
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Y desde el Pentágono no se andan con chiquitas. El pasado 3 de agosto, el portavoz de Defensa estadounidense, Geoff Morrell, comparecía brevemente ante los medios. Solicitaba a Wikileaks que devolviera los documentos filtrados. "Si hacer lo correcto no es suficiente para ellos, entonces miraremos qué alternativas tenemos para obligarles a hacer lo correcto", anunció Morell.
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"Fue extremadamente desagradable", dice Assange, "una manera extremadamente extraña de pronunciarse. Hemos llegado a la conclusión de que esa rueda de prensa fue diseñada para preparar posteriores ataques legales".
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Assange sabe cultivar los silencios. Habla mirando al horizonte, sus ojos se mueven de izquierda a derecha y de derecha a izquierda mientras busca la palabra precisa. Su voz grave, levemente quebrada, y su querencia por el susurro, más propio de la confidencia
que de la entrevista, confiere aún mayor intensidad a sus palabras. Habla tan bajo que conduce al interlocutor a un compromiso de escucha insoslayable. O aguzas el oído, o no te enteras.
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Cuenta que la organización ha recibido cien "ataques legales". Dos de cada cinco demandas/querellas acabaron en juicio. Asegura que salieron victoriosos en todos los casos. También destaca los ataques que le han dirigido los medios de comunicación. Se queja de que los medios replican las mentiras que otros deslizan y se retroalimentan ad infinítum manchando su biografía. "Ha habido 15 ataques contra nosotros completamente fabricados de arriba abajo", asevera, "vendidos como filtraciones de gente de dentro de la organización. Se ha llegado a decir que llevo una vida de lujo en Sudáfrica. Nunca he estado en Sudáfrica".
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P. ¿Piensa usted que las acusaciones que contra usted pesan en Suecia por acoso sexual están conectadas con todo esto?
R. No lo sabemos. Prefiero hablar de esto en otro momento, no puedo hablar en mi nombre y en nombre de la organización al mismo tiempo.
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Assange es un hombre acosado. Tiene que protegerse. El pasado 27 de septiembre su equipaje fue requisado cuando abandonaba Estocolmo. La hipótesis de que alguien esté intentando vigilar sus pasos o interferir en sus comunicaciones no resulta descabellada. Todas las comunicaciones que realiza por teléfono o mail están encriptadas, es un excelente criptógrafo, tiene un pasado de hacker. Los protocolos de seguridad que debe seguir son estrictos. En algunos lugares, confiesa, debe moverse con guardaespaldas.
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Nunca se sabe dónde está, dónde dormirá esta noche, o en qué anda. Su vida nada en los secretos. Se mueve rápido y procura no dejar rastro.
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La existencia un tanto nómada no es algo que le resulte ajeno. "Nuestra familia producía teatro profesional y televisión y como resultado, íbamos de gira por el país muy a menudo", recuerda. Assange nació en 1971 en Townsville, ciudad de la costa noroeste australiana. Cuando tenía ocho años, sus padres se separaron. La madre inició una relación con un músico con el que tuvo otro hijo. "Durante una parte de mi adolescencia tuve que lidiar con este hombre del que se sospechaba estaba conectado con el culto de Anne Hamilton-Byrne", cuenta. Una secta en la que algunos miembros convencían a las madres para que ofrecieran a sus hijos recién nacidos a la líder del movimiento. Niños que se convertían en hijos adoptivos de la suma sacerdotisa, que ordenaba teñirles a todos el pelo de rubio y a los que se suministraban todo tipo de drogas, incluidas ceremonias de iniciación al LSD cuando apenas eran adolescentes.
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Llegó un momento en que no quedó otra salida que huir. Huir de las garras de aquel hombre. Assange, su hermanastro y su madre estuvieron tres meses cambiando constantemente de domicilio. Vivir a la fuga.
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Secretos y fugas. Dos conceptos que gobiernan la vida de Julian Assange. Leaks significa fuga. Y también fuga de información, filtración.
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Por aquellos años difíciles nació su fascinación por los ordenadores. Su pericia, sus dotes como programador, le convirtieron en un notable hacker. Su nombre de guerra: Mendax. Allí comenzó su lucha: la información está para ser compartida.
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Como hacker, llegó a penetrar en los sistemas de la compañía telefónica canadiense Nortel, motivo por el cual llegó a ser encausado. El juez acabó sentenciando que detrás de su intentona se escondía el simple placer de ser capaz de penetrar en sistemas ajenos. Tuvo que pagar una pequeña multa. "Yo fui un activista", asume. "La investigación de la que fui objeto se acabó cuando yo tenía 20 años; aunque el proceso durara seis años más, hasta 1997. Ahora hay muchos intentos de llamarme hacker, basados en mis actividades como hacker de hace veinte años, para devaluar mi trabajo como periodista. Con ello se pretende además despojarme de las protecciones legales de cualquier periodista; van contra mí personalmente, y contra esta organización. No obstante, es cierto que he sido un activista de la información libre durante mucho tiempo. Esos intereses de adolescente, aunque relativamente poco sofisticados, reflejan la consistencia de mi carácter".
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La información libre. Los secretos destapados. La transparencia. Toda la información secreta debe estar a disposición del ciudadano. Varios medios, entre ellos, The New Yorker, le han acusado de venerar la transparencia en todas partes menos en el seno de su organización.
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El presupuesto actual de Wikileaks es de un millón de dólares anuales (en torno a 712.000 euros). Desde enero, cuentan con un sistema de donaciones anónimas de modo que no están influidos por los intereses de quienes donan, explica Assange. Durante los cuatro primeros años, el portal se nutrió de las aportaciones de Assange y algunos más. El número total de donantes actual es de 10.000 personas. Ninguna donación sobrepasa los 20.000 euros.
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Assange asegura durante la entrevista que ya son 12 personas fijas y que pronto serán 20. El número de colaboradores asciende a 800. Seguidores en Twitter: 150.000.
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El portal de Wikileaks se reabrió el viernes tras una larga temporada cerrado. En la página alegaban motivos de mantenimiento para justificar el cierre. Assange explica que se debió a la gran reorganización en la que están inmersos. Un periodista que ha trabajado estrechamente con él sostiene que el portal ha estado cerrado por la rebelión interna que ha sufrido la organización en los últimos meses. Manifiesta que los métodos autoritarios de Assange han disuadido a varios integrantes del equipo. Que algunos de los técnicos han llegado a boicotear internamente la Red para evitar que Assange lo controle todo. Hrafnson, el portavoz islandés, niega cualquier atisbo de rebelión interna.
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Otro periodista de una cabecera internacional, que también prefiere ocultar su identidad, dice que, efectivamente, Assange es un tanto autoritario. Pero sostiene que en una organización como Wikileaks, sometida a tanta presión, es normal que haya debate y tensión. Y es lógico, por tanto, que haya un momento en que alguien tenga que tomar una decisión que no guste a todo el mundo. "Hay unos que son más partidarios de la acción que otros", describe.
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P. Daniel Domscheit-Berg, su ex portavoz en Alemania, que ha abandonado la organización, dijo a Der Spiegel que usted actuó con él como fiscal, juez y verdugo. Sostiene que usted no tolera las críticas.
R. Daniel Domscheit-Berg fue suspendido de esta organización por un número de razones serias. Como muchas personas que son suspendidas, elige criticar las decisiones del que les emplea. Creemos que la confianza, la confidencia y actuar con integridad son componentes esenciales de nuestro trabajo. Por ese motivo decidí no criticar a Domscheit-Berg, a pesar de que sus declaraciones no nos han ayudado nada en estos momentos de dificultades.
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Daniel Domscheit-Berg coge el teléfono en Berlín. Al oír lo que Assange ha dicho sobre su salida a este periódico, se revuelve, indignado. "En primer lugar, yo no soy su empleado. En esta organización no se paga a nadie. En mi caso, además, yo puse dinero en el proyecto", exclama, notablemente irritado.
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El ex portavoz se declara estupefacto por su despido, que se produjo en septiembre. Asegura que al menos cinco personas han abandonado Wikileaks por estar en desacuerdo con los modos de Assange. "La gente no quiere que un dictador esté al frente de una organización tan poderosa, que maneje una información tan sensible. Julian se está comportando como un dictador y yo no trabajo para dictadores, yo lucho contra los dictadores".
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El activista alemán, de 32 años, afirma que sus palabras no son fruto de una "vendetta personal". Y señala que Wikileaks ha ido perdiendo algunas de sus señas de identidad. "Yo no sé si el Pentágono estará o no en estos momentos detrás de Julian. Pero el hecho de que pueda estarlo demuestra que se ha cometido el mayor de los errores: Wikileaks nació como una organización en la que estaba involucrada mucha gente de modo que nunca pudieran ir a por una sola persona. La gente debería ser intercambiable, lo importante es el proyecto, es un movimiento. ¿Qué es Wikileaks ahora, una organización o el show de Julian Assange?".
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El controvertido fundador de Wikileaks no deja indiferente a nadie. Fascina a unos, irrita a otros. Para unos es el último héroe del periodismo, un hombre que desafía la lógica de un mundo cínico en busca de la máxima transparencia. Para otros, un idealista naif que cree que todo se puede contar, cuando hay cosas que el sentido común indica es mejor no publicar. Por ejemplo, aquellas que pongan en peligro la vida de las personas. De eso le acusan desde varios frentes. De haber revelado la identidad de informantes afganos que ahora son blanco fácil para los talibanes.
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P. Su decisión de publicar los nombres de informantes afganos al hacer públicos los papeles de Afganistán levantó polvareda. Bill Keller, director de The New York Times, dijo: "Su decisión de hacer públicos los datos tuvieron consecuencias potenciales que, creo, cualquiera, sea cual sea su visión de la guerra, encontraría lamentables". ¿Considera que cometió algún error, que puso en peligro alguna vida?
R. Al publicar 76.000 de 90.000 documentos clasificados, hay muchas cosas de las que hablar. Esos documentos revelaron la hora, fecha, lugar y circunstancias de la muerte de cerca de 20.000 personas. Y punto. En los dos meses desde que el material fue publicado, hasta donde se puede determinar hoy, ningún civil afgano ha sido dañado por la publicación de los papeles. Eso no quita para que estos sean temas muy serios e interesantes, y por ese motivo retiramos uno de cada cinco documentos. El hecho de que Bill Keller tenga necesidad de dedicar su tiempo a hablar de este tema, que no está asociado a la muerte de nadie, comparado con los temas que han llevado a la muerte de cerca de 20.000 personas, y la muerte de cientos en los últimos dos meses, es un reflejo de la dificultad que tiene The New York Times para criticar al Ejército en Estados Unidos.
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P. Alan Rusbridger, director de The Guardian, nos decía hace unos días con ironía que los medios tradicionales han abandonado el periodismo de investigación porque es caro y no muy sexy. ¿Está de acuerdo?
R. Sí, lo han abandonado casi por completo, es cierto. El peaje que pagas es caro: te crea enemigos, genera gastos en prevenir ataques judiciales, y se producen ofensivas contra los intereses de los editores. Yo creo que los lectores sí demandan periodismo de investigación, pero el coste por palabra en relación con otras formas de periodismo es alto, especialmente, el periodismo subvencionado por intereses especiales.
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P. ¿Pero cree que la mayor parte de los grandes medios de comunicación occidentales están subvencionados por intereses especiales?
R. Eso no es exactamente lo que yo quería decir. Ese también es un factor. Yo me refería a los miles de millones de dólares que el Ejército de EE UU gasta al año en su comunicación de asuntos oficiales para producir contenido tutelado como vídeos, fotos y notas de prensa que al final son historias gratis para que los periodistas les pongan la firma. Y similares contenidos tutelados producidos por empresas y Gobiernos. En ese sentido, los periódicos y las televisiones se convierten en seleccionadores de contenidos tutelados.
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P. ¿Cree usted que esto va a cambiar? ¿Cree que la revolución digital e iniciativas como Wikileaks traerán periodismo independiente?
R. Podemos ir en las dos direcciones. Puede que lleguemos a un sistema en que haya una mayor fiscalización y acuerdos internacionales para suprimir la libertad de prensa o puede que vayamos a un nuevo estándar en que la gente espere y demande material que exponga más a los poderes; y un entorno comercial en que este tipo de exposición sea rentable; y un entorno legal en que esto esté protegido.
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P. ¿Es usted optimista al respecto?
R. Estamos en el cruce de caminos entre esos dos futuros. Por eso es tan importante y tan interesante estar involucrado en esto. Con nuestras acciones de ahora determinamos el destino del entorno mediático internacional de los próximos años.
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Assange se muestra como un entrevistado rebelde. Resulta muy difícil conseguir colar una pregunta en medio de sus pausados discursos. Eso sí, muchas de las cosas que dice son sustanciosas. Si no, véase su reflexión sobre lo que le ha supuesto su experiencia en Wikileaks:
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"Cada persona tiene una trayectoria única en la vida, pero, en los últimos tres años y medio, yo he tenido una experiencia realmente única. He leído más documentos filtrados, posiblemente, que ninguna otra persona en la tierra. De muy distintos temas. Igual hay gente que ha leído muchos, pero tal vez no de tantas y tan distintas organizaciones a lo largo de mundo. He obtenido más filtraciones internas que ninguna otra persona y he dirigido una organización que ha recibido muchos ataques de organizaciones poderosas, de secretos y neuróticos cultos. Antes de estar metido en esto, creí que sabía bastante de cómo funciona el mundo, he hecho cosas significativas e importantes antes que esto. Pero nada me preparó para la realidad con la que me he encontrado. Mi perspectiva ha cambiado mucho".
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P. ¿Y qué ha visto?
R. No sé si es posible comunicar lo que he aprendido. Hay dos cosas que me vienen a la mente. La primera, la muerte a escala mundial de la sociedad civil. Rápidos flujos financieros, por transferencias electrónicas de fondos que se mueven más rápido que la sanción política o moral, destrozando la sociedad civil a lo ancho del mundo. El poder económico permite a oportunistas en cualquier sociedad conectada al sistema financiero global extraer riqueza robada con un comportamiento inmoral para llevarla a destinos lejanos o a oscuros y opacos vehículos financieros difíciles de atrapar. En este sentido, la sociedad civil está muerta, ya no existe, y hay una amplia clase de gente que lo sabe y está aprovechando que saben que está muerta para acumular riqueza y poder.
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P. ¿Cómo...?
R. Y la segunda cosa que he visto, que opera en combinación y en oposición a esta, es que hay un enorme y creciente Estado de seguridad oculto que se está extendiendo por el mundo, principalmente basado en Estados Unidos. Cualquier Estado, si quiere sobrevivir, tiene que inscribirse con uno de los tres proveedores de inteligencia y sistemas armados. Los proveedores son el Imperio occidental, Rusia, antiguo Imperio soviético, y China, que aún no es un imperio, pero empieza a moverse en esa dirección. El Estado de seguridad oculto que se está extendiendo por el Imperio occidental tiene su centro de gravedad en Estados Unidos, pero es una red de tutelaje que existe en todos los países occidentales y conecta a todos los países occidentales. En EE UU, a pesar del colapso financiero, su poder económico ha crecido: su porción de recursos económicos ha crecido entre 250% y 300% desde los noventa. Para dar un ejemplo concreto, y en este caso cito a Dana Priest -dos veces ganadora del Pulitzer-, de The Washington Post, hay 817.000 personas trabajando en labores de seguridad top secret.
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P. ¿Y esas estructuras velan fundamentalmente por salvar al capitalismo?
R. Las grandes corporaciones han penetrado tanto ese Estado de seguridad opaco y el sistema político que se están llevando todo el valor añadido por los contribuyentes.
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Assange afirma que en Estados Unidos hay ahora una tensión entre el sistema nacional de seguridad paralelo y lo que denomina anarcocapitalismo, es decir, las grandes empresas. Compara el Estado de seguridad paralelo norteamericano con el que construyó Putin para dominar a los oligarcas.
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Para terminar, Assange, que no deja títere sin cabeza, reserva su traca final para los complacientes medios de comunicación. "Los medios de comunicación internacionales son un desastre. Estamos en una buena posición para verlo porque nos llega material política e históricamente significativo, lo liberamos, y vemos cuántos medios se hacen eco y con qué rigor. Podemos ver también los esfuerzos para suprimir la información que damos. Mi conclusión es que el entorno de los medios internacionales es tan malo y tan distorsionador que nos iría mejor si no hubiera ningún medio, ninguno".
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Se acaba la entrevista. Assange se levanta y muta. Se convierte en otra persona. Se desprende de un plumazo de toda su intensidad y gravedad. Se vuelve ligero, encantador, sonríe. Rejuvenece. Lo último que dice, una vez apagada la grabadora. "No creas a nadie. No creas a nadie. No creas a nadie. Te estarán mintiendo.
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