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A civilised approach to
the question of humanity



Towards the end of his life, Ryszard Kapuscinski, who always combined a journalist's curiosity with a novelist's ability to pick out the broad trends of his era, tried to answer some of the questions his life of voyages had posed. His greatest interest was in identity, specifically in the definition of the 'Other'. In 2003-04 he gave a series of lectures exploring this theme and it is appropriate that they took place in Krakow, in his native Poland, and Vienna, cities in the heart of Mitteleuropa, central locations in the great drama of hatred, creation and destruction that was European history in the 19th and 20th centuries.

In this short, simple, extraordinarily intelligent book, Kapuscinksi explores what it is to be European, to be non-European, to be colonised, to be the coloniser, to have or to impose an identity.

It is tempting to say these issues have never been so important. That would be wrong. Identity was as crucial during the Thirty Years War as it was in the 20th century and as essential to the peoples of sub-Saharan Africa 1,000 years ago as it is in 21st-century America. After sustenance and reproduction, society is the most basic of human needs. And with a group comes a definition of who is in and who is out.

Kapuscinski recognises this. Every person we 'meet along the road and across the world' is 'in a way twofold', he says. First, there is 'a person like the rest of us', who has 'his joys and sorrows, does not like to be hungry or ... cold, feels pain as suffering and good fortune as satisfying and fulfilling'. But there is the second person, 'who overlaps with the first'. He is 'a bearer of racial features and ... a culture, beliefs and conviction'. These two entities co-exist and incessantly interact. Anyone who has travelled through our supposedly 'flattened' world in recent years can confirm this. Few can deny the emotional pull of the tribe, the nation, the linguistic community, or the difference of peoples, races, languages, cuisines, traditions and histories. This has proved the great flaw in the doctrines of liberal interventionism and neoconservatism. Much of development theory clings to an economic vision of growth, underplaying the emotional. But the two beings outlined here are frequently in conflict and the second often wins.

The lectures are as erudite as they are profound. Kapuscinski relies heavily on Emmanuel Lévinas, the Jewish-French philosopher who insisted that we are defined as individuals by our attitude to the Other. But he also cites the Swiss traveller, thinker and scientist Albrecht von Haller, Goethe, the Upanishads, Montesquieu, Conrad and scores of others. He delves deeply into Polish religious and secular philosophical and literary traditions too, reminding us of his origins. Critical of Eurocentrism, Kapuscinski comments drily that 'all civilisations have a tendency towards narcissism and the stronger the civilisation the more clearly this tendency will appear'. The point is a good one - as is the sideswipe at journalists (particularly TV reporters) who have never read a book on the countries they are talking about.

The final lecture is 'On Multiculturalism'. Kapusinscki delivered it less than three years before he died in 2007. It is an astonishingly fresh and perceptive discussion of what identity means today. Sketching a rapid history of European visions of the rest of the world, Kapuscinski points out that 'the idea of equality with the Other only occurs to the human mind very late on, many thousands of years after man first left traces of his presence on Earth.' In the networked 21st century, he says, we will encounter the Other in ways and with a frequency that could never have previously been imagined. Will this result in a coming together in mutual respect or an unleashing of base prejudice? Kapuscinski, an optimist and a humanist, does not know.

Early on, he cites an adage of the Polish-born social anthropologist Bronislaw Malinowksi: 'To judge something, you have to be there.' This is a quote that should hang above the doors of every newsroom and faculty. Kapuscinski was there. As a judge he is fair, humane and sensible - and as important now as ever.

http://www.guardian.uk/
Polémica

“Kapuscinksi usaba la memoria, y la memoria es creativa”


El biógrafo cuestionó al gran periodista y abrió una polémica sobre cuánta ficción tiene el periodismo


POR HECTOR PAVON

Fue su colega en el diario polaco Gazeta Wyborcza, su discípulo, su biógrafo... ¿Traicionó a Riszard Kapuscinski (foto ) ? Artur Domoslawski publicó en 2010 la biografía de uno de los periodistas más respetados, valorados y mitificados en todos los idiomas.

El libro llega en estos días con el sugestivo título Kapuscinski non fiction . La polémica se ha aplacado, a pocos importa si Kapuscinski mintió, exageró o dijo la verdad que se esperaba que dijera. En todo caso sus trabajos hablaban de mundos desconocidos que asomaban por primera vez. Ya otros podrán construir otras verdades. Este viernes, el autor lo presenta en la Librería Eterna Cadencia junto al periodista Gabriel Pasquini.

Ha escrito un libro que generó una primera polémica porque muestra “otro” Kapuscinski....
Es otra cosa, está escrita con simpatía. Lo explico con matices, no oculto cosas polémicas, desfavorables. Pero es un libro que lo trata con justicia. Aunque hago ciertas preguntas sobre su vida política, personal, sobre la porosidad de las fronteras entre periodismo y literatura.

En cuanto a la recepción…
Artur Domoslawski
Por primera vez mucha gente se preguntó públicamente sobre el contenido de su obra, que merece una reflexión crítica. Creo que la mayor decepción fue que hubo quienes dijeron que este libro era contra Kapuscinski. Obviamente que no es así.

Hay un capítulo del libro que se titula “¿Por qué en Polonia no se critica a Kapuscinski?”. ¿Es un prócer al cual usted puso en duda?
Sí, bueno creo que cada país, tiene sus mitos, sus santos entre comillas, sus intocables. Por muchos años a Kapuscinski no se lo criticó. No se pensaba muy profundamente el contenido de la obra, se lo admiraba como a nuestro gran escritor, que se hizo famoso en el mundo, conocido en todas partes. El problema fue cuando di ejemplos del contenido político de su pensamiento y de su obra, especialmente en un país que es de derecha. Falta de crítica también significa que la obra no era bien pensada, simplemente era: “¡Ah, qué bonito escribe!”

Para describir la forma en que Kapuscinski trabaja usted usa el verbo “fabular”. ¿En polaco, también lo escribió así, con ese peso?
Yo intencionalmente uso esta palabra “fabular” y no “mentir” o “inventar”. Hay un matiz, una diferencia importante entre mentir, inventar y fabular. En primer lugar, “fabulación” es mucho más suave, más sutil. A la vez, la fabulación puede ser intencional y a veces, no. Por ejemplo, Kapuscinski usaba una fuente muy importante de su obra que es su memoria. Sabemos muy bien que la memoria también es creativa, complementa cosas que faltan, a veces lo hace intencionalmente y a veces no. Pero había también casos en los cuales él alimentaba su lengua intencionalmente, hay varias razones que trato de explicar del libro. Una razón es que venía de un país lejano cuyo idioma nadie entendía fuera de Polonia... Antes de que su obra estuviera reconocida como obra literaria o de periodismo, llega el mensaje de que era sobre todo “testigo del siglo XX”. Entonces sobre esta leyenda, yo diría que el 99 por ciento es verdadero, pero tiene también puntos ficticios. Cuando el personaje ya se hizo muy famoso en todas partes, es muy difícil corregir, desmentir ciertos elementos de la leyenda.

¿Por qué Kapuscinski se dedicó en los últimos tiempos a escribir más ensayos. ¿Quería ser reconocido por los intelectuales? ¿Se sentía inferior ante la academia?
Es posible que fuera así... El trabajo de reportero tiene sus límites y uno es la edad. Ya no tenía más fuerzas para viajar. Había peligros y riesgos de salud. Entonces debe usar otros recursos como el ensayo. El escribía cosas mucho más interesantes que muchos intelectuales. Por ejemplo, dice “¿Saben cuál fue la mayor revolución en África en el siglo XX?: el bidón de agua”. Bueno ningún Fukuyama podría llegar a esta conclusión. El vivía en África y sabía que para muchos lugares remotos en África, eso era una revolución. No tenía ningún motivo para tener complejos.

Hay una leyenda, fomentada por Kapuscinski, que dice que estuvo a punto de ser fusilado cuatro veces. ¿Cuántas fueron para usted?
Creo que pudo estar a punto de morir cuando tuvo malaria cerebral, tuberculosis. O en Angola cuando tomó el fusil y disparaba. Pero no necesariamente en las situaciones sobre las cuales hay leyendas y que él contaba. No sabemos sobre ciertas situaciones que nos contó, pero hay una en particular sobre la cual yo conseguí otro testimonio que es muy distinto a lo que él escribió.


Antecedentes
En marzo de 2010, el libro se publicó en Polonia, provocando gran revuelo dado que revelaba que Kapuscinski inventaba parte de lo que presentaba como “la realidad”. Allí, el libro fue cuestionado duramente porque Domoslawski puso en evidencia las convicciones comunistas y la colaboración con el Partido durante la Guerra Fría. Meses después se editó en España, pero la polémica ya estaba aplacada. De todos modos, a Alicja, la viuda de Kapuscinski no le gustó nada el libro y no hubo reconciliación.

Ñ

PERIODISMO

¿Es éste el futuro de las redacciones? 
Las conclusiones de un estudio entre 525 editores de periódicos de todo el mundo 

Madrid
07.10.2010
Foto - Redacción integrada del periódico
austríaco Osterreich

El Barómetro sobre Redacciones 2010 presentado por McKinsey & Company en el decimoséptimo Foro Mundial de Editores (17th World Editors) que se celebra estos días en Hamburgo ha concluido que el futuro de las redacciones pasa por la integración multimedia y por un modelo basado en el pago por la información.
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La muestra del estudio está integrada por 525 editores de periódicos de todo el mundo, que respondieron a la encuesta entre abril y junio pasados. Los encuestados, según los resultados del sondeo, se mostraron más optimistas de lo esperado, según ha manifestado Eric Hazan, miembro de la organización, encargado de dar cuenta de este informe ante el auditorio del Foro Mundial de Editores. 

De acuerdo con el estudio, los editores en jefe y otros responsables de redacción creen en un modelo de publicación multiplataforma o multisoporte y en el mantenimiento del papel, así como en el pago por las informaciones, aunque no tienen muy claro que este sistema s.ea el que deberían adoptar dentro de sus empresas periodísticas.

Los editores de los países emergentes son más favorables a apostar por modelos de suscripción, mientras que los europeos se muestran partidarios de algún tipo de patrocinio. Un 35% de los editores consideran que la información seguirá siendo gratuita y un 17% no están seguros de que esto vaya a ser así en los próximos años. 
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Nuevo tiempo para los periodistas
Sobre el modelo de publicación multiplataforma, Hazan ha asegurado que en América del Norte una mayoría de editores dice que trabajan en una redacción multimedia plenamente integrada, en concreto, un 81% de los encuestados.
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En Europa, este porcentaje se reduce a un 38%. Aunque parece que estamos ante un nuevo tiempo para los periodistas, Eric Hazan ha advertido que muchos de ellos no se perciben como actores multimedia. 
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A pesar de ello, los medios digitales jugarán un papel cada vez más importante, con un dominio del modelo multiplataforma en las redacciones, según han confirmado los encuestados. Los editores creen que el papel proporcionará menos de la mitad de la tirada en cinco años, con un 55% de promedio de lectores que accederán a las publicaciones a través de los medios en internet, los móviles y las tabletas.
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Otro de los resultados relevantes que se extraen del estudio es que los medios sociales son una oportunidad única para los periódicos, según nueve de cada diez entrevistados, especialmente los editores menores de 35 años. 
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La encuesta incluía una pregunta sobre la que parece la mayor amenaza para los periódicos. Para un 37% de los encuestados ésta es la disminución de lectores jóvenes, mientras que para un 24%, el peligro está en internet y los medios digitales, sobre todo, entre los editores de mayor edad. 


Cinco tendencias en las redacciones para 2011 


La información local, el contenido móvil y el uso de las redes sociales, apuestas clave para los medios en los próximos meses


B. Yuste, Madrid
27.12.2010
Foto - Imagen de la redacción del periódico británico «The Guardian»

Ahora que acaba el año no solo es momento para hacer balances, sino también para acercar la mirada a las tendencias que marcarán la evolución de las redacciones de los periódicos durante, al menos, los doce próximos meses. Mientras que algunas de ellas ya han comenzado a incorporarse a las organizaciones periodísticas, con más o menos intensidad, otras están en un estado más que embrionario o experimental.
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Lo cierto es que todas ellas forman parte de la lista de retos pendientes que deberán encarar los medios en un futuro inmediato para adaptarse a un escenario comunicativo cambiante y con nuevos agentes en el tablero de juego. 
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En los últimos tiempos ya se ha confirmado la apuesta de los medios por las redes sociales. En 2011 el uso de estas plataformas será aún mayor y no sólo por parte de los periodistas de la redacción digital. El gran reto será involucrar a todos los miembros de la organización periodística y planificar una estrategia de actuación en estos espacios, en la que no estén implicados todos los periodistas y no únicamente aquellos que se ocupan «full time» en las labores de dinamización de contenido o en el área del social media.
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Será un objetivo determinar también los perfiles de los profesionales que asumirán estas tareas. Hace unas semanas se conocía que Jennifer Preston, una periodista veterana de «The New York Times», abandonaba su responsabilidad como social media editor de este periódico. De forma paralela, los medios tendrán que abordar una de las cuestiones más espinosas: el modelo de participación. ¿Moderado o no moderado?
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Una mayor apuesta por el contenido local
La información local será, sin duda, una de las bazas importantes para los periódicos. Durante este año hemos asistido a determinados proyectos e iniciativas que apuntan a la consolidación de esta tendencia. Es el caso, por ejemplo, del lanzamiento de una sección local por parte del diario económico «The Wall Street Journal». En noviembre Forbes publicaba una lista con las seis mejores iniciativas periodísticas, entre las que destacaban varias de periodismo hiperlocal.
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Junto a la información local, otra de las tendencias será el desarrollo de aplicaciones para móviles y para las nuevas tabletas, lo que implicará, en consecuencia, la aparición de nuevos formatos informativos y un lenguaje específico para estos soportes. Desde que llegara al mercado el iPad de Apple se han realizado todo tipo de análisis sobre si este aparato será o no la tabla de salvación de los periódicos y de si éstos están aprovechando realmente todas las potencialidades que les ofrece.
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Desarrollo de nuevas narrativas
En este capítulo se incluiría la creación de equipos multimedia para la producción de contenidos a modo de factorías audiovisuales, así como una mayor apuesta por la infografía y por la visualización de datos, algo que ya está tomando fuerza entre algunos periódicos norteamericanos.
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Sistemas de organización y modelo de negocio
La organización redaccional y su funcionamiento a partir de un modelo integrado o autónomo seguirá ocupando la agenda de los medios. Determinar los flujos de trabajo en la redacción integrada, así como las funciones que asumirán los redactores y cómo se reflejará en los contenidos serán cuestiones a resolver durante el año que llega. Y todo esto con un telón de fondo: la búsqueda de un nuevo modelo de negocio que haga sostenible a las empresas periodísticas en este nuevo entorno. 
Paul Steiger
EL FUTURO DEL PERIODISMO

Paul Steiger - DIRECTOR Y PRESIDENTE DE ProPUBLICA 

"El periodismo de investigación es tan necesario como la cultura"

Bárbara Celis
19.12.2010 

Periodista neoyorquino, multipremiado, con cuatro décadas de experiencia a sus espaldas, Paul Steiger tiene 68 años, una cifra jurásica si se considera la juventud que tiende hoy a primar en las redacciones. Sin embargo, tras 15 años escribiendo sobre finanzas en Los Angeles Times y 25 en The Wall Street Journal, donde ejerció durante más de una década como director de información, su proyecto más reciente no le sitúa precisamente en el pleistoceno del periodismo, sino en un presente vigoroso que puede ser esencial para la existencia futura de la profesión.
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Steiger es el impulsor, director y presidente de una de las propuestas periodísticas más atrevidas del siglo XXI: ProPublica, una plataforma dedicada al reportaje de investigación, creada en 2008 y financiada estrictamente con donaciones. En 2009, ProPublica publicó 139 reportajes, en su mayoría en colaboración con grandes medios tradicionales.
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En sus escasos tres años de vida ha acumulado 28 premios de periodismo, entre ellos un Pulitzer, el máximo galardón para el periodismo de investigación. Arrancó con 10 millones de dólares procedentes de la Fundación Sandler, pero en apenas tres años ha conseguido recaudar otros cuatro millones. Está constituida como una organización sin ánimo de lucro y, por tanto, no responde a las exigencias de un consejo de accionistas que busca resultados económicos, sino a su propio manifiesto:
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"Producir información que denuncie la explotación del débil frente al fuerte y los fracasos de aquellos en el poder para reivindicar la confianza depositada en ellos. Seguimos la tradición del periodismo como servicio público para estimular cambios positivos", reza su página web.
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Con una redacción de apenas 33 reporteros, ProPublica no solo ha demostrado que su modelo económico es viable, sino que el periodismo de investigación, desterrado o reducido a la mínima expresión de muchas grandes cabeceras por sus altos costes, interesa a los lectores.
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Lo demuestra el impacto de reportajes como “The deadly choices at memorial”, en el que la periodista Sheri Fink denunciaba que durante el huracán Katrina los médicos de un hospital de Nueva Orleans habían optado por matar silenciosamente a algunos de sus pacientes ante la imposibilidad de hacerse cargo de ellos tras la catástrofe. Fink citaba a todas sus fuentes por su nombre, algo cada vez menos frecuente en el periodismo actual. La investigación, impecable, duró casi dos años, se llevó un Premio Pulitzer el pasado mayo e hizo que se abriera una investigación criminal por esas muertes. Además impulsó la redacción por parte del Instituto de Medicina de una serie de recomendaciones sobre cómo gestionar situaciones de emergencia cuando no hay equipos médicos para tratar a los pacientes.
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En su corta existencia, ProPublica ha recibido además varios galardones por innovaciones relacionadas con la aplicación de herramientas digitales al mundo de la investigación periodística. "Sospechábamos que había potencial, pero desconocíamos el alcance de cara a manejar información y comunicarla", afirma Steiger. Y en una era en la que los becarios son tan ubicuos en las redacciones como el vacío de sus bolsillos, ProPublica también marca la diferencia: nadie trabaja gratis. Es más, sus becarios tienen un sueldo mensual de 2.800 dólares al mes. "Si quieres calidad, hay que pagar por ella", defiende este periodista, considerado uno de los mejores reporteros financieros de las últimas décadas y bajo cuya batuta The Wall Street Journal consiguió 16 premios Pulitzer.
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Sentado en un despacho con vistas privilegiadas de la ciudad, en el corazón del distrito financiero de Nueva York, Paul Steiger recibía esta semana a EL PAÍS enfundado en una trasnochada chaqueta de pana y frente a un escritorio rebosante de papeles en la sede de ProPublica.
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Pregunta. ¿Cómo nació ProPublica?
Respuesta. En 2006, una pareja de filántropos, Herbert y Marion Sandler, preocupados ante la disminución del periodismo de investigación en las redacciones tradicionales, me pidió consejo porque quería destinar 10 millones a mantenerlo vivo. Después de varias conversaciones decidimos crear ProPublica con el compromiso de que ellos financiarían los tres primeros años. Gracias a ese dinero demostramos la viabilidad del proyecto y llegaron más donantes. El año pasado recaudamos un millón de dólares al margen de la Fundación Sandler. Este año han sido tres y el próximo proyectamos conseguir cinco.
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P. ¿Cómo se garantiza la independencia?
R. A todos nuestros donantes se les advierte de que su dinero no influirá en la elección de los temas, sobre los que no se les informa previamente. No tienen acceso a ninguno de nuestros periodistas.
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P. ¿Cree que el futuro del periodismo de investigación está en el mundo .org?
R. No todo, pero una parte sí. La prensa tradicional aún dedica recursos al periodismo de investigación, aunque menos que antes. Pero también hay otras empresas nuevas que nacen con esa vocación en su ADN. No todo tiene que venir de organizaciones sin ánimo de lucro, pero creo que en parte tendremos que apoyarnos en la filantropía.
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P. ¿Tienen algún plan para convencer a las nuevas generaciones de la necesidad de pagar por adelantado para financiar este tipo de periodismo cuando llevan al menos 10 años leyendo información online gratuitamente?
R. Creo que la gente joven es inteligente y puede ver que el periodismo de investigación contribuye al ejercicio del Gobierno democrático y ejerce un control sobre lo que hacen gobernantes y sociedad civil. Durante casi toda mi carrera fue una parte muy exitosa del modelo de negocio en el que se apoyaba esta industria, pero ahora que ese modelo está en crisis hay que buscar alternativas. El periodismo de investigación es caro, pero es importante y necesario. Tanto como la educación o la cultura. Quien comparta esa idea donará dinero.
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P. ¿Tienen un plan B en caso de que su mayor filántropo les retirara su apoyo?
R. Tendríamos que buscar el dinero en otra parte, y si no, cerrar. Pero confío en que no sería necesario porque el número de fundaciones interesadas en financiarnos ha crecido muchísimo desde que arrancamos hace tres años.
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P. ¿Cree que es un modelo exportable? En Estados Unidos hay mucha tradición filantrópica, pero en Europa no. Emulando su modelo económico nació en España Periodismo Humano, pero conseguir donantes sigue siendo un reto.
R. Cuando empezamos no había ni fundaciones ni individuos interesados en dar dinero al periodismo de investigación, pero tres años después eso ha cambiado radicalmente. Por eso mi consejo es intentarlo. Estoy seguro de que en España también hay gente con mucho dinero a la que se puede convencer de utilizarlo en algo así.
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P. ¿Cómo se trabaja en ProPublica? ¿Quién decide qué temas se van a investigar?
R. Siempre he defendido que las mejores ideas de reportajes vienen de los reporteros, no de sus jefes. Alguna vez a los jefes se nos ocurren ideas brillantes, pero no es lo habitual. Una vez que se pone en marcha una investigación, el trabajo del reportero es supervisado por un redactor jefe, que tiene a su cargo entre cuatro y nueve periodistas. Cuando se trata de una investigación que puede durar meses, entonces también los principales responsables de la redacción nos implicamos.
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P. Usted trabajaba en The Wall Street Journal cuando en 1996 se decidió que se cobraría por la edición online. Ese modelo se ha mantenido firme hasta ahora. The Guardian defiende la gratuidad absoluta. ¿Cuál es el modelo acertado para sobrevivir ante la crisis que vive la prensa?
R. No soy optimista respecto al futuro de todos los periódicos, pero sí lo soy respecto al futuro del periodismo. Creo que los dos modelos, de pago y gratuito, pueden convivir. Un lector quizá no esté dispuesto a pagar por leer el periódico en su ordenador, pero sí esté dispuesto a pagar por leerlo en su teléfono o en su iPad. Por eso los periódicos tienen que pensar en ellos como organizaciones de noticias en las que las diferentes plataformas se complementan. Antes la televisión te daba gratis informaciones que los periódicos solo te daban pagando. A cambio, tenías que tragarte los anuncios. Por eso creo que es importante separar el significado que tiene lo que está ocurriendo en el periodismo para periodistas del que tiene para los consumidores de noticias. Los últimos han ganado porque tienen acceso más rápido a muchas más cosas; por ejemplo, el tiempo, los goles de un partido de fútbol, la Bolsa. Y es gratis. Antes solo la prensa te daba esa información. Ahora hay muchos otros canales. Y la prensa tradicional ha perdido dinero por ello, pero hay que aprender a utilizar toda esa información en beneficio del periodismo. Hay que ser creativos. Por eso algunos medios tradicionales sobrevivirán y otros no. Pese a todo, creo que hoy el periodismo es mucho mejor que hace dos décadas. Basta con comparar las portadas de los periódicos de hoy con las de antes.

Arte: JOON MO KANG
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P. ¿Por qué ProPublica colabora con periódicos tradicionales para publicar sus mejores historias? ¿Tener una web no basta para darles visibilidad?
R. Si nos guardáramos las mejores para nosotros, ganaríamos audiencia más rápido, pero no buscamos ser una web grande con muchos visitantes únicos muy deprisa, sino denunciar los abusos del poder y los fallos en la defensa del interés público de forma que la gente pueda actuar y se tomen medidas contra determinadas situaciones. El reportaje de Sheri Fink, tras publicarse en The New York Times, creó el mayor tráfico jamás registrado hacia nuestra web, pero en la del diario se vio 10 veces más. Hay temas que publicamos solo en la web, pero nuestro objetivo es que las historias alcancen el mayor impacto y la mayor audiencia posible. Y de momento la prensa tradicional sigue alcanzando a mucha gente.
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P. En cierto modo eso es lo que ha hecho Wikileaks: le ha entregado documentos a varios diarios que han alcanzado audiencias mucho más extensas de lo que habrían conseguido limitándose a colgarlos en su web...
R. Sí, pero Wikileaks y ProPublica no son lo mismo, puesto que su misión es diferente. Wikileaks tiene un objetivo muy concreto: encontrar documentos y publicarlos. Eso es solo una parte de lo que hacen los periodistas. Nosotros estamos integrados verticalmente, encontramos información que otra gente no tiene, separamos la paja de lo realmente importante y construimos una narrativa alrededor de los datos, dándoles forma, conectando informaciones. Nuestro objetivo no es solo conseguir documentos como en el caso de Wikileaks.
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[Desde que comenzaron las filtraciones de los papeles del Departamento de Estado es difícil abordar una conversación con un periodista sin mencionar la palabra Wikileaks. Pero pese al fuerte interés y desconcierto que ha creado en España y otras partes del mundo, no toda la profesión considera que el fundador de esa plataforma, Julian Assange, y su equipo estén haciendo algo revolucionario al destapar las intimidades de la política exterior estadounidense, o la existencia de miles de víctimas civiles jamás reconocidas en las guerras de Irak y Afganistán. Más allá de las condenas histéricas lanzadas por reporteros de la cadena de televisión Fox o por políticos, que acusan a Assange de terrorista y piden su cabeza, o del propio Gobierno estadounidense, que estudia frenéticamente fórmulas para poder sentarle en el banquillo, hay periodistas como el director de The New York Times, Bill Keller (que lleva publicando documentos de Wikileaks desde el verano), o el propio Steiger, que opinan que las noticias que desde hace dos semanas ocupan las portadas de este diario, de Le Monde, de Der Spiegel o The Guardian "son interesantes, importantes, significativas, pero creo que se está exagerando su alcance. Son la passion du jour, pero no estoy seguro de su repercusión de aquí a un año. Lo único que digo es que, hasta la fecha, no están revelando nada que no se sospechara. La noción de que Wikileaks ha cambiado profundamente el periodismo o la propia diplomacia me parece exagerada. Creo que su impacto será menor de lo que muchos anticipan".]
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P. ¿Habría ProPublica aceptado los documentos del Cablegate para investigar sobre ellos y publicar sus propias historias?
R. Habría que evaluar las ventajas comparativas. Nosotros tratamos de no hacer lo que ya están haciendo otros. Pero si me ofrecieran un menor número de documentos sobre algún tema que ya estuviéramos investigando, seguramente aceptaría. Lo que siempre le digo a mis reporteros es que no se debe incitar a nadie a robar o pagar por documentos o conseguirlos de forma ilegal.
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P. Pero los Papeles del Pentágono se consiguieron de forma ilegal (Daniel Ellsberg se los dio a la prensa cuando eran clasificados). ¿Usted no los hubiera publicado?
R. No he dicho eso. Siempre hay que hacer un balance entre la importancia del contenido y el servicio público que se va a prestar sacándolo a la luz. The New York Times publicó los Papeles del Pentágono y ahora los del Departamento de Estado. Su trabajo ha sido impecable.
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P. ¿Qué opina entonces de los ataques contra Julian Assange?
R. Cuando trabajaba en The Wall Street Journal también hubo gente que pidió que se abrieran investigaciones contra mí. Pero lo cierto es que ahora la situación es más seria. Me preocupa que el Departamento de Justicia esté rebuscando vericuetos entre las leyes para aplicárselas a los periodistas cuando no fueron leyes concebidas para ello. Y me preocupa que el senador Lieberman, de quien soy amigo personal (fue su redactor jefe en el diario universitario en el que ambos trabajaban en Yale), sugiera que hay que abrir una investigación contra The New York Times por publicar los cables. Respecto a Assange, de momento lo único concreto que hay contra él es una acusación por violación en Suecia. Si se llega a demostrar que es falsa y que hubo presiones de Estados Unidos u otro país, entonces cambiaría todo. Pero de momento no hay pruebas de ello.
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"Un lector quizá no esté dispuesto a pagar por leer el periódico en su ordenador, pero sí por leerlo en su teléfono o iPad"

"La información ya no es un monopolio en manos de unos pocos, sino un ecosistema en el que hay más jugadores"

"No soy optimista respecto al futuro de todos los periódicos, pero sí lo soy respecto al futuro del periodismo"

"Siempre le digo a mis reporteros que no se debe incitar a nadie a robar o pagar por documentos"