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Un programa para evitar que las nuevas generaciones reproduzcan comportamientos estereotipados


Cien institutos catalanes participan en el programa "No seas Manolo, no seas Maripili" que impulsa la Universidad Pompeu Fabra para evitar que las nuevas generaciones de hombres y mujeres reproduzcan comportamientos estereotipados.

"El síndrome del Manolo es el que sufren los hombres que desarrollan actitudes prepotentes y agresivas por miedo al fracaso, mientras que el síndrome Maripili es el que tienen las mujeres que deforman su identidad por miedo al rechazo en una sistema masculino", ha explicado hoy la directora del máster en Liderazgo Femenino de la UPF, Carme García.

El programa, que se ha presentado hoy en la sede de la Escuela Superior de Comercio Internacional (ESCI) de la UPF, tiene como misión formar a profesores de secundaria de toda España para que promuevan actitudes entre sus alumnos que eviten la perpetuación de los estereotipos de género y del modelo masculino imperante.

Cien institutos de secundaria de Cataluña privados y públicos serán los pioneros en la aplicación experimental de este proyecto, según ha informado hoy la Obra Social "la Caixa", que da a apoyo económico al proyecto. También el departamento de Enseñanza de la Generalitat colabora con este programa, que pretende crear las condiciones adecuadas para favorecer la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres y permitir el liderazgo femenino. En la ciudad de Barcelona se han adherido siete centros públicos y cinco privados.

http://www.abc.es/

Los chimpancés bostezan por empatía con los miembros de su manada
Rosa M. Tristán

Cuando se ve a alguien bostezar, pensamos que la razón está en que tiene sueño o se está aburriendo. Sin embargo, el ser humano no es el único primate que lo hace y en el caso de nuestros primos genéticos más cercanos, los chimpancés, el contagioso bostezo no tiene el mismo significado: en su caso puede ser una muestra de conexión social entre individuos.


Así se deduce de la investigación realizadas en el Yerkes National Primate Research Center, en la Universidad de Emory (EEUU), que podría ayudar a los científicos a entender cómo la empatía está detrás de este mecanismo automático tanto en estos simios como en los humanos. La investigación podría también ayudar a demostrar cómo se consolida o debilita esa empatía.


Los científicos de Yerkes descubrieron que los chimpancés bostezaban más después de que congéneres familiares lo hicieran, que cuando eran bostezos de extraños, según publican en la revista 'PLoS ONE'.

Matthew Campbell y Frans de Waal proponen que cuando el bostezo se contagia entre dos chimpancés es reflejo de que entre ellos hay una empatía subyacente. "La idea es que son contagiosos por la misma razón que también lo son las sonrisas, los ceños fruncidos y otras expresiones faciales", argumentan. "Nuestros resultados apoyan la idea que el bostezo contagioso se puede utilizar como medida de empatía, porque las relaciones que observamos son similares a las que previvamente observamos en seres humanos", apuntan.

Los investigadores estudiaron 23 chimpancés adultos, que fueron separados en dos grupos. Los chimpancés vieron varios videoclips de nueve segundos de otros chimpancés, en ambos grupos, bostezando o haciendo otras cosas. Observaron que bostezaban con una frecuencia un 50% mayor cuando veían a miembros de su grupo bostezar, respecto a cuando eran los del otro quienes lo hacían.

Una ventana de conexiones sociales
En los seres humanos, los científicos ya han identificado que ciertas partes del cerebro se activan cuando alguien experimenta dolor y cuando creen que algún otro lo experimenta. Pero según estos experimentos, la gente tiende a demostrar más sensibilidad con los miembros del mismo grupo social.

Los resultados plantean la cuestión de si el bostezo contagioso entre las personas tiene la misma característica que entre los chimpancés, es decir, si favorece a los miembros del mismo grupo social.

Los expertos de Yerkes recuerdan que los chimpancés viven en pequeñas comunidades donde los desconocidos son de otro grupo social ajeno, pero entre los humanos no todos los desconocidos son extranjeros. Por ello, creen que entre chimpancés la distinción de pertenencia a un grupo es más absoluta. De hecho, los que están en estado salvaje son extremadamente hostiles a los grupos externos.

En todo caso, los autores afirman que el bostezo contagioso podría ser una ventana en conexiones sociales y emocionales entre los individuos, y sugieren que conocer la empatía de los chimpancés puede ayudar a analizarla en los seres humanos.

"La empatía es difícil de medir directamente porque es una respuesta interna, por ello la mímica emocional, como puede ser un bostezo contagioso, puede servir de medida de este comportamiento", afirma Campbell.

http://www.elmundo.es/
Giorgio Nardone: "La mujer de hoy es más poderosa que el hombre"


El psicólogo italiano publica en España su libro 'Los errores de las mujeres en el amor' donde analiza los 17 guiones que interpreta el sexo femenino en las relaciones


Albert Domènech
01.04.2011

Según el psicólogo Giorgio Nardone ( foto )  todas las mujeres interpretan papeles, tanto en pareja como consigo mismas. Son lo que él llama guiones de relación, unas actitudes que no son patológicas, pero que se repiten sin darse cuenta, ya sea como respuesta al fracaso o a una relación satisfactoria. Los errores de las mujeres en el amor es la propuesta de Nardone que ahora estrena trabajo editorial en España, un libro con el que hace un ejercicio de observación desde fuera. Según él, la óptica masculina resulta idónea para analizar las dinámicas que sintetiza en 17 guiones o perfiles que van de La Bella Durmiente o La Amazona, a la Seductora, La Ejecutiva o La Bruja. Todos ellos, mal utilizados, tienen el mismo final: el fracaso.



-Ha titulado el libro Los errores de las mujeres en el amor. ¿Cometen más errores las mujeres que los hombres en el amor o es que son más recurrentes?
- (Sonríe). He definido los errores de la mujer como guiones equivocados, es decir, modalidades de relacionarse con el otro sexo de manera rígida y estancada. Los guiones no son equivocados en sí mismos, sino que se convierten en errores cuando se vuelven una modalidad de relación. Es más, el hecho de que la mujer utilice un guión sentimental es porque lo ha experimentado con éxito a lo largo de su vida. Por ejemplo, la que he definido como La Desbordante, es una mujer guapa, que tiene éxito en la vida profesional, que es muy positiva, pero que transfiere este guión de éxito al ámbito de la pareja. Por eso se encuentra con hombres que son más débiles que ella, hasta que al final se cansa y los deja. Lo que quiero decir es que el error no es un error de decisión o de actitud, sino que consiste en repetir un guión rígido que funciona en algunos ámbitos de la vida pero que pierde su funcionalidad cuando se transforma en algo estancado.

-Sorprende que sea un hombre el que tenga que definir estos guiones equivocados de las mujeres. ¿Por qué cree que es el hombre el que puede describirlos mejor?
-Lo he visto con mis alumnas o con mis colegas. En la mayoría de los casos son mujeres guapas, de éxito, pero que ves que cuando tratan de hacer un discurso relacionado con las temáticas del amor y de la pareja se pierden por completo. No saben hacer un discurso racional y consentido. La mirada brutal y primitiva del hombre es una mirada pragmática que permite a las mujeres tener esa perspectiva que ellas mismas solas no logran tener. Como ellas están metidas en este sistema no tienen la capacidad de mirar hacia fuera y analizarse.

-Asegura en su libro que la mujer tiene más poder que el hombre. ¿Cuál fue el punto de inflexión?
-Sí, es así, la mujer de hoy es más poderosa que el hombre. A partir de los años 70 con el feminismo hubo una evolución cultural con la que la mujer adquirió un papel que antes no tenía. Hay sectores profesionales donde la gran mayoría son mujeres, es el caso del mundo editorial o de la cultura. Esto ha hecho que las mujeres se vuelvan más capaces de gestionar todas las dinámicas de la relación. También debo decir que en la familia moderna el hombre está mucho más protegido que la mujer, y el resultado es un hombre más frágil y una mujer más potente. Esto tiene una repercusión clara en la dinámica de pareja.

-¿El hombre ha aceptado con fair play este nuevo rol de la mujer?
-Sí, porque hay muchos hombres que se sienten incapaces de asumir ciertas responsabilidades y están encantados de poder delegar esas responsabilidades a la mujer, como antes hacían con su madre o con su familia.

-¿Me puede definir lo que entiende usted por un guión sentimental?
-Es una modalidad que se establece con tu pareja y que es fruto de una forma de actuar que has visto que ha tenido éxito a lo largo de tu vida. No es un don de la naturaleza, es algo que vas construyendo a lo largo de la vida.

-Define un total de 17 guiones o roles sentimentales y a la mayoría les ha puesto nombres de personajes sacados de cuentos o de la literatura. ¿Qué nos quiere decir con esas etiquetas?
-Sí, porque en los cuentos o en los mitos tenemos unas imágenes que son parte de la idiosincrasia cultural, como por ejemplo, El Hada, La Bella Durmiente, La que busca el príncipe azul. Estas metáforas nos ayudan a comprender todo más fácilmente. También hay guiones a los que he dado nombres más modernos como La Ejecutiva o La Desbordante que no viene del mundo del mito, sino del entorno social actual. Son todas imágenes analógicas que nos remiten directamente a un estilo. Si hablo de una mujer ejecutiva está claro que estoy hablando de una mujer que lo tiene todo bajo control.


-¿Cree que puede haber alguna mujer que no se sienta identificada con ninguno de los 17 patrones que propone?
- Sí, puede suceder, serían mujeres que pueden sentirse identificadas con más de un guión, y esto sería la verdadera salud, la flexibilidad. Cada mujer, como cada hombre, tiene una característica fundamental, así que las que tienen dificultades en reconocerse en algún guión, y le haces las preguntas correctas, llegan a reconocerse en su guión fundamental. Como digo en las descripciones de cada guión, y para poder salir de las trampas, la mujer tendría que saber cuál es su guión y hacerlo más flexible, escogiendo características de guiones similares. Hay mujeres que lo hacen de forma espontánea, y esas son las mejores.

-Entiendo que sería un error intentar cambiar drásticamente un guión previamente establecido…
-Sí, cada evolución crea el mismo poder en dirección contraria, sobre todo en la personalidad de una persona. Así que el cambio se tiene que hacer introduciendo elementos sacados de otros guiones. Insisto en que no hay un guión que esté enfermo, llega a estar enfermo cuando se convierte en algo rígido y que no cambia.

-¿Cuál cree que es el guión sentimental que más se repite en la sociedad moderna?
-Seguramente el de La Desbordante porque tiene que ver con el de esas mujeres que tiene éxito, que son capaces y que también saben relacionarse muy bien por lo que son muy buscadas y deseadas por los hombres. El segundo sería La Mujer Ejecutiva, ambos son los que más se repiten en la actualidad.

-¿Coincide con lo que han ido al alza en los últimos años o hay algún patrón que sobresalga en este sentido?
-Sí, y quizás añadiría un tercero que sería el de La Timonel, que también es un guión perfectamente complementario con el hecho de que nos encontramos con un hombre muy débil. La Timonel sería la que ayuda a su pareja, hasta el punto de hacer las cosas en su lugar. También trata de que su pareja consiga una buena posición. Y luego hay un guión que preocupa mucho, que es de la Penélope moderna.

-¿Por qué preocupa?
-Porque es uno de los peores y de los que tiene consecuencias más negativas. Corresponde al de aquellas mujeres que a lo largo de 20 años mantiene una relación con un hombre que ya tiene otra familia, y que esperan y desean que él deje a su familia y se vaya con ella definitivamente. Pero es algo que no sucederá nunca, porque mientras ella está ahí esperándole, para él es simplemente una relación complementaria a la otra relación que tiene.

-¿Un hombre nunca dejará a su familia para irse con su Penélope?
-Difícilmente, es muy raro. Y cuando pasa es porque Penélope dejar de hacer de Penélope. (Sonríe).

-¿Somos infieles por naturaleza? Se lo digo porque en la mayoría de los guiones que expone hay algún miembro de la pareja que acaba sucumbiendo a una infidelidad…
-En la última parte del libro hablo del amor sabio, y si haces un estudio atento verás que el amor sabio no existe. Si nos fijamos en la naturaleza, los animales o en los hombres, sabemos que la gran mayoría no consigue ser fiel. Hay una minoría que logra, no tanto la fidelidad, pero sí mantener una pareja que funciona bien. Tanto en los animales como en nosotros hay otras características de este amor que se mantiene en el tiempo, hablo de un amor feliz, no estoy hablando de sentirme obligado a ser fiel. Ves que los que siguen juntos es porque siguen coqueteando y seduciéndose toda la vida. Los animales que son monógamos en cada época del amor de cada año repiten todo el papel de cortejo como si fuera la primera vez. La clave es construir un sentimiento de complicidad y estar siempre aliado con tu pareja. Lo más difícil de conseguir sería ya esa exclusividad de la relación. La imagen metafórica que uso es la de dos funambulistas que caminan sobre dos cuerdas distintas pero que tiene una sola barra que deben manejar juntos para mantener el equilibrio y no caer al suelo.

-Hablemos de hombres. ¿Cuál de los 17 guiones sentimentales cree que prefieren ellos en su sexo opuesto?
-Es difícil, depende de cada hombre y de su experiencia, hay hombres a los que les encanta El Hada, otros La Bella Durmiente, o también hay hombres que les encanta la amazona. Si utilizamos un parámetro social que no es el relacional, y pasando los 17 guiones como si fueran fotogramas, la más buscada y deseada es el hada, pero solo mirándola (Ríe). Es bella, dulce y guapa y te hechiza, pero en realidad después el hombre se acaba enamorando de todas las demás, porque la atracción pasa por complementariedad.

-Así como ha descrito 17 parámetros para las mujeres, ¿cree que los hombres también pueden ser clasificados en guiones sentimentales?
- Sí, pero son mucho más simples, sólo hay cinco.

-Vaya, sólo cinco, sí, realmente nos pinta muy simples…
-El Macho, El Intelectual, El “sin cojones”, el Pigmalión (que hace crecer que a la mujer del mito de pigmalión) y el último sería El Aventurero, que te seduce, te atrapa, y luego de deja. Es el sinvergüenza pero que a las mujeres les encantan.

-Dice en el libro que si la percepción femenina se vive de forma cotidiana despierta en el hombre actitudes trasgresoras. ¿Es una máxima que se cumple siempre?
-Sí porque cuando un hombre está tan mimado por una mujer, como puede ser el caso de la timonel, o de la que besa a los sapos, cuando las curas tienen éxito y lo hacen crecer lo cambian, y entonces ya no es complementaria con ella. Entonces es cuando él busca a otra que si sea complementaria y deja de tener necesidad de una mujer que lo proteja y estará buscando una mujer que lo estimule, que lo seduzca.

-¿Entiende que pueda haber alguien que le acuse de machista por clasificar a las mujeres por categorías y estereotiparlas?
-Desde que el libro salió en Italia ha estado en la lista de los libros más vendidos durante muchas semanas y nadie me ha acusado de ser machista. Creo que si lees el libro verás que los que salen malas parados son los hombres (Ríe). La imagen que doy del hombre es la de un hombre sin valor, sin fuerza, son cojones vaya.

www.lavanguardia.es/

"He salvado muchos matrimonios"


Khadija A. Mohammed es la propietaria del único sex shop del golfo Pérsico y, asegura, de todo el mundo árabe


Ángeles Espinosa
11/03/2011
Si aún piensa que a las musulmanas las define el velo, no ha conocido a Khadija A. Mohammed. Esta bahreiní es la propietaria del único sex shop del golfo Pérsico y, asegura, de todo el mundo árabe. Quedamos para cenar al concluir su larga jornada laboral, pero antes me lleva a Khadija Fashion Shop, su tienda en Isa Town, a 15 minutos del centro de Manama. "El velo no frena mis ambiciones", responde cuando le hago notar el contraste entre su forma de vestir y su trabajo.

Aunque Bahréin es uno de los países más liberales de la zona, el escaparate con tres maniquíes en ropa interior roja y negra ha suscitado quejas de algún clérigo conservador. Dentro, lo habitual: Vibradores, de todos los tamaños, colores y formas; potenciadores de la virilidad, disfraces de enfermera, lazos para bondage y juegos para parejas, en inglés y en árabe. "He salvado muchos matrimonios", afirma Khadija, con una amplia sonrisa.

Entre cremas con sabores y braguitas comestibles, hacemos apetito y me lleva a Tabriz. Es un popular restaurante de pescado con un gran patio al aire libre. Nos acercamos al puesto y elige dos peces del las aguas del Golfo, fescal y yanam, y una docena de langostinos.

"No ha sido fácil", confía mientras compartimos una ensalada de lechuga, tomate, pepino y zanahoria muy picaditos. Cuando empezó hace poco más de dos años todo fueron problemas. Con el administrador de la web, con las autoridades, con su familia. Incluso llegó a pasar 24 horas en la cárcel por un asunto de aduanas. Y es que los agentes no sabían qué hacer ante aquellos juguetes sexuales que necesariamente tiene que importar de medio mundo.

Pero Khadija no quiere hablar del pasado sino del futuro. A sus 33 años, recién divorciada y con tres hijos, acaba de inaugurar una segunda tienda en el centro de Manama y estudia ofertas que le han hecho desde Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Jordania para abrir sucursales allí. "Es agradable sentir que tienes éxito", admite.

Llega el pescado. "Aquí lo comemos con las manos, directamente de la bandeja", explica. Me apunto. Está delicioso. ¿Y cómo se le ocurrió la idea del sex shop? Todo empezó con la lencería. Esta emprendedora nata había terminado sus estudios de informática y pensó que Internet era la vía perfecta para vender camisones, picardías y negligés a una clientela que se muestra especialmente pudorosa en público. "Me di cuenta de que las prendas sexys eran lo que más se vendía y decidí ampliar el negocio por ese lado", relata.

Fue como dar con una varita mágica. Enseguida montó la tienda, que hoy supone el 80% de sus ventas, y vio como empezaba a correrse la voz "sin ninguna publicidad". Entre sus clientes, asegura, hay hombres y mujeres. La mayoría, casados, pero también solteros. "No soy quién para juzgarles", señala. Los saudíes son, por razones demográficas, los más numerosos, pero también emiratíes y kuwaitíes vienen em
persona a ver, comprar y pedir consejo.

"La mayoría no sabe disfrutar del sexo. Solo...", y hace un gesto revelador de la palabra que no desea pronunciar. "Ven películas porno y quieren hacer lo mismo. Yo les explico que lo que hay de truco detrás de esas proezas y la ayuda que pueden obtener con nuestros productos".

Mientras se enfría el té, le pregunto qué es lo que más vende. Mira que el camarero se haya alejado antes de contestar bajito: "Annal Easy", una crema para facilitar la penetración anal. "Es lo que más les gusta en esta parte del mundo y si sus mujeres no lo aceptan, lo buscan fuera".

La dueña del único 'sex shop' de Bahréin pasó 24 horas en la cárcel


http://www.elpais.es/

Lifestyl
Dipendenza dal sesso, è davvero una malattia?


Gli scienziati ritengono che possa essere una malattia mentale, ma c’è chi afferma che il sesso è un istinto naturale e, per tanto, non possa essere considerato una malattia


01.03.2011Foto: ©photoxpress.com/Slyadnyev Oleksandr



Gli scandali sessuali sono ormai all’ordine del giorno: riempiono le copertine delle riviste di gossip e, ultimamente, anche i palinsesti dei telegiornali.
Ma il sessuomane, o comunque chi è fortemente attratto dal sesso, è malato? Questa la domanda che si sono posti gli psichiatri d’oltreoceano.

Dopo aver attentamente vagliato tutte le possibilità, l’American Psychiatric Association sta pensando seriamente di aggiungere la dipendenza dal sesso nel loro Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders.
L’idea non ha mancato di scatenare polemiche poiché si sono sentiti oggetto di sospetta malattia mentale in molti, dato che la definizione di malattia o dipendenza non è del tutto chiara. Gli psichiatri, infatti, non specificano se il problema sia collegato al troppo sesso o al troppo poco… e se in una sana relazione di coppia in cui il sesso è praticato spesso debba essere considerato alla stregua di una malattia.

Secondo l’APA, la definizione di dipendenza sessuale comprende pensieri e comportamenti che sono perlopiù concentrati sul sesso: la ricerca costante di rapporti sessuali, la masturbazione… tanto che questi interferiscono con il normale svolgimento delle faccende quotidiane come il lavoro. Un po’ come dire che è meglio lavorare che fare sesso (Sic!).
E poi, chi non ricorda i tempi del liceo o dell’università? A quel tempo cosa si aveva in mente per la maggior parte del tempo? Tutti malati, insomma.

Il problema sorge quando qualcuno viene indirizzato in quelli che gli americani chiamano i rehab, quelle specie di cliniche in cui ci si rifugia per disintossicarsi. Se ci si va per liberarsi dalla droga, dal fumo o dall’alcol, be’, in questo caso l’astinenza che viene proposta è del tutto legittima. Ma quando si tratta di sesso, astenersi, se tanto ci dà tanto…

«Quasi tutti i programmi di trattamento [delle dipendenze] degli Stati Uniti dicono al paziente di astenersi, senza considerare ciò che il cliente è motivato a fare», spiega l’ex direttore dell’APA, dottor Thomas Horvath, il quale ammette che non esiste un modo semplice per insegnare ai dipendenti dal sesso come avere sane relazioni romantiche.
Certo, è chiaro che quando si sconfina nell’ossessione e, soprattutto, quando questa possa essere di danno agli altri qualche cosa da fare c’è. Tuttavia il sesso è una di quelle piacevoli attività che fanno girare il mondo e, a parte qualche rara eccezione, è difficile trovare qualcuno che non ne sia interessato. Come già detto: tutti malati, insomma.
[lm&sdp]

http://www.stampa.it/
Echan de un convento de Toledo
a «Sor Internet»


María Jesús Galán llevaba 35 años (foto) dedicada a la vida de clausura en Santo Domingo el Real. Recibió un premio de la Junta por digitalizar el Archivo y es seguidora de las redes sociales, que llevan «echando humo» desde ayer

Valle Sanchez
20/02/2011

«Hoy me han echado del monasterio. Hay unas keniatas que me han hecho la vida imposible. La envidia ha jugado mala pasada y han ganado ellas. Hoy fue el delegado de vida religiosa y junto con la priora y otras dos monjas han decidido que yo me marchara para que quedaran tranquilas las keniatas. No tienen vocación, pero vienen a coger dinero para las familias...».

De esta forma María Jesús Galán, más conocida como «Sor Internet», anunciaba en su Facebook este martes que había su sido expulsada del convento en el que ha vivido más de 35 años. Fuentes del Arzobispado de Toledo rehusaron pronunciarse a ABC sobre este asunto, que calificaron de «vida interna» de la comunidad.

La noticia ha revolucionado las redes sociales y «sor Internet» está recibiendo cientos de mensajes de apoyo desde todos los lugares del mundo. Hoy comentaba en su perfil, en cuyo muro ha colgado una imagen con una lágrima, que había ido al Sepecam (el INEM castellano-manchego) a apuntarse para encontrar cuanto antes un trabajo.


María Jesús Galán, que cumplió 54 años el pasado día 1 de enero, recibió en 2010 la Placa al Mérito Regional durante el acto oficial del Día de Castilla-La Mancha por trasladar las nuevas tecnologías a su convento de Santo Domingo el Real, fundado en el siglo XIV. Tras esta sorprendente expulsión, «sor Internet» podrá conocer Londres y Nueva York, uno de los sueños que no iba a poder cumplir cuando se le preguntaba por su vida monacal.

El Gobierno regional reconoció en mayo los méritos de «Sor Internet» en su labor de catalogación de documentos y libros de la biblioteca conventual, la introducción de tecnologías en un ambiente tradicional y la contribución a su difusión por la red.

En una de sus múltiples entrevistas con motivo de este premio, María Jesús Galán decía sentirse «muy orgullosa de ser monja de este convento» y que se sentía plenamente realizada como religiosa. Ha estado 24 años al frente del archivo y, gracias a su constancia y desvelos logró vencer la resistencia de algunas de sus compañeras para comprar un ordenador.

Con las nuevas tecnologías llegó el despertar del archivo porque con él vino la informatización del archivo, su digitalización y posterior difusión por la red universal. El archivo, que consta de 119 libros y más de 3.000 documentos, hoy está totalmente catalogado y prácticamente digitalizado. Sor Internet también cuidaba en el convento de «Dominguito», el reloj que se instaló en Santa Domingo el Real en en 1735 y que recientemente fue recuperado por el relojero Bienvenido Sánchez.

www.abc.com/
La esposa del presidente de la Cámara los Comunes posa tapada
solo por una sábana 

Sally Bercow asegura que encuentra «sexy» vivir bajo el Big Ben

Londres
04/02/2011

Sally Bercow (foto), esposa del "speaker" (presidente) de los Comunes, ha causado indignación o hilaridad, según los casos, entre los políticos al exhibirse en una fotografía tapada sólo por una sábana y con las Casas del Parlamento al fondo. En declaraciones a la prensa, Bercow, de 41 años, afirma que el hecho de vivir en un apartamento a cargo del erario público en el palacio de Westminster (Parlamento) ha vuelto más picante su vida sexual. 

"Desde que John fue nombrado 'speaker', hay muchas más mujeres que le persiguen, pero no estoy celosa, porque lo mismo ha ocurrido en mi caso con los hombres", afirmó Bercow en declaraciones a la revista «ES Magazine», una publicación londinense, ampliamente citadas hoy por otros periódicos.

Y agregaba, en alusión a la esposa del presidente francés, Nicolas Sarkozy: "Es divertido que alguien me haya calificado como la Carla Bruni de la política británica". "Cuando John y yo nos hacíamos la corte, solíamos pasar por las márgenes del río y mirábamos las Casas del Parlamento. Nunca me imaginé lo 'sexy' que sería vivir bajo el Big Ben y oír las campanadas". 

"Los políticos como tales no son particularmente gente sexy, pero sí puede serlo la política porque el poder es un afrodisiaco", agregaba. Las declaraciones y la pose provocadora en la que aparece en la foto, en la que exhibe una pierna por entre la sábana, han suscitado comentarios de desaprobación entre muchos diputados, que califican su comportamiento de "inapropiado". Un portavoz del primer ministro, David Cameron, no pudo resistir la tentación de ridiculizar a los Bercow al comentar: "Claramente el primer ministro y la señora Bercow tienen una relación muy distinta con el 'speaker'". 

Sally Bercow ha irritado ya antes a los diputados conservadores por atacar al Gobierno de David Cameron y apoyar a la oposición laborista cuando se espera imparcialidad del "speaker" de la Cámara. La elevación de John Bercow, que procede de las filas conservadoras, a la presidencia de los Comunes con ayuda de los laboristas indignó en su día a muchos de sus correligionarios, que no se lo han perdonado.

LOS PAPELES DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO

África persigue a los homosexuales

Asesinatos, encarcelamiento, discriminación. Los informes secretos de la diplomacia estadounidense detallan cómo la homofobia campa en muchos países 

Luis Doncel, Madrid
08/02/2011 
Foto - Dos homosexuales se besan en un callejón de Nairobi.- AFP

La persecución a los homosexuales es moneda común en los países africanos. Los informes confidenciales del Departamento de Estado ofrecen, país por país, una visión desgarradora de la tremenda homofobia que recorre África: presidentes que declaran sin empacho que a los homosexuales hay que cortarles la cabeza, regímenes que los persiguen por considerarlos una desviación moral, otros que aplican de hecho el apartheid gay, activistas asesinados...

"Es cierto que he dicho que habría que cortar la cabeza a todos los homosexuales. Pero, ¿finalmente he cortado alguna? ¿He arrestado a alguien por ser gay? No. Senegal sí lo hace y recibe la ayuda de los Objetivos del Milenio. Ya sé que hay homosexuales en mi país. Pero me conformo con que vivan en secreto. Mientras se mantengan en privado no me importa. Pero si usted está hablando de que se casen, eso nunca ocurrirá. Nunca aceptaremos a los gais".

Estas palabras salían de la boca del presidente de Gambia, Yahya Jammeh, en febrero del año  pasado. Hablaba con el embajador estadounidense, que había acudido para tratar con el presidente de este minúsculo país de África Occidental el espinoso tema de la libertad sexual. "Quiero que tu Gobierno sepa que no soy el monstruo que creéis que soy", le decía. Es cierto que el discurso de Jammeh resulta más agresivo de lo que es habitual entre algunos líderes africanos. Pero, como muestran varias decenas de cables remitidos a Washington por diplomáticos destinados en el continente, no son ni mucho menos una excepción. La homofobia campa a sus anchas por las calles y los despachos gubernamentales de África. Y, lo que es peor, parece que va a más.

El asesinato la semana pasada de David Kato, un activista por los derechos de las minorías sexuales en Uganda, ha sido el último episodio de la batalla que se desencadenó en 2009, cuando un grupo de parlamentarios trataron de aprobar una ley que condenaba a muerte o cadena perpetua a los homosexuales "reincidentes". Finalmente la norma no salió adelante, en gran medida gracias a la presión de los Gobiernos occidentales. Pero su bloqueo no significa que la situación sea ahora idílica: las desviaciones sexuales se castigan en Uganda con 14 años de cárcel. Cuatro países de África -Somalia, Sudán, Nigeria y Mauritania- incluyen la pena capital para los hombres que tengan relaciones con hombres, según la asociación internacional ILGA. En total, 38 Estados de África tienen leyes contra la homosexualidad.

Una decena de escritos confidenciales enviados a Washington entre noviembre de 2009 y febrero de 2010 cuentan al detalle cómo los diplomáticos estadounidenses trataban de convencer al presidente Yoweri Museveni de que paralizara la tramitación de la ley. Incluso la Iglesia católica intervino para mostrar su oposición a usar el Código Penal contra la homosexualidad, pese a que, según decía un cable enviado desde el Vaticano, considera estos actos como un "pecado moral". Además, los documentos obtenidos por Wikileaks, a los que EL PAÍS ha tenido acceso, muestran el temor de EE UU a que otros Gobiernos endurezcan su legislación próximamente.

El embajador en Kampala aprovecha una cita con el líder ugandés para pedirle que contribuya a normalizar la situación de las minorías sexuales. Museveni le advierte de que no insista demasiado en este tema. "Nadie será ejecutado por sus tendencias", asegura. Pero le recuerda que la homosexualidad se considera en África como una enfermedad, no como algo que deba ser celebrado o promovido. "No nos presionen. Ya me encargaré yo", concluye Museveni. EE UU acepta y opta por la estrategia de no pisar el acelerador. "La embajada cree que puede ser contraproducente presionar más en este momento", señala en febrero del año pasado. Se refiere en este caso a un país donde la homosexualidad es ilegal, pero cuyas autoridades tienden a ser tolerantes. "El compromiso de EE UU será más efectivo si se enfoca hacia toda África para alentar al continente a despenalizar la homosexualidad y luchar contra la discriminación", dice otro cable.

Uno de los grandes temores que muestran los líderes africanos en sus contactos con los estadounidenses es aparecer ante sus ciudadanos como títeres de Occidente. Así, Museveni menciona una caricatura que circula por el país en el que se le dibuja como una marioneta de la secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, y de los entonces primeros ministros de Reino Unido y Australia, Gordon Brown y Stephen Harper, como ejemplo del daño que puede ocasionar ser demasiado comprensivo con las peticiones a favor de los derechos humanos. El mensaje a EE UU es claro: debe rebajar los pronunciamientos públicos y así lograr "el espacio político necesario" para impedir que salga adelante la ley. Porque los defensores del apartheid gay no se basan solo en los valores ultraconservadores de la población. Adoptan una retórica antiimperialista para impulsar sus soflamas.

Pero la cruzada antigay no solo obedece a la defensa de unos valores pretendidamente familiares. La diplomacia estadounidense sugiere la posibilidad de que el líder ugandés tenga también intereses personales: un documento confidencial señala que Museveni puede estar interesado en sacar adelante la ley homófoba para utilizarla contra dos contrincantes políticos y dejar así libre el camino a la reelección en los comicios de este año, a los que se presenta tras 25 años a los mandos del país. Según la versión de los estadounidenses, el presidente de Uganda finge no conocer los detalles más ignominiosos del proyecto de ley que más tarde se tumbaría. Como, por ejemplo, que se incluye la posibilidad de encarcelar o ejecutar ya no solo a aquellos que mantengan relaciones con personas de su mismo sexo, sino a los que tengan constancia de ello y no lo denuncie a las autoridades.

Quizá lo más impactante de la lectura de los documentos dirigidos a Washington sean los argumentos que usan los defensores de aniquilar a un colectivo minoritario. Varios líderes africanos argumentan que la población demanda estas medidas. Por ejemplo, la pareja de hombres de Malaui condenada el año pasado a 14 años de cárcel y trabajos forzados suscitó el interés de la prensa y de los Gobiernos de Occidente. Pero la opinión pública del país -tanto los mayoritarios cristianos como los musulmanes- apoyaba el encarcelamiento, según aseguraba a la embajada el ministro de Justicia malauí. Cuando se le piden explicaciones por este caso, el presidente, Bingu wa Mutharika, se agarra a motivos bíblicos y sociales para argumentar por qué la homosexualidad choca con la tradición africana y la considera antinatural. "Cuando los ciudadanos se fijan en la naturaleza, no ven a ningún león teniendo sexo con otro león", explica al representante de EE UU.

Tampoco es muy esperanzador el hecho de que algunos de los que levantaron la voz contra las normas homófobas no lo hicieran por considerar que criminalizar a los gais atente contra los derechos humanos, sino por otros motivos. Como un opositor ugandés, que sugería que la nueva legislación abriría la puerta a que un Estado persiguiera a otros grupos minoritarios, algo muy parecido a lo que hacía la Alemania nazi. Además, países relativamente más tolerantes corren el riesgo de caer por la pendiente persecutoria.

"La Embajada de Gabón ha contactado con Anne Marie Mboga, directora de Asuntos Criminales del Ministerio de Justicia, que está preparando un borrador de ley para penalizar la homosexualidad", se puede leer en un escrito confidencial del año pasado. EE UU tilda de ambicioso el objetivo que se ha marcado la alto cargo del Gobierno de Gabón. Y añade que es difícil que logre su propósito porque el proyecto está en una fase muy inicial, no ha sido consultado en otros sectores y carece de una estrategia definida. "Sin embargo, nos quedamos preocupados, ya que la mayoría de ciudadanos no considera que los ataques a los gais tengan que ver con los derechos humanos. Una ley así no encontraría gran oposición. La apatía de la opinión pública, y no tanto un activismo antihomosexual, es el peligro más importante en este país", añade el diplomático desde Libreville.

Prácticamente al mismo tiempo que en Gabón ocurría esto, una activista ugandesa concedía una entrevista a un medio opositor en la que mostraba su temor a la ley que por aquel entonces se tramitaba. "Por primera vez, estoy muy asustada. Esto no es solo sobre nosotros los gais. Afecta a todo el mundo: a mi pastor, a mis amigos. Estamos hablando de relaciones entre personas que no hacen daño a nadie", aseguraba. Un año más tarde, David Kato moría apuñalado a las puertas de su casa después de que una revista publicara su foto en la portada con el titular de "Cuélgale".

El homófobo, el asesinado y el
diplomático, en la misma sala

El hombre que un año más tarde sería brutalmente asesinado por defender sus derechos tuvo el arrojo de comparecer ante un público que minutos antes había estallado en aplausos al oír que la homosexualidad es "el diablo contra el que hay que luchar". Un visiblemente nervioso David Kato se presentaba en diciembre de 2009 en un acto organizado en la capital de Uganda para discutir sobre la ley que pretendía legalizar el asesinato de gais y lesbianas junto a uno de los grandes impulsores de la norma, el diputado David Bahati. Un cable de la embajada describe la escena. Los defensores de los derechos humanos abandonaron la reunión en seguida por temor a que el diputado hubiera ordenado la detención de Kato.

Los diplomáticos hacen un magnífico retrato de Bahati. "Su homofobia es cegadora e incurable. Tiene una habilidad escalofriante para canalizar el enfado de los ugandeses por los fracasos sociopolíticos del país y convertirlo en odio hacia una minoría impopular, pero que antes era tolerada".

Bahati, por su parte, defiende la ley con la necesidad de "proteger a los menores frente a los depredadores sexuales" y de erradicar la homosexualidad. Pero en este trabajo no estaba solo. Uno de sus grandes apoyos fue el ministro de Ética e Integridad, Nsaba Buturo, responsable de una campaña de arrestos masivos a principios de los años ochenta. Una fuente de la embajada apunta a la primera dama, Janet Museveni, como la mayor defensora de la ley.

Contaron además con la inestimable ayuda de radicales evangelistas estadounidenses que hicieron una gira por África. Scott Lively -autor del libro The Pink Swastiska, donde acusa a los gais de ser los "auténticos inventores del nazismo"- se refirió en una charla en Kampala a los homosexuales como pecadores que presentan un grave peligro para la sociedad y encarnan "una institución maléfica" empeñada en conquistar el poder.

DE LA MADUREZ A LA FELICIDAD

Renacer a los 46

Psiquiatras y economistas han averiguado que la percepción personal de bienestar repunta a partir de la madurez y es elevada en la vejez. Si la salud acompaña, son años felices
Blanca Torquemada

08/02/2011

Desabridos hijos adolescentes, el desgaste (cuando no ruptura) del matrimonio y la sospecha de que la trayectoria laboral ya ha tocado techo, si es que no se liquida precozmente con un despido. Son cargas anímicas frecuentes entre los cuarentones que, sin embargo, no deben nublar las perspectivas sobre la madurez y la vejez porque, según acaban de decretar las ciencias sociales, ahí comienza el renacimiento. Una investigación encabezada por el psiquiatra Arthur Stone, de la Universidad Stony Brook de Nueva York, demuestra que la percepción de la felicidad personal a lo largo de la vida es en los Estados Unidos una curva en forma de U: toca fondo a los cincuenta años, más o menos, y a partir de ese momento retoma el camino ascendente, hasta el fallecimiento. De hecho, los octogenarios evalúan su nivel de satisfacción con un notable, un par de décimas por encima de la nota con la que puntúan su propia vida los veinteañeros. Perspectiva a la que el economista David Blanchflower ha dado calado global con cálculos sobre la «U» en 72 países: la media mundial arroja que el repunte anímico comienza a partir de los 46 años.

La publicación británica «The Economist» se ha hecho eco de estos datos y los ha adornado con una cita de Maurice Chevalier («La vejez no es tan mala si uno considera cuál es la alternativa»), aunque quizá resulte más alentadora la proclama rebelde de Picasso: «Cuando alguien me dice que soy demasiado viejo para hacer una cosa, la hago de inmediato». Pero las conclusiones de esas investigaciones no coinciden del todo con lo que se desprende de tan socorridas frases. Más bien muestran que la plenitud llega a través de la serenidad y el equilibrio que sólo se alcanzan a partir de determinada edad.

Vida «minimalista»
Así lo ve la escritora María Dueñas, que se topó con el éxito de masas hace año y medio (ella ya había cumplido los cuarenta y cinco) con su primera novela, «El tiempo entre costuras», aún en lo alto de las listas de «best sellers»: «Yo sí he experimentado esa mejora anímica en la madurez, pero la sitúo antes de lo que dicen esos estudios. En mi caso, a partir de los cuarenta. Desde entonces he ido superando esa etapa en la que le faltan horas al día, vas corriendo a todas partes, te angustias por no poder estar con los niños... He recuperado el sosiego. Con la edad te importa un comino salirte de las pautas establecidas o no responder a lo que se espera de ti. Te sobran cosas, te sobra gente y te sobran viajes. De joven me juré que tenía que conocer Asia; ahora, la verdad, no me quita el sueño la idea de morirme sin llegar a ver la China o el Japón». «Lo resumiría -reflexiona- en que la vida se vuelve más minimalista. Cuando nos juntamos las hermanas ya no buscamos planes sofisticados, sino sentarnos a charlar en el bar de al lado».

El actor Paco Valladares coincide con Dueñas en que «la madurez aporta muchísimas más cosas positivas de las que se piensa. En primer lugar, experiencia y sabiduría. Mantener la curiosidad y la ilusión es determinante: yo tengo ahora el mismo entusiasmo por mi profesión que siempre. Soy el viejo más joven de España». Cree que la edad es «una cuestión de adaptación, y si te adaptas bien, puedes ser muy feliz. Digo lo que Harrison Ford, cuando le preguntaron el otro día si iba a retirarse: “¿Para qué, para esperar tendido a que llegue la muerte?”».

Escéptico, el cineasta Gonzálo Suárez rechaza los enunciados categóricos que se derivan de este tipo de estudios «porque las estadísticas no le sirven para nada a cada persona», pero sí estima que «desde luego, no hay edad ninguna que prefigure el abandono del combate». Cree que el bienestar anímico es «más una cuestión de mirada que de años, depende de si mantienes o no el interés por lo que te rodea. Y si es así, no eres muy consciente de la edad que tienes hasta que no te ves reflejado en un espejo o un escaparate. Pero la salud tiene siempre la última palabra. ¡Todo depende de con qué ganas de desayunar te levantes!».

Carmelo Vázquez, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense y colaborador del Instituto Coca-Cola de la Felicidad, apunta a ABC que los trabajos sobre esta «U-bend» o «curva U» están adecuadamente destilados y son ilustrativos, pero insiste en subrayar que esta «remontada» en la madurez se produce mucho más por factores internos que externos, «cuando la persona adquiere esa capacidad regulatoria de sus estados de ánimo que es, en definitiva, sabiduría emocional». «En este análisis -añade- no ha que olvidar la “paradoja Easterlin”, concepto económico nacido de la comprobación de que por encima de unos niveles básicos de bienestar, más ingresos no proporcionan mayor felicidad».

Vázquez recuerda que «está estudiado que sólo el 10 o el 15 por ciento de la gran tarta de la felicidad depende de lo externo, caso de la situación económica, la educación o la clase social». Y la ventaja de los veteranos estriba en que, a la hora de gestionar su propia vida, «tienen mayor capacidad para escoger los ambientes en los que se sienten bien y la gente con la que desean relacionarse. A esas alturas, saben evitar lo que les aburre o les disgusta». A lo que se une, dice, «una menor necesidad de demostrar estatus que cuando se es más joven. Además, en la vejez estamos menos sometidos a cascadas de emociones intensas, y afrontamos mejor las pérdidas y los hechos traumáticos. Se asumen con menos desbordamiento, y eso no es falta de reactividad, sino un mayor equilibrio».

El mito de la cultura
También matiza el profesor Vázquez la convicción de no pocos especialistas de que, a mayor cultura y preparación intelectual, mayor felicidad: «Frente a eso se puede oponer el mito del buen salvaje o del pastor. Es verdad que la educación abre el abanico de posibilidades, pero escuchar un concierto o leer un libro son cosas que inciden sólo ligeramente en nuestro bienestar. Se sabe también, por ejemplo, que ir habitualmente al fútbol ni pone ni quita felicidad, es un factor neutro, y que ver la televisión los fines de semana suele ser indicativo de pautas de soledad. De infelicidad, en suma».

El psiquiatra Enrique Rojas -que sí ve en la cultura uno de los puntales del bienestar personal- opina además que la edad avanzada es territorio propicio para alcanzar la felicidad porque «en la madurez se tiene mayor serenidad y benevolencia, más capacidad para ponerse en el lugar del otro. Además, como la felicidad no depende de la realidad, sino de la interpretación de la realidad que uno hace, esa mirada tranquila sobre nuestra trayectoria la dota de un nuevo sentido. Si, además, existe el componente de la espiritualidad, se puede alcanzar una felicidad muy dulce en el atardecer de la vida».

Vigía lúcida de la vejez, la escritora Josefina Aldecoa regaló a ABC hace algunos años reflexiones emocionantes: «La edad te concede perspectiva y distancia. No te sientes tan implicado en los acontecimientos y ves los hechos con una objetividad nueva. Todo encaja -lo agradable y lo doloroso- y cobra razón de ser en el puzle de la vida. Entras en una especie de soledad gloriosa y empiezas a vivir hacia dentro. Consigues implicarte en los acontecimientos solo en la medida que tú quieres. No, no significa que ya no me apasione en política, en literatura, en cualquier otra cuestión. Pero sí ves las cosas desde un punto de vista más escéptico, más sabio. Es como si la vida, al quitarte de uno de los platos de la balanza (el físico), te llenara el otro». Con su sabio poso de maestra, Aldecoa propone metáforas más bellas y definitivas que las de la psicología anglosajona.

Ventajas de la edad
Equilibrio
En la madurez se asumen al fin las propias limitaciones y se ajustan las expectativas personales y profesionales

Serenidad
Propiciada por una mayor distancia frente a los acontecimientos, favorables o negativos

Perspectiva
Se va completando el puzle de nuestra trayectoria vital y el recorrido realizado hasta ese momento cobra nuevo sentido

Capacidad selectiva
Se tiene claro lo que de verdad apetece y lo que no. Se prescinde de relaciones superficiales

Sabiduría emocional
Se disfruta más de lo agradable y se amortiguan mejor los golpes

Empatía
Se aprende a ponerse en el lugar del otro y se le acepta mejor

http://www.abc.es/
Adiós
a la
'Generación X'

Cuando el escritor Douglas Coupland se topó con el anuncio de un coche bautizado Generación X tuvo la certeza de que alguien había malinterpretado su ópera prima. Veinte años después publica Generación A. 

Sordi Costa
18.01.2011 
Foto - El padre de la Generación X, Douglas Coupland - THOMAS DOZOL

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Cuando, a finales de los noventa, Douglas Coupland se topó en París con una valla publicitaria que anunciaba un modelo de Citroën bautizado como Generación X, el escritor tuvo la certeza de que la industria del automóvil - entre otras parcelas de la realidad - había malinterpretado su ópera prima. Veinte años después de la aparición de su fundacional Generación X, se publica en nuestro país Generación A, la ambiciosa y heterodoxa novela que no es tanto secuela como reflejo, en las turbulentas aguas del futuro inmediato, del libro que convirtió a su autor en portavoz, a su pesar, de una nueva sensibilidad que aún está despejando su incógnita: "Ninguno de los dos libros habla, en realidad, de la idea de generación.
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Más bien son epitafios al concepto de generación. Este nuevo libro recuerda a Generación X en cuestiones de estructura: hay un grupo de personajes desplazados que van contando su historia y su manera de ver el mundo en primera persona. Han pasado 20 años y la percepción del mundo y, sobre todo, nuestros instrumentos para percibirlo han cambiado".
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A Coupland, de 49 años, no le gustan demasiado las entrevistas. Al descolgar el teléfono, subraya que solo tiene 25 minutos para el periodista. Su gestión del tiempo será implacable, pero la
manera en que se entrega en cada respuesta disipa la sospecha de que el escritor está lidiando con un fastidioso trámite promocional.
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Generación A transcurre en un futuro en el que las abejas parecen haberse extinguido: cinco individuos de diferentes puntos del planeta reciben, no obstante, una inesperada picadura de abeja que les convertirá en celebridades mediáticas y sufridas cobayas de laboratorio, mientras los efectos de una nueva droga van dejando un rastro de aislamiento y desconexión a su alrededor. "Quise jugar con la idea del alfa y el omega", señala Coupland, "ahora hay un millón más de opciones en la vida de las que ofrecía 1991.
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Como predijo Marshall MacLuhan, los avances tecnológicos han vuelto a tribalizar a la gente. Hoy la gente se define por grupos, por nuevas tribus. Todos tenemos la sensación de estar conectados, ya sea a través de e-mails o de nuestros perfiles en Facebook. Hemos conquistado nuevos niveles de conexión. Han sido 20 años de progreso evolutivo. Por eso, en esta novela tiene más importancia la idea de comunidad que la de aislamiento. La idea de aislamiento ha cambiado: la desconexión es ahora una elección".
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Generación A no tiene reparos en asumir su condición de hija bastarda de El decamerón para la era del caos medioambiental. Los cinco elegidos que articulan la trama acaban desgranando una serie de cuentos alrededor de la hoguera que les permitirán conjurar el horror y entender el verdadero sentido de su experiencia compartida: "Contar historias es una de las actividades más primarias del comportamiento humano. Para no enloquecer, necesitamos pensar que nuestra vida tiene que ser una historia coherente. A partir de la revolución industrial se difunde la idea de que la vida es como una novela. En el siglo XX, eso se convierte en una asunción colectiva esencial", subraya el escritor.
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Algunas páginas de su novela pueden recordar a las visiones apocalípticas de J. G. Ballard, y el tono general, en su alquimia de ironía y vuelo imaginativo, le debe mucho a Kurt Vonnegut, una de cuyas citas inspiró el título: "Vaya, los medios os han hecho un estupendo favor llamándoos la generación X, ¿verdad? Os habéis puesto a dos pasos del final del alfabeto. Pues en el presente acto os bautizo generación A, el comienzo de una asombrosa serie de triunfos y fracasos como fueron, en su momento, Adán y Eva". No obstante, por encima de otros ecos, hay una pieza clave en el juego referencial de Generación A: la fiesta del lenguaje, críptica pero dionisiaca, del Finnegans Wake, de James Joyce. Según Coupland, "el lenguaje quiere evolucionar, crecer.
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En los últimos 10 años se han incorporado varios miles de neologismos a nuestra lengua. Tenemos que reevaluar la manera en que aplicamos el lenguaje a la vida; que, en definitiva, es la manera en que nosotros somos nosotros. Es lo que intentó hacer Joyce con una obra tan extrema. Estamos rodeados de herramientas que transforman nuestra relación con el lenguaje, empezando por los servicios de citas online y todo lo que nos inocula nuevas palabras. En mi novela invito al lector a que reflexione sobre la voz que tenemos en el interior de nuestras cabezas, que casi nunca coincide con nuestra propia voz: se trata de una voz genérica, de locutor de programa de noticias. ¿De dónde viene esa voz? Es una invención, algo parecido a un microchip o a una aplicación informática, pero que todos aceptamos automáticamente".
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Si en su novela J-Pod los personajes se retaban a escribir proposiciones matrimoniales a Ronald McDonald, el inquietante personaje-icono de la cadena global de hamburgueserías, en Generación A se incluye una irresistible digresión sobre la identidad sexual del canario (¿macho?, ¿hembra?) Piolín. Alta y baja cultura se revuelcan en fértil promiscuidad en la obra de Coupland, que considera que "pronto ya no tendrá mucho sentido hablar de cultura popular, porque si las jerarquías de lo cultural se miden por sus grados de accesibilidad, hoy todo está a nuestro alcance. Todo es cultura popular.
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Y esa cultura popular cumple la función de los viejos mitos: nos proporciona una respuesta para todo lo humano de una manera instantánea. En 1991, cuando en mi obra literaria introducía el nombre de un producto comercial, la crítica me crucificaba, era chocante y extraño. Ahora está completamente asumido".
Generación A está editado por El Aleph Editores. 

Pronto no se hablará de cultura popular

Todo está a nuestro alcance

Todo es "cultura popular”
'No hay ninguna garantía de que leer nos haga mejores'

Antonio Jiménez Barca
08.01.2011 

La silenciosa casa parisiense del filósofo Alain Finkielkraut (París, 1949) se encuentra, literalmente, tapizada de libros: hay estanterías con miles cuidadosamente ordenados en el salón, en las habitaciones, en el largo pasillo que conduce a los dormitorios.

En 2005, este ensayista y profesor de Historia de las Ideas en la Universidad Politécnica, en una entrevista a un periódico israelí, aseguró -él mantiene que irónicamente- que la selección francesa de fútbol, alabada en su tiempo como modelo de mestizaje al responder al eslogan "blanc-black-boeur" (blanco negro árabe), se había convertido en "black-black-black": todos negros. Fue acusado de racista.

Corrían tiempos particulares: la protesta de los jóvenes inmigrantes de los barrios de la periferia, a los que Finkielkraut no ahorró críticas, había hecho arder miles de coches en una revuelta violenta, descabezada, desesperada y sin objeto. Sintiéndose víctima de un linchamiento, en vez de responder a las críticas, se acordó de varios modelos literarios, de varios personajes y se refugió en ellos: del Ludvik Jahn de La broma, de Milan Kundera (encarcelado por el régimen comunista checo por un chiste y una cadena de malentendidos), y el Coleman Silk, de La mancha humana, de Philip Roth (acusado y apartado de la universidad por utilizar un adjetivo despectivo y racista).

De estas lecturas procede Un corazón inteligente, el último ensayo publicado en español por Finkielkraut, el más literario, donde analiza de una manera muy personal 12 novelas, entre las que se cuentan, además de las citadas de Roth y Kundera, obras de Camus o Grossman, entre otros, elegidas entre los miles de libros que integran su inacabable biblioteca.
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PREGUNTA. ¿Le fue difícil elegir esos 12 libros?
RESPUESTA. No, me fue difícil escribir sobre ellos, pero no elegirlos. Son novelas que me han acompañado siempre, que he leído y releído, libros de los que sospechaba que tenía algo que decir de ellos. Hay otros que me gustan, claro, pero no son obras de las que me sienta capaz de comentar. Además, está lo ocurrido en 2005. Como sabe, a causa de una broma fui tratado de racista. Vi que me pasaba algo parecido a lo que le pasó a Ludvik y a Coleman Silk. En un primer momento, pensé en contestar a esas acusaciones, pero después me dije: "No, voy a tratar de aclarar primero lo que me ha pasado releyendo estos dos libros". Fue una suerte de catarsis personal. No arreglé cuentas, no respondí, pero esa experiencia me ayudó a crear este libro.

P. ¿Qué es un corazón inteligente?
R. Yo no he inventado la expresión. La he tomado prestada de una cita de Salomón en la Biblia. Él le pide a Dios un corazón inteligente. Ahora me parece que no es a Dios a quien hay que pedírselo, sino a la literatura, que es una suerte de jurisprudencia interminable de la vida humana.

P. ¿Y para qué necesitamos un corazón así?
R. El siglo XX nos ha enseñado el divorcio que hay entre la inteligencia y el corazón. Existe una inteligencia funcional que parece funcionar por encima de todo y una sentimentalidad que justifica todos los crímenes. Solo la literatura puede volver a unir los dos conceptos.
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P. ¿Cómo?
R. Las humanidades en general disputan a la ciencia el monopolio de la verdad. Proust dijo que por lo particular se llega a lo general. La literatura es una extraordinaria unión entre lo particular y lo general. Los personajes literarios no son tipos, muestras, generalizaciones: son individuos. Y solo se llega a la verdad humana cuando no se reducen esos individuos a generalizaciones. Las ideologías nos hacen vivir sobre las abstracciones sentimentales. Amamos ciertas identidades: el pueblo, la clase obrera, y detestamos otras: la burguesía, el capital... La literatura es la gran guardiana de la pluralidad, deconstruye las simplificaciones de las ideologías, que, a su vez, son ellas mismas simplificaciones literarias. Necesitamos la literatura para librarnos de esas simplificaciones. Dicho de otra manera: necesitamos la buena literatura para librarnos de la mala.
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P. ¿Leer le hace a uno mejor?
R. No necesariamente. No hay ninguna garantía de eso, por desgracia. El siglo XX nos ha enseñado que hay gente muy cultivada capaz de comportarse de una manera detestable. Algunos sacan de eso la conclusión de que la cultura no sirve para nada, de que no puede contener la barbarie. Y abogan ahora por una sociedad poscultural. Pero hay ejemplos de lo contrario en los que hay que fijarse: hubo campos de concentración en los que los prisioneros, gracias a que los nazis permitían la visita de la Cruz Roja, gozaban de cierta libertad. Era una libertad precaria, efímera, pero que les permitía organizar conciertos, obras de teatro, exposiciones... Así, eran capaces de albergar más sentimientos que la desolación y el horror. Como dijo Kundera, desplegaban todo el abanico de sentimientos del ser humano. La literatura, la cultura, sirve para eso: para desarrollar todo el abanico de sentimientos. Por fidelidad a esos prisioneros, debemos defender siempre la cultura. Incluso aunque sepamos que los verdugos aman la música.
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Un corazón inteligente / Un cor intel·ligent. Alain Finkielkraut. Traducción de Elena-Michelle Cano e Íñigo Sánchez Paños / Maria Bohigas. Alianza Editorial / Edicions de 1984. Madrid / Barcelona, 2010. 208 / 218 páginas. 17 / 18 euros.

Belle Toute Nue

Desnudas sin complejos frente a las cámaras 

Mujeres con problemas de sobrepeso protagonizan un programa de televisión que las convencen para posar desnudas y orgullosas de sus cuerpos

Juan Pedro Quiñonero, París
07.01.2011

¿Lo más bello...? Lo más natural. Señoras, señoritas, señores, jóvenes... ¿Tienen problemas con la gordura, el físico, los kilos, las arrugas, los michelines? En quince días cortos la/lo convenceremos de que su cuerpo es tan atractivo como el de las grandes estrellas y símbolos sexuales del cine, la pasarela o la publicidad...
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Ese el tema y argumento central del programa de tv que continúa creciendo y creciendo, Belle Toute Nue (Bella, toda desnuda), animado para el canal M6 por William Carnimolla, que esgrime su homosexualidad con el gran arte del terapeuta con éxito.
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¿Quiénes son las estrellas de Belle Toute Nue..? Adolescentes con problemas de peso, señoras jóvenes que no se atreven a mirarse al espejo. Carnimolla las recibe, las aconseja, las sigue y termina convenciéndolas de lo más inesperado: posar desnudas y orgullosas de su cuerpo.
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Cada programa está consagrado a una o varias chicas, mujeres. Y cada emisión cuenta la historia de su metamorfosis. Carnimolla comienza escuchando a las mujeres en lágrimas. Y las convence que su gordura hasta tiene su encanto, que puede ser mucho encanto. El terapeuta comienza por trabajar con cada chica, ante el espejo, comentando por lo menudo, los encantos y desventajas de esta curva, ese peinado, esta ropa interior.
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Cada paso es filmado. La chica en ropa muy interior, ante el espejo. La señora llorando ante su propia imagen. Carnimolla llega a fotografiar a sus «pacientes», en paños menores, y les propone presentar esas imágenes en una plaza pública. Un inmigrante comenta que una señora en paños menores «no está tal mal» como ella cree. Incluso se filma el rostro admirativo del inmigrante, contemplando a la señora en un dos piezas, negro.
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Lentamente, de la intimidad se pasa a la puesta en escena. Son esenciales los consejos sobre nuevos modelos de ropa interior. Muchos consejos de maquillaje. Y, sobre todo, una confianza creciente en la chica o mujer, que terminarán... en una cama, desnudas, y sonrientes.
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El programa no termina ahí. El programa culminará presentando el vídeo de la chica desnuda, en la cama, tan contenta, a unos familiares y amigos que aplauden, entusiastas, en pie. La emisión concluye con un fundido en negro, tras las imágenes de la chica en lágrimas y sus familiares o amigos aplaudiendo su desnudo integral, filmado con pudor, claro está.
'El sentido del humor es ley para mí'

Lola Galán
08.01.2011 
Foto - La escritora y periodista Katia Metelizza - Ivan Pustovalov

La escritora moscovita, aguda y satírica observadora de los ritos cotidianos, ofrece en Nuevo alfabeto ruso una radiografía de la Rusia actual: nuevos ricos y desajustes sociales, y sus estrechos lazos con el pasado comunista
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Nacer bajo una dictadura, incluida la del proletariado, puede ser una tragedia. Pero los regímenes totalitarios ofrecen también grandes posibilidades para la comedia. La periodista y escritora Katia Metelizza (Moscú, 1968), que además es lo bastante joven como para haber escapado a los años negros del estalinismo, ha preferido la risa al llanto a la hora de lanzarse a la escritura.
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Su mirada al pasado, y al presente, se apoya en la ironía, consciente de que el devenir humano no alcanza casi nunca la épica. Nuevo alfabeto ruso, el primer libro de la autora que acaba de publicar en castellano la editorial Demipage, en una cuidada edición con ilustraciones retro de Jean-François Martín, es un himno al optimismo.

Lo primero que percibe el lector al abrirlo es el humor que rezuma por todas partes. ¿Tan importante es reírse? "Lo más importante", explica Katia Metelizza por correo electrónico, recurriendo, a veces, a palabras en español, aunque pide de inmediato perdón por su desconocimiento de la gramática de un idioma que, explica, no ha estudiado. Así, pues, del humor dice que "es la única arma". El arma principal. "Nadie debería tomarse a sí mismo demasiado en serio. Para mí, el humor es ley".
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¿Qué decir de la ex URSS? A Metelizza se le ocurren muchas cosas, pero opta por hablar de la kolbasa, típica salchicha rusa, alimento hiperpopular, o de los ubicuos arenques. Uno y otro alimentos contienen algo de la esencia de aquella patria, que se desvaneció hace casi dos décadas. Hoy la madre Rusia es otra cosa. "No cabe duda de que es una madre soltera, una madre soltera con familia numerosa", nos dice Metelizza en el capítulo titulado Patriotismo de su libro.
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Metelizza nació y vivió su infancia bajo el régimen comunista, se educó en ese ambiente de niños pioneros, patriotismo ciego y atmósfera claustrofóbica y fue testigo después del desmoronamiento de la URSS y de la llegada de un nuevo sistema político repleto de desigualdades y anacronismos. Mucho se ha escrito de esa brutal transición, pero Metelizza no hurga en heridas, no juzga, ni proclama, se limita a recordar, con humor, las liturgias de un pasado que sigue, de alguna forma, ahí. ¿Siente nostalgia de los viejos tiempos?
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"Hay un término en el argot cinematográfico, "naturaleza que se desvanece". Esa es mi actitud. Simplemente, intento ver, sentir y describir las cosas que se desvanecen. Aunque yo no diría que siento nostalgia del pasado. En absoluto. Simplemente recuerdo con amor mi infancia. ¿Y quién no?", responde la escritora.
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Leyendo su libro, se observa una ironía casi tierna en la descripción del pasado, mientras el presente está visto con un prisma de humor mucho más corrosivo. Por ejemplo, en el capítulo Aterrizando, Metelizza describe las colas en el aeropuerto Sheremetyevo (Terminal 2), refiriéndose a ellas como una "institución". "Los aduaneros rusos, mujeres y hombres, no tienen la costumbre (¿la orden?) de desear a sus conciudadanos un vuelo agradable; se limitan a un lacónico '¡siguiente!". A cambio reciben un educado, en ocasiones, incluso servil, "gracias". Cada letra del alfabeto le sirve a Metelizza para describir los vicios (y alguna virtud) de su país.
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Nuevos ricos fascinados con lo extranjero, desastres burocráticos, desorganización. Un Moscú inabordable, urbanizado sin lógica, y unos taxistas que se resisten a reconocer su ignorancia y se aventuran sin mapa por la ciudad. Metelizza parece encariñada, en cambio, con las dachas, las casitas de campo, casi siempre modestas, en las que la gente de la ciudad acumula objetos viejos y en desuso, de los que nadie quiere desprenderse.
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La escritora se ríe de todo y de todos, pero no con una carcajada. Hay más sonrisa, indulgencia hacia la fatal condición humana, que auténtico sarcasmo. Pongamos por ejemplo algunas normas de la higiene moscovita, como la que lleva a las autoridades a cortar el agua caliente un mes al año. Un filón para los humoristas que a Metelizza le da para un capítulo entero, el de la letra 'e' de su nuevo alfabeto. "El Gran corte anual de agua caliente. Es la manifestación de un poder superior, de un intelecto más elevado, que se divierte sometiendo a los ciudadanos de la capital rusa a una pequeña prueba de superación anual", escribe.
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También hay aspectos cómicos en la vida presente y pasada de la autora. El nuevo alfabeto se nutre del pasado, no lo olvidemos. En el capítulo Calcetines, medias y panties recuerda el odio que le inspiraron (¿ideológico?) sus primeros panties. Un par de leotardos azul claro "que provenían de una república soviética del Báltico. Me los trajo un conocido. Se me aparecieron, literalmente, como una manifestación de la civilización occidental, como una encarnación de Occidente. Los odié de inmediato".
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Metelizza, que comenzó su carrera como periodista (colaboró en los noventa con la BBC, o Radio Liberté, y escribe una columna en el diario ruso Nezavissimaya Gazeta), ha publicado cuatro libros con recopilaciones de sus artículos: Abecedario de la vida, Amor, La barba de papá y Kirchen, Küche, Kinder. Nuevo alfabeto ruso es una selección de textos de los dos primeros libros.
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Para muchos, los temas escogidos, notas menores de la vida cotidiana, pueden ser sinónimo también de escritura menor. A Metelizza no le importa. "Puede ser que me consideren una escritora menor, no me asusta lo más mínimo, nunca he buscado nada más. Lo que realmente me asustaría es parecer un profundo tonto. Alguien con barba (en español en el mensaje), con la pretensión de ser un gran escritor ruso. Bueno, incluso sin barba y sin ser tonto, pero pretendiendo ser profundo y apabullante.
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Cada uno tiene que cultivar su propio jardín, palabras clave; la única filosofía verdadera. ¿No son más valiosos los detalles y las circunstancias reales, los sentimientos auténticos (no tienen por qué ser femeninos, sino, simplemente los de cada uno), que las frases generales, vacías en muchos casos? Desde luego, yo creo que sí".
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Es curioso que Metelizza, con sus dotes de humor y superficialidad se declare devota de un escritor como Fedor Dostoievski, un alma atormentada. Cuando se le pregunta por las influencias que han dejado en su prosa los grandes autores rusos, empieza por citar al autor de Crimen y castigo. "Dostoievski ha sido mi escritor favorito desde que era muy joven, y todavía hoy sus novelas me parecen lo mejor del mundo", dice. "¿Se ha fijado en lo graciosa que es su novela El idiota? Por no hablar del misterio que rodea a Los hermanos Karamazov. Los héroes de Dostoievski son inconsecuentes, lo mismo que los seres humanos. O al menos, como solíamos serlo los rusos. Me encanta ese rasgo".
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El otro gran mito ruso, León Tolstói, fue durante años un escritor irritante para ella. "Durante mucho tiempo lo vi como una especie de antagonista de Dostoievski, en tanto que artista. Su estilo moralizador, su manera impertinente de analizar, de enseñar... Él y toda la escuela que creció a su alrededor me irritaban tanto que, incluso, escribí una polémica novela gráfica, basada en Anna Karenina. Porque, aunque sea sorprendente, Anna me gustaba muchísimo como persona. Y en el fondo adoraba al gran artista que la creó, tan viva, cálida y encantadora. Pero odiaba al mismo tiempo a ese escritor moralista que decide matarla, y la mata. Y con eso cumple una venganza. Un asesinato".
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Con los años, su juicio sobre Tolstói se ha modificado. "Tal vez solo ahora puedo decir que estoy empezando a entender a Tolstói. Era una persona que, probablemente, tenía sus dudas. Durante toda su vida, hasta el final, intentó buscar a Dios dentro de sí mismo, se volvió hacia el budismo... Pero, claro, supongo que hay que ser ya adulto para entender a Tolstói. Su camino personal es más importante que su literatura. Hay otro escritor ruso para "adultos" que me gusta mucho, Antón Chéjov, es enormemente triste, áspero. Recoge todo el dolor del mundo. Social y personal".
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Hay muchos más autores que han marcado su visión de la escritura y de la vida. "Nikolái Gógol es brillante, fantástico. El mejor para mí, una verdadera delicia. Por no hablar de Alexandr Pushkin, cuya influencia en el lenguaje ruso moderno es tan grande que ninguno de nosotros estamos libres de ella. Pero si hablo de mí, de la influencia que han dejado en mí los escritores rusos, tengo que mencionar a una escritora que vivió a caballo de los siglos XIX y XX (tras la revolución comunista emigró a Francia y se instaló allí), su seudónimo era Taffy.
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Sus historias cortas se han publicado en revistas y en periódicos. Siempre son graciosas. Un estilo ligero, pero preciso y agudo. Era muy famosa, incluso el zar Nicolás confesó que era la única escritora que había leído. Tenía un rasgo fundamental (poco común entre los escritores rusos, por cierto). Cuando le preguntaban de dónde sacaba a sus ridículos personajes, siempre respondía: "Del espejo". Una posición muy importante, tanto ética como estéticamente", dice Metelizza. "Siempre procuro no ser muy seria, y mantener mis dudas. Siempre hay más preguntas que respuestas, pero quién sabe cuáles son más importantes".
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Nuevo alfabeto ruso. Katia Metelizza. Ilustraciones de Jean-François Martin. Traducción de Marian Womack. Demipage. Madrid, 2010. 160 páginas. 20 euros.