El poeta Georg Trakl

La editorial Trotta reúne la obra completa del poeta austriaco

Álvaro Cortina, Madrid
23.12.2010

El estilo reiterativo de Georg Trakl, su noche (noche, siempre) en versos que acumula una y otra vez azules, verdes, purpúreos y amarillos retazos pudiera ser uno de esos decorados de terror de la Hammer. Un filtro de azul en la cámara, unos focos inverosímiles violáceos o amarillos esparcidos por una ruina gótica en un bosque post-romántico, tras la niebla.
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Trakl (1887-1915), joven cantor de noches próximas a la muerte (como Novalis), no tuvo casi ni tiempo para culminar la progresión, hacia lo sencillo que en él se operaba. Se suicidó a base de cocaína en un hospital psiquiátrico de Cracovia, después de atender a mutilados austrohúngaros en la Primera Guerra Mundial. Tenía un viejo idilio con ésa y otras sustancias desde su tiempo de estudiante con pose maldita en la facultad de Farmacia de Viena. Un personaje perfecto para 'Mal de juventud', de Ferdinand Brückner, lo que pasa es que su apellido se pronuncia difícil (es corto, pero la 'ele' suelta le deja a uno como colgando, ¿no?).
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La 'Poesía completa' (Trotta) de Trakl aporta todo lo que de él tenemos en verso. Fragmentos póstumos y versiones en torno a sus dos poemarios 'Poesía' y ‘Sebastián en sueño’ (otras veces traducido 'en sueños'), o publicaciones sueltas en la revista de Innsbruck (donde vivió también el salzburgués) 'Der Brenner' entre el 14 y el 15 (año mortal). En él se encuentra lo más emblemático del expresionismo alemán escrito. Dice Gimferrer, antes de hablar de heterodoxos españoles en 'Radicalidades': "En las tinieblas exteriores, con los perros y los mendigos, viven los locos. Ahora el loco tiene la palabra".

Lo feo, lo loco, lo disonante

En Dresde, en Munich, en Berlín, en Viena lo feo, lo disonante, lo loco empezó a pujar, en revistas literarias, en galerías, en salas de conciertos. El loco tenía la palabra. Hoy vemos esos años con los ojos revirados de Grosz, de Kirchner, de Beckman, y estamos ya acostumbrados. Todos ellos enamorados de la desproporción de las tallas de África central (rehuyendo del racionalismo clásico), todos arrobados con Stefan George, con Strindberg, todos cabreados con el mundo. Trakl, en medio de esto está un poco aparte de tanta crispación del feísmo. Es emblema del expresionismo germánico, pero es también una isla. Se creía tan heredero de Hölderlin como de su propio tiempo convulso.
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En su estudio de 1961, 'La literatura expresionista alemana, de Trakl a Brecht', Walter Muschg relaciona muy ilustrativamente al primero con todos los Karl Kraus, los Döblin, Werfel, Toller, Loerke, Heinrich Mann, o Adolf Loos. En especial lo compara con otro genio precoz, Hugo von Hofmannsthal: "La diferencia está en que Trakl vive lo que Hofmannsthal sólo escribe. Su conmoción queda patente en el desmoronamiento de las bellas imágenes de Hofmannsthal.
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La 'estructura' de sus versos es expresión, declara algo. Contiene una fuerza irresistiblemente explosiva, que se impone de forma tan funesta, que el mismo Trakl no es capaz de resistir su expresión y acaba destrozado. Su melancolía no sólo está determinada por la época, no es consecuencia de su alcoholismo y de las drogas, sino que existía ya desde un principio. Ya en una fotografía que le muestra a la edad de tres años, sus ojos tienen una expresión de incurable tristeza".
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El traductor, Reina Palazón

Las vetas de mármol, los oros del crepúsculo en estanques palaciegos también aparecen por aquí, no sólo en el decadentismo de Hofmannsthal. Hay varias estampas lánguidas de jardín palaciego en paseos por el castillo de Hellbrunn, en su Salzburgo natal. Pero además es toda esa "cultura de los nervios sensibles", que dice José Luis Reina Palazón (traductor). En Trakl el mundo padece (exuda) una lepra feroz. 'A los enmudecidos': "Ramera que en helados escalofríos un niñito muerto parió", o se encuentra a un muerto en el bosque, o la corza, o la cierva tiene el vientre abierto.
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Esta reunión de poemas se abre con una bandada de 'Los cuervos'. Aquí una estrofa de 'Las ratas': "Y aquí y allá silban saltarinas/ y un horrible efluvio fecal/ las husmea en sus letrinas/ donde la luna riela fantasmal". A diferencia de la anterior traducción, de Jenaro Talens, Reina Palazón ha querido mantener rima.
Este azul como de Kokoschka se abre, al lector en bosques de álamos y en hachazos de impresiones: los mirlos, los ciervos, las aldeas, las ruinas de piedra, la luna, frentes lívidas que malpiensan.
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Y el rito repetitivo va cristalizando en un gran crimen, en una gran pena, en una culpa. Los poemas están recorridos por un palpable dramatismo, una sordidez creciente, creciente eclosión. 'Alma de noche', 'El muchacho Elis', 'En la ciénaga' ("sapos que surgen de argénteas aguas"), recorren "los caminos lunares de los retraídos". Las sangrías en el frente, en Grodek entre el 6 y el 11 de septiembre de 1914, los pasotes con las sustancias tóxicas, la influencia de Loos y de Kraus (aparecen en poemas y dedicatorias) o la culpabilidad por la relación incestuosa con su hermana Margarethe (Grete, para los amigos) es señalada por los estudiosos. El yo es gigantesco, pero escondido tras estos decorados Hammer, y queda así "una muerte en el jardín de la tarde".

’Poesía completa’, de Georg Trakl. Traducción y prólogo José Luis Reina Palazón. Trotta, 2010. 242 páginas.