LIBROS

«Chéjov comentado»

Por Recaredo Veredas, Madrid
03.11.2010
Foto - ABC Antón Chéjov

No es fácil regresar a Chéjov después de tantas representaciones, películas, homenajes y antologías. Pese a su contención, personajes como la dama del perrito o el tío Vania se han convertido en arquetipos de “lo ruso”, emplazados a la altura de Ana Karenina o Aliosha Karamazov.
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Sin embargo este libro consigue lo que parecía, sino imposible, sí más que complicado: que su lectura revele aspectos poco frecuentados del maestro de Tanganrog. El equipo Bellver/Nevsky ha acertado tanto en la disposición de los relatos como en su elección. Las piezas escogidas muestran a un Chéjov moderno, menos preocupado por las peripecias que por resaltar, como indica Care Santos, “la grandeza de lo nimio”. Puede aducirse que esa es, precisamente, la tradicional coletilla que sigue al nombre del ruso pero en este caso el lugar común se convierte en realidad. Para lograr tan difícil objetivo y, al mismo tiempo, distanciarse de recientes y conocidas antologías, Bellver ha prescindido de ejemplos obvios, como la aludida dama del perrito, y ha incluido textos menos conocidos, tal vez menos brillantes pero de igual o mayor profundidad. Tan renovador criterio no solo enriquece la figura del eslavo, también le convierte en un autor de altura humana, cuya obra progresó y maduró a lo largo de sus escasas décadas de vida.
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Distinción
Otra causa de distinción de “Chéjov comentado” es la mera existencia de los comentarios, emplazados tras los relatos para no condicionar su lectura. Resultan muy dispares. Encontramos, por ejemplo,
referencias grecorromanas, disquisiciones sobre el conflicto o sobre la diferencia entre forma y fondo. La diferencia no resulta caótica y regala un equilibrio distinto, que ameniza la antología, al no obligar al lector a enfrentarse a una serie de comentarios de idéntico formato, más propios de una edición universitaria.
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La sobriedad de las nuevas traducciones, responsabilidad de James y Marian Womack, realza la condición de precursor del relato moderno de Anton Chéjov. La lectura de estas nuevas y viejas palabras nos recuerdan las causas de la extensión de la huella chejoviana: fue uno de los pioneros de la reivindicación del personaje, hasta entonces amilanado por el peso de las peripecias. La primacía del personaje, aun poseyendo una considerable trascendencia, no es la única causa del éxito del ruso – éxito entendido no como capacidad para vender rápido y mucho, sino como una permanencia densa, que soporta indemne las décadas, incluso los siglos.
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Pocos autores han sido capaces de mostrar lo cotidiano de una manera distinta, iluminando los pequeños fracasos y triunfos de todos nosotros. Sabía, así lo expresa la primera cita de este libro, que lo importante no es conocer los hechos, ni siquiera verlos, sino encontrar el espíritu del hombre donde los demás no hallan nada (o encuentran vacío, lo que resulta casi peor). Chéjov convierte en materia narrativa, en obra artística, los sucesos más insignificantes, aquellos cuyos protagonistas no merecerían siquiera una esquina de un periódico – o de una página web. La agudeza de su mirada permite que la gente corriente no sea dibujada con trazos insólitos, sino con total realismo: hombres y mujeres cuya perseverancia e ilusión vampirizan los triunfadores. En esa reivindicación de un heroísmo discreto, e irremediablemente anónimo, reside el verdadero componente revolucionario de Chéjov y la causa de una grandeza que no ha decrecido ni decrecerá, porque seguiremos compartiendo su esencia dentro de cien años.

«Chéjov comentado»
Por Nevsky Prospects, Madrid, 2010. 318 páginas. 22,5 euros

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