Catedráticos de la 'modernez'

Varios estudios tratan la bohemia del siglo XXI desde una óptica académica

Xavi Sancho, Barcelona

09/02/2011
Foto - Trajín bohemio de una avenida del barrio neoyorquino de Williamsburg, epicentro de la modernidad de la ciudad.- LORENA ROS

Cuando el pasado verano la revista neoyorquina n+1 anunció que iba a tomar por una tarde una sala de la New School de Manhattan con un coloquio sobre la realidad de los modernos -hipsters, en adelante-, alumnos de la Universidad y parte de los lectores de esta revista bianual de ensayo sociocultural no ocultaron su indignación. Un tema tan frívolo no podía entrar en la catedral del conocimiento. Albricias, el fin del mundo... otra vez. "Tratamos de ser ligeramente satíricos en el modo en que enfocamos el debate. La idea era exagerar su seriedad con el fin de que se apreciara el poder que puede tener el hecho de pensar de manera analítica sobre tu día a día", comenta Mark Greif, editor de la revista y uno de los ponentes del acto.

El resultado fue tan notable que se editó un libro, What was the hipster? (¿Qué fue lo hipster?) que publicará en mayo en España Alpha Decay. Eso no hizo sino extender la polémica de convertir en objeto de estudio la realidad de los modernos, once años atrás asociados por inercia con las subculturas juveniles, hoy ya casi convertidos en una casta cuyos orígenes parecen hallarse en el triunfo del neoliberalismo.

"Nos criticaron por no haber aportado ninguna solución, por no ser definitivos y por no adelantarnos a lo que, en el futuro, puede suceder en el universo de lo moderno. Estoy de acuerdo con eso", apunta Greif. El libro pues, rompía dos normas clásicas del estudio de fenómenos juveniles: estaba escrito en tiempo real -nada de arqueología pop- y había sido confeccionado por una gente sin ninguna clase de aprecio por su objeto de estudio.

Una de las peculiaridades del libro es la transcripción del evento, que precede a una serie de ensayos más o menos sesudos sobre el tema: desde las pugnas entre judíos ortodoxos y modernos en Brooklyn por la implantación de carriles bici hasta el diluido papel de la mujer en este universo. En esa transcripción se han mantenido algunas opiniones anónimas, datos incorrectos y ciertas asociaciones de ideas, cuando menos, peculiares.

"Nadie puede pasar por alto que ese extraño y ambiguo estilo de vida que es el de los jóvenes hipsters de muchísimas ciudades está marcando el signo de nuestros tiempos", explica Ana S. Pareja, editora de Alpha Decay, preguntada sobre por qué se decidió a publicar el libro. "Puede llevarte a analizar con seriedad algo que a primera vista es absolutamente frívolo".

Más allá de lo acertado o no de considerar esta realidad universal y globalizada objeto digno de estudio, lo que hace especial este libro -y otros artefactos similares como The hipster hanbdbook- es la forma, definida por un equilibrio entre humor y análisis. "La óptica del texto es muy interesante, es casi un ensayo-parodia de los estudios académicos al uso, y tiene muchas lecturas: las que se desprenden de esta mirada irónica y las puramente informativas. Nos empujó a publicarlo esa sensación de estar leyendo algo que te divierte demasiado como para ser profundo pero que está logrando que aprendas un montón de cosas valiosas en cada página", apunta Pareja. En los mismos términos define Dushko Petrovich, artista y coeditor junto a Roger White, de I like your work: Art and etiquette (Me gusta tu obra: Arte y etiqueta), otra edición de n+1 (en realidad, de su publicación hermana, Paper monument). En esta ocasión se afronta la realidad social del arte contemporáneo.

Como en el caso de ¿Qué fue lo hipster?, esta publicación corre el riesgo de parecer superflua por su vocación en incidir, no tanto en foco de la creación, sino en los aspectos diletantes de las avanzadillas culturales.

En el mundo moderno, cuentan los dos libros, es tan digno de análisis el agente como el artista, el bloguero como el novelista, el séquito como la estrella.

"Lo ideal sería que el arte fuera más interesante que las personas. Si falla, siempre queda observar lo que gravita alrededor", dice Petrovich.

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