Proyecto Sófocles


Wajdi Mouawad ( foto ) arranca en el festival Grec la puesta en escena de las siete tragedias del autor griego que permanecen íntegras - "Son obras construidas sobre una revelación, el fin de una ceguera y cómo se hace para ver, ser lúcido"



Justo Barranco
04/04/2011

Todo Sófocles. Por uno de los directores de teatro más aclamados de los últimos años, del que justamente se dice que ha reinventado la tragedia para el mundo contemporáneo. Wajdi Mouawad (Líbano, 1968), artista asociado y protagonista total del festival de Aviñón de 2009, donde presentó la tetralogía La sangre de las promesas –Litoral, Incendios (cuya adaptación cinematográfica está actualmente en cartelera), Bosques y Cielos, escritas y dirigidas por él– regresa ahora con un nuevo proyecto de largo aliento.

Un proyecto de tres fases que le ocupará hasta el 2015 y que supondrá representar las siete obras de Sófocles que se han conservado íntegras agrupadas por temas: Des femmes (De las mujeres), Des héros (Héroes) y Des mourants (Moribundos). Y es en Barcelona donde preparará las primeras tres obras, las que reúne en Des femmes –Antígona, Electra y Las traquinias–, y donde las estrenará en el festival Grec de este año entre el 28 y el 30 de junio. Y ya tienen contratadas más de 200 funciones por todo el mundo. El proyecto culminará en el 2015 con la representación de las siete obras seguidas.

Mouawad asegura que este Proyecto Sófocles no supone un giro radical en su carrera, sino todo lo contrario: aunque hasta ahora se dedicara a crear sus propias obras, siempre tenía al autor griego detrás. Mouawad, que nació en el Líbano que pronto se embarcaría en la guerra civil y cuyos padres acabaron instalándose en Quebec, donde creció, cuenta que durante diez años ha vivido “una aventura teatral cada vez más importante con un equipo de comediantes y creadores.

“Íbamos poniendo en escena piezas que acabaron agrupadas bajo un solo título, La sangre de las promesas. Lo que intentaba contar en el fondo era cómo hacer para volver a casa cuando no es un lugar geográfico, sino un estado de ánimo, de encantamiento, una ilusión, un momento en el que la persona era una con el mundo. Y durante todo ese tiempo Sófocles siempre me acompañaba. Todas sus piezas están construidas sobre una revelación, una ruptura del encantamiento, el fin de una ceguera sobre sí mismo o colectiva. Y cómo se hace para ver, mirar, ser lúcido, percibir. De ahí nació una aventura de la que yo era el autor, pero ahora quiero tomarme cinco años para poner en escena las obras de Sófocles que me habían inspirado, golpeado”.

Mouawad, de hablar pausado, casi tímido, pero con un discurso hilvanado casi como un poema, cuenta que en esas siete obras de Sófocles “contemplamos cómo el autor se descubre a sí mismo” y por eso le parecía importante mostrarlas siguiendo un orden cronológico, lo que hará al final del proyecto, pero primero lo hará por “espacios de sentido”. “En el primero, con Antígona, Electra y Las traquinias, son las mujeres las portadoras de la tragedia, las que a su manera introducen la cuestión de la justicia, del amor y la venganza. Tras ellas vendrá la caída del héroe con Ajax y Edipo rey, cuando los griegos comenzaron a sentir que los héroes de la Odisea no existían de verdad, pasando de Héctor y Aquiles a Creonte… o Sarkozy.


Y, por último, con Filoctetes y Edipo en Colono, los moribundos, que hacen frente a la muerte. Mujeres, héroes y moribundos, un paisaje de la vida humana que se despliega y que habla del amor, del deseo de grandeza y el egoísmo y de morir una vida que sea bella”, relata.

Ricardo Szwarcer, director del Grec, está orgulloso de que el proyecto, realizado en colaboración con los festivales de la red Kadmos (Aviñón, Atenas), arranque en Barcelona, y explica la estructura de las representaciones: el 28 de junio se podrán ver Las traquinias; el 29, Las traquinias y Antígona; y el 30 se les sumará Electra, la trilogía completa, lo que supondrá más de cuatro horas.

Mouawad afirma que no le da miedo el inmenso espacio del teatro Grec, al contrario: “Me dan miedo los teatros pequeños para esta obra. La traducción de Robert Davreu necesita una gran voz, impulso. Y el público creo que tiene ganas de lugares en los que las preguntas trágicas se planteen de la manera más amplia posible. A veces se trata como algo confidencial. Y la belleza de esta aventura es la posibilidad de vivir en comunidad con el público las cuestiones trágicas”.

Cuenta que para la obra ha partido de la imagen de Dionisos mirándose al espejo en el que “no ve su reflejo, sino el mundo, somos el reflejo de un Dios”, un espejo que cae, se rompe. De hecho, asegura, “en cada obra habrá un cataclismo magnífico”. ¿Como los del mundo árabe actual? “Cuando miro lo que sucede, primero de todo veo un elemento de potencia, están ferozmente vivos. Es casi heroico. La palabra árabe ya no suena de la misma manera, y eso ya es una gran victoria”, concluye.

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