Delitos a un clic


Un ordenador y conexión a internet bastan para perpetrar, en tiempo récord, decenas de delitos; se puede injuriar, romper una orden de alejamiento o suplantar una identidad

 
Javier Ricou

Un solo clic en el teclado del ordenador basta para infringir la ley. Y la lista de hechos delictivos perpetrados a través de la red informática crece al mismo ritmo que evolucionan las nuevas tecnologías. La carta de delitos que se pueden cometer sin salir de casa, con un ordenador y conexión a internet, es amplia y muy variada. Los redactores del Código Penal tienen trabajo extra para adaptarse a esta nueva modalidad de delictiva.

El siguiente relato es ficticio, pero los hechos que el protagonista de esta historia (al que llamaremos Juan) está a punto de cometer, con un ordenador como única arma, han ocurrido y están documentados en diferentes sentencias judiciales.

Lo primero que hace Juan al levantarse es encender su ordenador y comprobar si la descarga de una película que acaba de estrenarse en los cines se ha completado con éxito. Comprueba que todo ha ido bien y pone en venta esa película en una página que ha creado en internet. La posesión y descarga de cine y música aún no es delito en España, pero sí comerciar con ese material. Cuando Juan pone a la venta esa película está cometiendo un delito contra la propiedad intelectual, castigado con penas que van de seis meses a 2 años de cárcel.

Juan acaba de cometer su primer delito del día sin salir de su casa. Pero la jornada no ha hecho más que comenzar. Días atrás, Juan fue ascendido en su empresa y le dieron la BlackBerry de su antecesor. Eso le permitió leer su correo electrónico, pasar esa información a su ordenador y descubrir la clave de acceso. La lectura de esos mensajes es ya un delito de descubrimiento de secretos, pero Juan va a agravar aún más su conducta delictiva al enviar varios de esos mensajes a un amigo. Eso es revelación de secretos, una conducta castigada con penas que van de uno a cuatro años de prisión. Leer un correo electrónico de otra persona sin su permiso y difundir esos mensajes es tan grave como acceder, de forma ilegal, a un expediente médico u otros datos reservados y difundirlos por internet.

Juan está enfadado con su jefe, al haberle anunciado que en un par de meses tendrá que prescindir de sus servicios porque no está contento con su rendimiento. Quiere vengarse y envía por internet, a una empresa de la competencia, un estudio de mercado que ha hecho su empresa sobre un nuevo producto. Por esa acción (revelación de secretos de empresa) puede ser castigado con otra pena que va de dos a cuatro años de cárcel. Pero no contento con esta acción, accede –ayudado por sus conocimientos de informática– en el ordenador central de su empresa y lo colapsa. Acaba de cometer un delito de daños, que engrosa su particular cuenta de condenas. Esta acción se castiga con penas de seis meses a dos años de cárcel. La venganza urdida por Juan no acaba ahí. Entra en un foro donde es posible contratar a un sicario y acuerda una entrevista con uno de esos matones, que por 4.000 euros asesinarían a su jefe. Con ese simple clic en el teclado de su ordenador acaba de cometer un delito de inducción al homicidio. Y la pena podría pasar, en este caso, de los diez años de cárcel.

Juan sabe que se va a quedar sin trabajo y es consciente de que sin un título universitario le va a costar mucho encontrar otro empleo. Por eso elabora un currículo con datos falsos y simula que esa información proviene de un expediente académico de una universidad. Esa acción –un delito de f a l s e - dad– puede costarle hasta seis años de cárcel.

Juan decide ahora entrar en el mundo de las estafas sin perder de vista su ordenador. internet le ofrece un amplio abanico de posibilidades. El ataque lo va a dirigir contra sus propios compañeros de empresa. Conoce sus correos y sabe que la mayoría trabajan con la misma entidad bancaria. Así que elabora un documento parecido al que suele remitir el banco a sus clientes y lo envía -vía correo electrónico- a sus colegas de trabajo. Les pide que faciliten los datos de acceso por internet a sus cuentas bancarias (es lo que se conoce como phising) porque la entidad está mejorando los sistemas de seguridad. Obtenida esa Información, no tiene ningún problema para comprar productos desde esas cuentas o transferir dinero. Eso es estafa, un delito castigado con penas que van de los seis meses a los tres años de prisión.

Los problemas que Juan tiene con su empresa se han sumado a los causados por la ruptura con su pareja. Está en trámite de separación y no puede acercarse a menos de 500 metros de su pareja, tras haber sido denunciado por malos tratos. El ordenador le ofrece la posibilidad de vengarse. Juan crea un perfil en una página de relaciones sociales con una foto y el nombre de su mujer. Se hace pasar por ella e inserta un anuncio ofreciendo servicios sexuales. Acaba de cometer un delito de usurpación de identidad, cuya pena puede llegar hasta los tres años de cárcel. Pero no contento con esta acción, envía al correo de su ex mujer una decena de mensajes amenazantes. Ahora ha roto -sin moverse de su casa- la orden de alejamiento y cometido un nuevo delito castigado también con prisión.

Esos mismos mensajes podrían ser utilizados contra Juan si un juez considera que son constitutivos de delitos de injurias, calumnias o amenazas. Y las penas -de hasta 6 años de cárcel- son las mismas que se impondrían si esas manifestaciones se hubiesen hecho de forma verbal.* Pero no contento con todas estas acciones –Juan habría sumado ya una hipotética condena cercana a los 20 años de cárcel- el hombre, enfadado porque su puesto en la empresa lo va a ocupar un inmigrante, arremete, en una página personal de internet, contra los extranjeros y lanza mensajes a favor de Hitler. Una acción por la que se pueden incoar diligencias por apología al racismo o xenofobia.

Y como colofón a esta mañana delictiva, Juan busca en la red una página con pornografía infantil. Visiona varios vídeos y los guarda en su disco duro para volverlos a ver más tarde. Ha cometido un delito de tenencia de pornografía infantil. La pena se agrava. por difusión, si después ese material es intercambiado con otras personas. Juan sólo ha necesitado, para cometer esta retahíla de delitos en un tiempo récord, un ordenador y conexión a internet. Infringir la ley sin moverse de casa y sin testigos da sensación de impunidad. Pero la mayoría de esas acciones pueden ser descubiertas gracias al rastro que ha dejado su propio ordenador. Y eso es lo que no saben muchos de estos delincuentes de la era internet, tal y como indica Ramon Arnó, abogado experto en delitos informáticos de Lleida. Les ocurre a la mayoría de consumidores de pornografía infantil -uno de los delitos más perseguidos por los agentes especializados en informática- que actúan tranquilos al pensar que nadie les ve cuando descargan y visionan esas imágenes. El Código Penal ha incluido añadidos en sus artículos para castigar con la misma pena al delicuente que pisa el escenario de los hechos, como a aquél que está detrás de la pantalla.


Crímenes por encargo y falsos modelos pederastas


Los Mossos, la Guardia Civil y la Policía Nacional han creado grupos especializados en la persecución de los delincuentes que usan, como única arma, la red. Ese trabajo está dando muy buenos resultados, principalmente con los consumidores de pornografía infantil. Pero esas pesquisas con la información que corre por Internet abarcan otros campos. Una de las últimas operaciones, llevada a cabo por la Guardia Civil el pasado 31 de marzo, desenmascaró a una banda de sicarios que ofrecían sus servicios, a cambio de dinero, en una página web. Se trataba de una especie de foro en el que los internautas podían contratar -previo pago de cantidades que iban de los 4.000 a los 10.000 euros- a un matón para llevar a cabo una extorsión, un escarmiento o un asesinato. El dominio de esta página estaba registrado en México y la Guardia Civil constató que esos sicarios habían actuado ya en diferentes puntos de España después de haber sido contratados en Internet. La operación se saldó con 14 detenidos y entre esos arrestados se cuenta una vecina de Málaga, que llegó a contactar con cuatro de esos sicarios -uno de ellos residía en Barcelona y otro en Ourense- para acabar con la vida de su esposo. Otro de los internautas detenido pidió en ese foro ayuda para asesinar a sus padres y un tercero pagó 4.000 euros a uno de los matones que se anunciaban en ese página, para que diera una paliza a un conocido en Valencia.

En Catalunya, la última operación de los Mossos contra estos delincuentes de la red acabó con la detención de un vecino de Mataró, de 33 años, que buscaba en la red a menores para agredirlos sexualmente. El hombre fue arrestado el pasado 8 de abril y los agentes constataron que había contactado, a través de la red, con cerca de 380 chicos. Este vecino de Mataró se hacía pasar por niño en la red -usaba una foto de un menor- y hacía creer a sus potenciales víctimas que era un modelo infantil. Conseguía fotos de ellos desnudos y después quedaban en verse.

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