Rubens, en 360 grados 

Las salas de Moneo del Prado se convierten en un gabinete tradicional de pintura para exhibir las noventa obras del pintor flamenco que atesora el museo

Natividad Pulido, Madrid
18.01.2011

Los visitantes del Prado van buscando a Velázquez, a Goya... Pero, ¿y a Rubens? Según una encuesta, la mayoría del público que acude al museo ni siquiera se acuerda de haber visto al pintor flamenco, el favorito de Felipe IV. Un resultado descorazonador. Y ello, a pesar de que el museo atesora una de las grandes colecciones de Rubens, con algo más de 90 cuadros. A estas alturas, no parece necesario reivindicar técnica o científicamente a este gran maestro, pero, visto lo visto, sí resulta urgente reivindicarlo popularmente.
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La nueva exposición del Prado es bastante atípica. Por muchos motivos. En primer lugar, es una muestra permanente convertida en temporal (hasta el 23 de enero). Es decir, que se han descolgado las setenta obras de Rubens que habitualmente se exhiben en la pinacoteca -se están reacondicionando en Villanueva los espacios dedicados al pintor. A ellos se suma una veintena más de obras del artista y su taller que no ven la luz desde hace unos años. Y todas estas 90 obras se han trasladado a dos de las salas de la ampliación de Moneo, dedicadas siempre a exposiciones temporales. 
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También es bastante sorprendente, y espectacular, el montaje de la muestra. Las obras no cuelgan siguiendo un criterio temático, sino cronológico: arranca con el "Retrato ecuestre del duque de Lerma" (1603) y acaba con "Perseo liberando a Andrómeda" (1639-41). Rubens murió antes de acabarlo y tuvo que rematarlo Jordaens. Pero lo realmente inusual es que las modernas salas de Moneo se han convertido en un gabinete tradicional de pintura, con todas las obras juntísimas (apenas unos centímetros entre ellas), algo a lo que hoy no estamos acostumbrados, pero en realidad es como se exponían en vida del artista. Y, aunque los cuadros apenas respiran, sí se gana en intensidad emocional, pues se aprecia, a un solo golpe de vista, la evolución estilística del pintor. «Un espectáculo visual, una odisea artística». Así define el director del museo, Miguel Zugaza, esta secuencia casi fílmica de la colección de Rubens del Prado: «Rubens en 360 grados».
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Para Alejandro Vergara, jefe de conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte y comisario de la exposición, «es una nueva mirada a Rubens, como cuando cambias los muebles en casa. Podemos apreciar que Rubens es un coreógrafo, a quien siempre le interesa el cuerpo en movimiento; que todas sus composiciones están entrelazadas (tienen continuidad con las anteriores pero también anuncian las siguientes), que se repiten algunas figuras a lo largo de su producción... Explica Vergara que son muy diferentes el primer y el último Rubens: «El primero es rotundo, contundente, casi escultórico; en el último, la forma se diluye y surge lo poético. Pero siempre es un pintor gigantesco, un pintor sabio, un gran cocinero: sus cuadros están muy bien hechos, con mucha sabiduría. Queríamos s.acar pecho, impresionar, lucir todo lo que tenemos de Rubens».

Después de tres meses, regresarán «casi todos» los Rubens a Villanueva. Algunos se medirán con Velázquez y Tiziano en la galería central del Prado. Otros harán lo propio con Van Dyck en una sala anexa, y los restantes se verán en la zona norte de la segunda planta.
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Además de la exposición, el Prado, en colaboración con el Centro de Estudios Europa Hispánica y Angular Producciones, ha elaborado un documental dedicado al artista, realizado por Miguel Ángel Trujillo y bajo la dirección científica del propio Vergara. Bajo el título «Rubens. El espectáculo de la vida», nos acerca a la vida y la carrera del genio flamenco. En él intervienen, entre otros, el bailaor Israel Galván, la figurinista Yvonne Blake, el escultor Juan Bordes y el filósofo Javier Gomá.