El Miró político, en la Tate 

El museo londinense presenta la faceta menos conocida del artista español, de la catalanidad al antifranquismo 

Emili J. Blasco, Londres
18.01.2011
Foto - «La escalera de la evasión», de Joan Miró


A Joan Miró se le asocia con los puntos de colores y los trazos de apariencia infantil, pero la Tate Modern se propone presentar una faceta menos conocida: su implicación política, de la catalanidad al antifranquismo. “No es la exposición que el gran público espera, pero descubre un aspecto vital de Miró: que fue una persona de principios, con un sentido de la ética y la justicia”, según Rosa Maria Malet, directora de la Fundació Miró, entidad que ha colaborado con la Tate en organizar la muestra “Joan Miró: la escalera de evasión”. La exposición se inaugurará en Londres, y luego viajará a Barcelona  y Washington.
.
La que será la mayor cita con Miró en el Reino Unido desde hace 50 años, con 150 pinturas, obra en papel y esculturas, “quiere hacer explícito visualmente por primera vez lo que últimamente se ha estado diciendo en círculos de expertos al salir a la luz textos que ponen de manifiesto la implicación política del artista”, afirmó Matthew Gale, uno de los comisarios de la exposición.
.
Pero esa implicación ni fue en términos de lucha pública -“no un Miró contra Franco, no queremos decir eso”, especifica Marko Daniel, el otro comisario- ni tuvo expresiones constantes, sino que hubo momentos más explícitos y otros de cierto distanciamiento. Esa oscilación es lo que quiere significar el título de la muestra, tomado de un elemento presente en algunas obras de Miró.
.
Actitud personal
Para Malet, “fue alguien muy prudente y de pocas palabras, que no tuvo aspavientos; lo suyo fue más una actitud personal que una presencia o reacción puramente política”. La directora de la Fundació Miró considera que el hecho de que el artista regresara a España en 1940, no supone un “escapismo” respecto del compromiso, sino justamente elegir “la opción más difícil”.
.
En el franquismo se centra precisamente la última de las tres partes de la exposición, en la que piezas destacadas son una serie de cincuenta litografías de 1944, de tonos lúgubres y figuras angustiosas; “Mayo1968”, que capta la atmósfera de la rebelión de esos años, y el tríptico “La esperanza del condenado a muerte” (1974), que coincide con el ajusticiamiento de Salvador Puig Antich.
.
La primera parte documenta el enraizamiento de Miró en Cataluña y su compromiso con aspectos identitarios, muchos de ellos presentes en los lienzos, como en “La masía” (1921-1922), que perteneció a Ernest Hemingway, amigo del artista, y “Cabeza de payés catalán” (1925-1925). En la segunda parte, la exposición se ocupa de la preocupación de Miró por las tensiones en España y Europa. Es el único momento en que su grado de compromiso llega a ser propiamente militante, con su cartel “Aidez l'Espagne” (1937) para recoger fondos destinados a la República, y “El segador” (1937), su contribución al pabellón republicano en la Exposición Internacional de París, que los comisiarios de la Tate califican de “el Guernika de Miró”.
.
Precisamente la militancia política de Pablo Picasso, más manifiesta y orgánica que en el caso de Miró, fue objeto de atención en una reciente exposición organizada por la Tate en Liverpool, titulada “Picasso: paz y libertad”.