Miguel Herráez:

"Cortázar permanece"


El catedrático valenciano publica, en la editorial Alrevés, 'Julio Cortázar, una biografía revisada'


Albert Lladó
22/03/2011

Alguien dijo que los verdaderos clásicos son aquellos autores que copian lo que aún no está escrito. Y, además, siempre vuelven. En el caso de Julio Cortázar eso se convierte en casi literal, después de que su viuda Aurora Bernárdez, y el especialista Carles Álvarez, descubrieran un baúl lleno de textos inéditos.

Primero, de ese tesoro escondido nació Papeles inesperados. Después salió a la luz Cartas a los Jonquières, ambos editados por Alfaguara.

En Julio Cortázar, como en todos los grandes, hay mucho de mito, y más cuando hablamos de un escritor que entendía la realidad como una fantasía maravillosa, de un autor enamorado de la ciudad y sus rincones, o de un intelectual que, sin dejarse llevar por los dogmatismos más evidentes, quiso apoyar y apoyó las revoluciones de su tierra natal. Por ello, para comprender un poco mejor a este enorme "cronopio", entrevistamos al catedrático Miguel Herráez, que acaba de publicar, en la editorial Alrevés, Julio Cortázar, una biografía revisada.


Estamos ante una biografía que ya publicó bajo el nombre de El otro lado de las cosas. ¿Qué nuevos datos encontraremos de la vida de Julio Cortázar?

He incorporado algunas anécdotas, datos, que me han facilitado Aurora Bernárdez, el profesor Joaquín Marco, el escritor Félix Grande o Alejandra H. Birgin, que es la directora del pabellón argentino de la Cité Internationale Universitaire de París, en el que se hospedó Cortázar en el año 51. Como indica el título, es una revisión con todas sus implicaciones, yendo de la primera a la última página. He añadido, además, un prólogo que escribí en mi última estadía en París. Me impresiona lo que me contó Félix Grande, amigo de Cortázar. Tras la muerte de Carol Dunlop, cuando viajaba a Madrid y cenaba en casa de Grande, le pedía que pusiera también cubiertos y plato para Carol.

Una anécdota que nos gusta escuchar a los barceloneses es el recuerdo que le quedó del Parque Güell, y que usted explica en el libro.

Sí, es así. Eso, lo de las mayólicas y toda esa presencia que le quedó de Gaudí en un plano subcortical desde sus paseos de niño por el Parque Güell, se lo explicó Cortázar a Joaquín Soler Serrano en una larga entrevista. Barcelona es una ciudad moderna, nada descubro con esta afirmación. Me consta que a Cortázar le gustaba Barcelona. En cierta ocasión, en pleno franquismo, hizo escala y se le antojó lúgubre, pero no tanto la ciudad cuanto sus gobernantes. No podía ser de otro modo, dado que el franquismo era tremendamente lúgubre.

Su padre se marchó de casa cuando él tenía seis años. Eso hizo que se criara en un mundo de mujeres.

Un auténtico matriarcado compuesto por su madre, su abuela, su tía y su hermana. Eso es observable en relatos suyos, lo que significa la desaparición del padre de familia. Recordemos la rebelión del joven personaje de "El otro cielo", alguien que fuma cigarrillos rubios pese a que su padre le ha vaticinado que por eso se quedará ciego. Es curioso, en ese sentido, como parte de esas mujeres (tía, hermana y madre del escritor) se casaron con los vecinos de la casa pareja de Banfield. Cada una con cada uno de los tres hijos del militar retirado Rudecindo Pereyra Brizuela.

A los nueve años escribió su primera novela.

Él mismo lo contó. Una novela lacrimógena, repleta de lances y de gestos románticos. Por supuesto que no es más que una anécdota. De cualquier modo, los inicios de Cortázar (algo que se mantuvo a lo largo de su vida, si bien con carácter inédito desde finales de los años cuarenta) fueron poéticos. Tuvo un período de arranque "mallarmeano", aunque él sugería que se encontraba más próximo de Rimbaud. Su producción poemática se recoge en Salvo el crepúsculo. Particularmente pienso que el mejor poeta cortazariano se encuentra sumergido en el narrador cortazariano. Sabido es que Cortázar fue muy precoz en el terreno de la creación, pero no en el de la edición.

La temprana muerte, con tan sólo un año de diferencia, de tres seres muy queridos por él (sus amigos Alfredo Mariscal y "Monito", y su cuñado Sadí Pereyra) le impactaron enormemente. ¿Cómo afectó a su obra posterior?

Las muertes de sus dos amigos y de su cuñado Sadí, que era tercer amigo, le produjeron, como no podía ser de otro modo, una gran conmoción. La presencia de la muerte en la obra de Cortázar es recurrente. En algún momento confesó que el descubrimiento de la muerte siendo niño significó la mayor de las angustias. Hay cartas de Cortázar de los años 1941 y 1942 dirigidas a Mercedes Arias, profesora de inglés en San Carlos de Bolívar, en las que da cuenta de su impacto emocional por esas pérdidas.

Julio Cortázar pasó, como maestro, cinco años en Chivilcoy. Poco se conoce de aquella época.

De los períodos de San Carlos de Bolívar y de Chivilcoy sí es cierto que Cortázar, con el tiempo, los dejó caer, quedaron minimizados, pero sí existen testimonios ajenos. Del tiempo que va desde Bolívar a Mendoza, podemos citar a Emilio Fernández Cicco, Nicolás Cócaro, José María Grande, Cecilia Noriega, Jaime Correas y otros más que han realizado aproximaciones. En concreto, además, hay que decir que Cortázar desarrolló importantes participaciones en sucesos culturales, desde conferencias y lecturas poéticas o implicaciones en jurados pictóricos y literarios. El tiempo de Bolívar fue, de otro lado, para él un tiempo de lecturas formidable.

Pese a que no tenía título universitario, recibió la oferta de impartir clases en la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza. Pero allí, seguramente, comienza su recelo con el mundo académico...

Miguel Herráez
Recibió la oferta de la UNC y la aceptó. Llegó con mucha ilusión, pero poco a poco ésta se fue deshilachando. En mi libro incorporo el testimonio que me facilitó una alumna suya, Dolly Lucero Ontiveros. En realidad, cuando Cortázar sale de Chivilcoy hacia Mendoza ya le sigue una cierta crispación por mantenerse en un orden nada proclive al peronismo. Finalmente, regresará a Buenos Aires, tiempo en el que trabajó en la Cámara Argentina del Libro.

No veía con buenos ojos el populismo del peronismo...

No podía ver con buenos ojos el populismo peronista, de ninguna manera. En términos de sensibilidad política, el Cortázar de finales de los cuarenta responde al estereotipo individualista, incluso solipsista. La oratoria filofascista del peronismo, con sus soflamas, sus altavoces, sus manifestaciones y su demagogia, no cabían en su concepción del mundo.

En 1947, publica el cuento "Casa tomada" en la revista Los Anales de Buenos Aires, de la que Jorge Luis Borges era su secretario. Mucho se ha hablado de la relación entre ambos. ¿Cómo era, realmente?

Por parte de Cortázar siempre fue una relación de respeto. También de inicial agradecimiento por la aceptación de su cuento "Casa tomada" (aun con la ilustración que realizó para él la hermana de Borges, Norah), que marca el origen formal de Cortázar como escritor de relatos. Se ha dicho que Cortázar le negó el saludo a Borges en un encuentro en el Museo del Prado, pero Aurora Bernárdez me ha confirmado que no fue así. Borges, sin embargo, si ironizó en alguna ocasión (en una conferencia en la Córdoba austral) sobre la ideología comunista de Cortázar, cosa que era falsa, pues Cortázar no era comunista.

Fue en el invierno de 1950 cuando realiza su primer viaje a París. En el barco se encuentra a Edith Arón, mujer que después le serviría de inspiración para el personaje de la Maga. ¿Qué vio en ella?

La Maga es una abstracción, nadie en concreto. Si queremos, por ese deseo que tenemos los lectores de sintonizar ficción con realidad, Edith Aron sería, sí, una presencia causal desde ese encuentro con Cortázar en el barco que lo llevó a París en ese primer viaje y luego espontáneamente en alguien con quien se cruzó azarosamente en las calles parisinas. La Maga es el resultado de muchas mujeres. Si uno se acerca a la tumba de Cortázar en Montparnasse es muy posible que se tope con cartas firmadas por varias "Magas" dirigidas a Cortázar. Cuando Truman Capote publicó Breakfast at Tiffany´s muchas mujeres dijeron que eran Holly Golightly, cuando sabemos que Holly en verdad es el propio Capote.

Sin embargo, poco después se casaría con Aurora Bernárdez. Ahora, ella, junto al especialista catalán Carles Álvarez, está publicando los "papeles inesperados" que Cortázar no quiso editar en vida. ¿Qué le parece que vean la luz los textos que el autor quiso desechar?

Aurora Bernárdez es la albacea universal de la obra de Julio Cortázar, además de que fue su primera mujer (una mujer muy importante en su vida) y quien lo asistió cuando la leucemia empezó a minarlo. Si ella considera oportuno rescatar textos y darlos a la luz, me parece muy bien.

En 1963 inicia su primer viaje a Cuba. ¿Qué pensaba Cortázar de la revolución?

Cortázar no tenía un planteamiento a priori del hecho revolucionario en Cuba. Su toma de posición, todo lo que conllevó la asunción del castrismo con sus implicaciones obedece, es fruto de su contacto con los cubanos desde ese primer viaje. Partamos de la consideración de que Cuba se ha deshecho de la dictadura de Batista y que Cortázar abomina de los regímenes autoritarios, pero recordemos que aún no se ha producido la sovietización al cien por cien del régimen.

Firmó la primera carta en contra de la detención de Heberto Padilla, pero no la segunda, redactada en casa de Vargas Llosa.

No la firmó, es cierto. Debo decir que es algo que no comprendo, aunque sí entiendo. No comprendo, sabiendo quién era Cortázar y sus desvelos a partir de los años sesenta por enjuiciar el siniestro autoritarismo imperante en los países del llamado Cono Sur (los gobiernos de Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia...). Pero entiendo que él buscara dar un margen de reconsideración al régimen de Castro por ver si, desapareciendo el bloqueo estadounidense, el gobierno de la isla abogaba por el sistema democrático.

Volvamos a París. En 1963 se publica Rayuela, y el escritor argentino, muy desconocido en Europa hasta ese momento, en poco tiempo pasa a ser un referente. ¿Cómo transformó ello su carrera?

Julio Cortázar es un referente semisecreto entre los argentinos, especialmente entre los escritores argentinos, a partir de 1951, fecha en la que se publica Bestiario y año en el que se instala en París. A los seis o siete años de esa edición, el libro no le renta prácticamente nada de dinero. La labor - labor extraordinaria, de fino instinto, de gran editor - de Francisco Porrúa es encomiable, pues, pese a que el nombre de Cortázar no se traduce en beneficios para Sudamericana, decide seguir apoyándolo. Ahí hay que enmarcar la publicación de Rayuela. De cualquier modo,Rayuela no sitúa inmediatamente a Cortázar en Europa, mucho menos en España. Habrá que esperar. Cuando cristalice, primero en América Latina y luego acá, eso supondrá un cambio enorme. Se inicia lo que denomino la segunda vida de Cortázar. Se pasa del Cortázar que vive en su kibutz con Aurora y los íntimos amigos, desde Saúl Yurkievich hasta Julio Silva, al Julio Cortázar público, el Cortázar de la fotografía de Sara Facio con el cigarrillo en los labios. Además, a ese período le corresponde su gradual vinculación política, su respaldo del castrismo.

Después de una crisis matrimonial, se une a su agente, Ugné Karvelis.

Así es. Crisis matrimonial que se convirtió en posterior divorcio y en boda, tras alejarse de Karvelis, con Carol Dunlop.

En sus últimos años, Cortázar se quejaba que sus múltiples compromisos con Latinoamérica le dejaban poco tiempo para escribir.

Él se quejaba pero no por su participación en foros, encuentros, sesiones del Tribunal Bertrand Russell, que velaran acerca de la salvaguardia de los derechos humanos, sino por el tiempo libre que sólo tenía para escribir cuentos en un avión, en un hotel o en su casa de la rue Martel. Él interpretaba que una novela posee un nivel de exigencia de trabajo casi diario, aunque nunca aceptó ni siguió la rutina de escritura como mantenían y mantienen, por ejemplo, sus amigos Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez. Cortázar siempre defendió la desmecanización creativa hasta la fase, esa sí, que requiere unificar, cohesionar, vertebrar el texto. Es verdad que uno de sus compromisos más absorbentes de los últimos años fue Nicaragua.

En 1977 conoce a Carol Dunlop y escriben a cuatro manos Los autonautas de la cosmopista. Pero, pese a que era mucho más joven que él, muere en 1982. ¿Cómo afectó esta pérdida al escrito argentino?

La muerte de ella a causa de una mielitis imposibilitó que llegase a ver el libro impreso. Le afectó, como es lógico, de una manera trágica. No hay más que leer el posfacio de Los autonautas de la cosmopista o la carta que Cortázar le escribe a su madre a raíz de la muerte de Carol, carta en la que le dice "Carol se me fue como un hilito de agua entre los dedos".

Dos años después, es él quien muere por culpa de una leucemia. Su tumba, en el cementerio de Montparnasse, y con una escultura de su amigo Julio Silva, se ha convertido en un centro de peregrinaje de sus lectores.

Eso ya forma parte de las mitomanías. La tumba suya, en cuyo diseño participaron sus amigos Julio Silva y Luis Tomasello, es en efecto una especie de punto de encuentro constante de lectores suyos. Lectores que le escriben en el mármol notas cariñosas, le dejan tickets de metro, billetes de avión, algún poema, florecitas, mate. Pero sobre todo le dejan mensajes de agradecimiento por su obra y por su vida.

Para acabar, ¿cree que Julio Cortázar será releído por las nuevas generaciones?

No tengo ninguna duda. Cortázar permanece. Cuando tradujeron la primera edición de este libro al ruso para la editorial Azbooka de San Peterburgo, su traductora, Alina Borisova, cada semana me mandaba por correo electrónico aquellas palabras o expresiones que le resultaban extrañas (del tipo, por ejemplo, "durazno" o "las locas de la Plaza de Mayo"). En una de las ocasiones, le pregunté si ella sabía qué significaba el término "cronopio" y me respondió que, por supuesto, lo sabía. Me dijo: "Rusia está llena de cronopios". Estoy convencido de que hay quien dice "cronopio" o dice "kafkiano" sin haber leído a Cortázar ni a Kafka, pero saben qué esconden esas palabras. Cuando un autor logra penetrar así en el tejido social, significa que nos hallamos ante un clásico.

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