JEAN DANIEL
Periodista y escritor


"Me maravilla haber vivido para ver a un negro
en la Casa Blanca"


José Maria Rida
08.03.2011

Un título como Ese extraño que se me parece, elegido para encabezar un texto autobiográfico, transmite la sorpresa del autor ante el retrato final. "El personaje que resulta", dice Jean Daniel (Blida, Argelia, 1921), "se me parece en la medida en que ha hecho mi mismo recorrido. Las etapas esenciales por las que él ha transitado son también las que a mí me definen".

Pero eso no sirve para dar cuenta de una larga vida en la que, además de la íntima y privada, existe una dimensión pública tan constante, tan continuada, tan reconocible como la de Jean Daniel. "Me resulta extraño porque, en el fondo, siempre existe una diferencia entre lo que se ha hecho y lo que se quería hacer, y se lamenta lo que no se ha logrado".

El personaje que surge de Ese extraño que se me parece (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores) participó en la II Guerra Mundial como Jean Daniel, asistió como él al "espectáculo de las revoluciones" y, a los noventa años, los mismos que tiene el fundador de Le Nouvel Observateur, sigue siendo un apasionado de la literatura y del compromiso. "Pero, en el fondo", asegura, "el cuadro no está completo".

La razón es que, para Jean Daniel, "la fidelidad literal nunca se corresponde con la realidad profunda. Esta se aprecia mejor en los personajes de novela". Ha emprendido una minuciosa relectura de Tólstoi animado por dos biografías del escritor ruso que acaban de aparecer en Francia, y corrobora que "sus personajes encarnan una verdad total, profunda, compleja, más que los de Dostoievski". Antes, sin embargo, era conocida su preferencia por Dostoievski.

Llegó a decir, incluso, que cambiaría todo lo que ha hecho por haber escrito Los hermanos Karamazov. Jean Daniel lo explica por la larga carrera a sus espaldas: "durante muchos años", confiesa, "me apasionó el debate de ideas. Cada personaje de Dostoievski, sobre todo los hermanos Karamazov, encarna una idea. Pero ahora, releyendo a Tólstoi, me he dado cuenta de que sus personajes tienen más espesura". Es decir, Tólstoi ha ganado la partida que libraba con Dostoievski en el interior de Jean Daniel. "Sí, por el momento. Pero sigo teniendo la fotografía de Dostoievski en mi escritorio".

En Ese extraño que se me parece, Jean Daniel hace una confesión: lamenta que sus logros como periodista hayan contribuido a ocultar su tarea como escritor. "Me hice periodista a causa de la guerra, como también a causa de la guerra me comprometí contra el colonialismo. Me empujaba el deseo de dar testimonio, de vivir aventuras. Como Hemingway, como Malraux, literatura y periodismo al mismo tiempo". Haberse retirado de la dirección de Le Nouvel Observateur le ha permitido revisar algunos libros de la veintena que ha escrito. "Una tarea terrible, que siempre produce decepción". Aun así, encuentra páginas y títulos que puede seguir leyendo "no con satisfacción, sino, simplemente, sin vergüenza".

En concreto, un libro de recuerdos de infancia, El refugio y la fuente. También La herida, las diversas entregas de sus diarios y, sobre todo, La prisión judía. "Tengo la impresión de que en este libro llevé a cabo una reflexión original. Quizá parezca pretencioso, pero estoy convencido de haber dicho cosas que no se habían dicho hasta entonces". En cuanto a Ese extraño que se me parece, "he querido dar cuenta en estas páginas de las cosas que lamento, de aquello en lo que he fracasado".

Michel Foucault dijo que, desde Le Nouvel Observateur, Jean Daniel se proponía reconciliar a la izquierda consigo misma. "Era una época parecida a la de hoy, en la que nos interrogábamos acerca de esa izquierda que sabe que existe pero que no sabe quién es". Jean Daniel reconoce que, a lo sumo, él y su revista habrían ayudado a formular la pregunta en términos más precisos, no a responderla, y por eso no se puede hablar en este caso de desilusión. En el del anticolonialismo, el otro rasgo fundamental de la aventura personal e intelectual de Jean Daniel, la palabra correcta, en cambio, es la de fracaso. "Fracaso personal", insiste.

Y lo ilustra a través de la cruel paradoja a la que se enfrentan las generaciones que lucharon contra el colonialismo. "Hubo gente que dio la vida por la independencia de su país y cuyos hijos y nietos, hoy, no tienen otro sueño que abandonarlo". Quizá las revueltas de Túnez y Egipto supongan una nueva oportunidad, completen la tarea que el anticolonialismo dejó a medias, permitiendo que, sin cambiar nada, las nuevas élites ocuparan el lugar de las que llegaban de las metrópolis. "A mi edad ya solo vivo el instante", dice Jean Daniel. "Me maravilla haber vivido para ver a un negro llegar a la Casa Blanca, o a los tunecinos y a los egipcios rebelándose contra sus dictaduras. La importancia de las revueltas no está en lo que vaya a suceder, sino en el simple hecho de hayan tenido lugar".

¿Cómo juzga la posición de Obama ante ellas? "Obama ha vivido fuera de Estados Unidos, tiene antepasados que hacen de él y de su cultura una síntesis capaz de comprender mejor estos fenómenos que sus antecesores en el cargo. Al comienzo titubeó por las dificultades con su entorno, pero, finalmente, contribuyó a que el tirano se fuese".

¿Y la posición de Israel? "La ocupación ha sido la maldición de Israel", responde Jean Daniel. "Ha desencadenado una resistencia idéntica a la llevada a cabo contra los imperios francés y británico, y, por eso, Israel es percibido como una prolongación del colonialismo. Obama es una oportunidad, no un obstáculo como muchos israelíes imaginan".

Sigue escribiendo los editoriales de Le Nouvel Observateur, va una vez por semana a la redacción y participa en la reunión que precede a un almuerzo ritual desde hace años en alguno de los restaurantes cercanos. "Una publicación se adapta. Ahora tiene un nuevo director con mucho peso y mucho talento. Se mantiene en la izquierda, tiene unas magníficas páginas de debate y de literatura". El extraño que se parece a Jean Daniel continúa siendo, pese a todo, Jean Daniel.

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